ambient@

REFLEXIONES SOBRE LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA Y LA GANADERÍA DE MONTAÑA EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO

Federico FillatCSIC 

La celebración de un centenario siempre impone respeto, informa sobre una persistencia importante del evento que se conmemora, de un trabajo bien hecho que ha podido durar tantos años. Esa sería la primera impresión que aplicaríamos a la declaración del Parque Nacional del Valle de Ordesa o del rio Ara, el 16 de agosto de 1918 (Red P. N., 2017). Para avanzar en detalles podriamos descender a las impresiones personales que sus paisajes provocaron en un visitante que los iba recorriendo y comparando con los de otras montañas del Pirineo central que conocía desde su infancia; fue un primer choque emocional de aproximación a algo nuevo y distinto. Con los años las visitas se multiplicaron, también los objetivos personales se ampliaron y cambiaron incluso a estudios para conocer mejor la utilización ganadera de los pastos de verano del parque, para incorporar esos usos a las políticas conservacionistas generales de un territorio especialmente protegido. Sobre esta trayectoria iremos desgranando algunas reflexiones que nos sugieren nuestras visitas y trabajos realizados en el parque desde principios de los años 1990. 

LAS ROCAS DEL PARQUE 

Los cañones del parque son espectaculares y enfrentan al visitante a unos paredones inmensos, a conjuntos rocosos que prácticamente separan por altitudes dos mundos distintos, el forestal de las zonas bajas y el de los pastos de las alturas (Fig. 1). Son una originalidad que no ocurre en los paisajes graníticos del Pirineo central donde los cambios en las laderas son paulatinos, casi continuos; los senderos facilitan ascensos suaves que zigzagueando por las laderas permiten llegar fácilmente a los collados. 

Figura 1. Foto: Federico Fillat. 

También los cursos de agua mantienen su discurrir sin necesidad de grandes cascadas, salen de un ibón y descienden al siguiente formando un rosario de pequeños lagos que dibujan claramente por donde bajaron en otros tiempos las lenguas glaciares de cada valle. En conjunto, presentan una abundancia de agua superficial que no resulta tan aparente en los paisajes calizos del parque. 

La grandiosidad de los paredones de cada cañón nos informa también del empuje que sufrieron para ser elevados hasta altitudes superiores a los 3000 m y todo ello desde fondos marinos. Los resultados del choque de las placas africana y europea para levantar los montes Pirineos de esta zona, se pueden identificar muy bien hoy en dia en los múltiples pliegues de las turbiditas que rodean los grandes macizos calizos de los cañones. Son como capas que arropan por el sur a las calizas y que ahora muestran sus depósitos de materiales más blandos en los collados y conservan los estratos duros y resistentes en los picos de las cordilleras (Fig. 2). Tanto los pliegues como los núcleos calizos incluyen muchos fósiles marinos y también las huellas de las pistas por las que discurría la actividad diaria de aquellos animales. Son muy diferentes  estas caracteristicas de las que tienen las rocas graníticas, todas ellas sin fosiles por no haber podido albergar animales capaces de aguantar las altas temperaturas que soportaron esas rocas al irse formando en las profundidades de la tierra.

Aunque parezcan indestructibles, el fraccionamiento y arrastre de las rocas es continuo y nos evidencia claramente las múltiples facetas que puede presentar el agua con su capacidad demoledora al discurrir por las pendientes. Lo hizo en forma de glaciares cuando las temperaturas del ambiente le permitieron mantenerse helada en superficie durante miles de años y los glaciares limaron y transportaron toneladas de rocas incluidas en sus lenguas. Por otra parte, en el mundo subterráneo de las cuevas kársticas actuales, la vemos discurrir  por el interior  de las bovedas formando gláciles estalactitas que lentamente descienden en vertical hacia el fondo de las cavidades y acaban  consolidando tupidos cortinajes de columnas que de forma muy sólida unen las bóvedas con el suelo. De nuevo en superficie y en invierno, cuando el agua penetra por las fisuras de las rocas y acaba helándose, actúa como potente cuña rompedora capaz de descabalgar de las paredes grandes bloques que deslizan y ruedan después ladera abajo. Todos esos materiales, ya triturados y enriquecidos con residuos orgánicos vegetales y animales que se les han ido agregando, acaban formando los suelos de montaña sobre los que se inician cada año otros nuevos ciclos vitales de jóvenes plantas y animales. 

LAS MONTAÑAS Y EL MAR 

Figura 2. Foto: Federico Fillat. 

El Pirineo central queda alejado de los extremos, del Cantábrico y del Mediterráneo, que actúan como reservorios suministradores de humedad y debido a esa lejania sufre una cierta continentalidad, parecida a la de los Alpes internos. Incluso a pequeña escala se reproducen también esas situaciones en los distintos cañones del Parque y los hay con características más atlánticas frente a otros más continentales. Los primeros reciben abiertamente las influencias húmedas del oeste y noroeste mientras los segundos quedan a sotavento de todas ellas.

Al añadir la topografía de detalle a estas primeras grandes diferencias de la situación general de cañones y laderas, la complejidad aumenta. Efectivamente, en la montaña las altitudes son importantes y también las exposiciones respecto a la insolación, lo que en conjunto nos definirá unos ambientes muy  diversos según los tengamos en cotas altas, en las intermedias o en las bajas, además de poder ser de ladera umbría o de solana.

En las noches invernales de calma anticiclónica, las nieblas se acumulan en los fondos de valle dibujando grandes contrastes de luminosidad entre cañones y macizos, van aumentando con el amanecer y acaban dando a pleno día unos escenarios insospechados. Además de este espectáculo visual podemos incluso sentir en el rostro cómo ha ocurrido esa acumulación de aires fríos en los fondos de los cañones y la identificamos fácilmente al cruzar cualquier barranco que descienda al fondo; por todos ellos, además del agua que discurre por el cauce, baja también el aire frio de las alturas y descubrimos inesperadamente esa doble canalización de agua y aire, tan eficiente para conectar las alturas y los fondos.

Cuando visitamos en invierno el parque, podemos disfrutar de un paisaje de recambio, todo está blanco, tranquilo, sin ganados, sin saltamontes ni chovas que alboroten, sólo con algunas huellas de corzos o sarrios.  Es la época del acopio de nieve para alimentar después las fuentes, de la protección frente a las bajas temperaturas para las madrigueras de topillos y marmotas que dormitan bajo tierra y consiguen allí ambientes más confortables de los que tendrían sin esa manta amortiguadora del frio. Algunos zorros y armiños animan las mañanas soleadas pero el conjunto parece funcionar como al ralentí.

Si combinamos nieve acumulada y viento o incluso ventiscas, hay nuevas redistribuciones de toda ella, se barre de las lomas y se deposita en fondos próximos o acaba rellenando algunas barranqueras y hondonadas. La uniformidad inicial de la nevada caída, se reajusta y va cambiando y, cuando llega el momento de la fusión primaveral, en los puntos de acumulación que aún van quedando, ocurren nuevas actividades. Por ejemplo, el despertar de los topillos va relacionándose con esos reservorios de nieve y en ellos se refugian al atisbar el menor peligro; simultáneamente reanudan sus movimientos fuera de las manchas y circulan de nuevo por las hierbas que presentan los nuevos rebrotes, al principio blanquecinos y después completamente verdes. También en las orlas de fusión de cada mancha de nieve se dibujan colores cambiantes producidos por comunidades de algas que reviven como pidiendo su oportunidad para continuar en esas laderas altas.

EL BOSQUE Y LOS PASTOS 

Los bosques actuales fueron creciendo a medida que la fusión de los hielos cuaternarios se lo permitió y lo hicieron precedidos de varios tipos de matorrales. Es un modelo que se repite actualmente en muchos pastos que ya no son suficientemente comidos por el ganado y que antes de recuperar el árbol, lo ensayan primero con matorrales de portes más discretos; también se da en los límites superiores del bosque (Fig.3) .

En las alturas solanas actuales, a los pequeños brezos (Calluna vulgaris (L.) Hull)#(1) de las laderas más expuestas al oeste, les siguen en cotas más bajas y soleadas los enebros rastreros (Juniperus communis L.) que anuncian ya la presencia del pinar de pino negro (Pinus uncinataRamond ex DC.). Al seguir descendiendo y hacia los 1700 m, esos pinares cambian a otros de pino rojo (Pinus sylvestris L.) y los matorrales lo hacen a una combinación de bojes (Buxus sempervirens L.) y erizones (Echinospartum horridum (Vahl) Rothm). 

Figura 3. Foto: Federico Fillat. 

Ya casi en el límite meridional del parque y por debajo de los 1500 m, las coníferas dan paso a los quejigales (Quercus faginea Lam.) que marcan muy claramente su presencia con los colores castaños de sus hojas otoñales; los árboles se deprenderán de ellas cuando los calores primaverales de principios de mayo favorezcan ya la nueva brotación anual (hojas marcescenteses el nombre escogido para definir esta particularidad de unas hojas que permanecen muertas en el arbol y no caen hasta la brotacion de las nuevas).

En las umbrías localizamos nuevos matices y contrastes para añadir a las combinaciones de la solana. En general los bosques son aquí más potentes, con menos claros para compartir con los matorrales, predomina decididamente el árbol. Encontramos además un nuevo bosque que, a cotas inferiores a las del pino negro, reúne los abetos (Abies alba Mill.) con las hayas (Fagus sylvatica L.) resultando un espectacular conjunto.

A estas grandes diferencias ambientales de solanas y umbrías en cuanto a las posibilidades de la vegetación, les podemos añadir en el Parque otra curiosidad, relacionada íntimamente con las peculiaridades de la inversión térmica. Ocurre en el Cañón de Añisclo, en su tramo inferior donde se da la inversión de los pisos de vegetación. Hay una acomodación de encinas (Quercus ilex L.) en las partes altas, secas y venteadas, de suelos pobres, mientras las hayas encuentran su refugio de humedad en el fondo sombreado del cañón; se distribuyen así de forma inversa a como lo hacen normalmente en las otras laderas abiertas y amplias.

Cuando fundieron los glaciares, las comunidades herbáceas colonizaron cotas más altas que los árboles y formaron allí lo que conocemos como el piso alpinoque resulta para ellas menos exigente que el de las condiciones que encontrarian en el piso nival,  donde sólo prosperan algunos líquenes y musgos.

Las combinaciones de gramíneas, leguminosas y otras especies del piso alpino en el que comían libremente los herbívoros salvajes de las alturas y en las que empezó a cazar el hombre prehistórico, acabaron convirtiéndose en el pasto de los rebaños domésticos. Así, en varios pastos de verano del Valle francés de Ossau (Parc National des Pyrénées) (Le Couédic et al., 2016), vecino norte del Valle de Tena, se han identificado asentamientos de pastores a cotas algo superiores a los 2000 m y también en el Parc Nacional de Aigües Tortes i Estany de San Maurici, del Pirineo catalán (Catalán et al., 2016). Seguramente hallazgos parecidos se están descubriendo también estos años en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. En muchos casos nos informan de una ocupacion pastoril y en verano de estas cotas desde hace más de 7000 años BP.

Con los cambios del primitivo hombre cazador-recolector a ganadero y agricultor del Neolítico, las hierbas silvestres del piso alpino, comidas por los herbívoros salvajes, cambiaron a pastos para los rebaños. Cuando éstos aumentaron y las superficies del piso alpino les resultaban ya insuficientes, los ganaderos ampliaron mediante fuegos y talas sus pastos hacia las zonas forestales de cotas más bajas. Crearon allí nuevos pastos provenientes directamente del antiguo bosque de pino negro (piso subalpino) y los unieron a los que naturalmente crecían en el piso alpino. Por tanto, tenemos actualmente en el parque los pastos formados por comunidades herbáceas muy adaptadas a ser comidas por herbívoros (pasto alpino), junto a otras también adaptadas pero que conservan además la característica de intentar recuperar para la comunidad a otros matorrales y árboles como los que habían tenido antes de ser quemados y cortados por los ganaderos y todo ello, desde tiempos prehistóricos (es el pasto subalpino).


Nota
 (1).-Seguimos la nomenclatura botánica publicada en: -Villar L., Sesé J.A. y Fernández J.V. 1997 (Vol. I) y 2001(Vol. II) Atlas de la Flora del Pirineo Aragonés, 648 pp. (Vol. I) y 790 pp. (Vol. II).

EL TERRITORIO DEL PARQUE, LOS TÉRMINOS MUNICIPALES QUE COMPRENDE Y LA GESTIÓN GANADERA 

Figura 4. Federico Fillat (2008). 

De una forma esquemática podemos resumir estos conceptos siguiendo las características gráficas resumidas en la Fig. 4 (Fillat, 2008). 

El parque

En el centro de la figura identificamos la silueta del parque, en trazo azul. Está formado por los cañones de Ordesa en su zona NO; de Pineta en el N y con su inicio al noroeste del pueblo de Bielsa; el de Escuain, al E y con su inicio al norte del pueblo de Puértolas y, en el centro, con dirección N-S, el de Añisclo. En la zona norte del cañón de Ordesa está el límite nacional con Francia y, en su parte central, el Monte Perdido (3355 m). Por el contrario, en la parte baja del cañón de Añisclo tiene el Parque su cota inferior en el río Bellós (700 m), con lo que el desnivel total alcanza los 2 665 m. La superficie actual es de 15 696 ha y la declaración inicial depParque se hizo únicamente para el cañón de Ordesa. Las caracteristicas generales, número de visitantes y formas de gestión, se pueden consultar en la web de  Parques Nacionales.

Los términos municipales

Son los cinco de Torla (color amarillo) (Fig. 4),Bielsa (verde oscuro), Puértolas (verde amarillento), Tella-Sin (verde intermedio) y Fanlo (verde claro). Se observa que cada uno participa del parque de una forma distinta, siendo fundamentamente el de Fanlo el que tiene mayor superficie y Tella-Sin el menor.

Una primera característica que se identifica claramente es que la gestión conjunta del Parque se realiza sobre todo el territorio dibujado en azul, distinguiéndose basicamente si los problemas o actuaciones se dan dentro o fuera del Parque. En cambio, la visión que tiene cada ayuntamiento de lo que ocurre en el Parque, la tiene desde su particular zona municipal lo que supone, tanto para la Dirección del Parque como para el Patronato, un importante esfuerzo de coordinación con el fin de aunar las distintas actividades. Además, las condiciones socioeconómicas de los ayuntamientos cambian frecuentemente según sea la actividad que domine en cada momento y ello para cada uno de los cinco ayuntamientos implicados.

La idea de conjugar los intereses de los distintos afectados, en nuestro caso particular de colaboración ganadera, la procuramos presentar siempre con unos planes de un cierto plazo, asumible por todos y fijando las prioridades anuales para cada municipio.

La gestión ganadera

Hacíamos notar su larga historia, iniciada ya en tiempos neoliticos y podemos resaltar también ahora el hecho de que La Mancomunidad del Valle de Broto (conjunto amarillo, como el del ayuntamiento de Torla, en la Fig. 4), ha mantenido derechos de pastoreo en territorio francés. Los adquirieron mediante un Tratado que firmaron en 1390 con el valle francés de Barèges habiendo sido renovado varias veces hasta continuar vigente en la actualidad (Aldezábal et al, 1992).

En la misma Fig. 4 se destacan unos recintos en negro y con distintos tipos de tramas que agrupan a varios pueblos en cada uno de ellos. Son otros tipos de acuerdos, tambien medievales, que definen distintas uniones de pueblos para organizar en común sus pastoreos de primavera y otoño, antes y después de realizar las estancias en los pastos de altura del verano en el parque.

Complementando los diversos recintos explicados, se dibujan también en la Fig. 4, unas flechas rojas que marcan los lugares de origen y destino de los movimientos que realizan las vacas en verano y, otras en verde, para indicar los que efectúan en primavera esas mismas vacas cuando dejan los prados privados y se van incorporando a los pastos comunales intermedios.

Para completar la información sobre los movimientos estacionales, se han dibujado (Fig. 4) unas flechas finas de color amarillo con los movimientos del ovino, en primavera (trazo discontinuo) y en verano (trazo continuo). Los puntos de origen corresponden, o bien directamente a pueblos del Valle de Broto o a otros de fuera.

Tendriamos, por tanto, la constancia de unos desplazamientos cortos en el propio valle, realizados por animales que permanecen en invierno en el valle y, otros, por animales que han trashumado desde municipios de fuera del valle. Persisten por tanto, también en este caso de los grandes desplazmientos, unas formas organizativas que tienen sus orígenes en los siglos medievales y que seguramente se debieron copiar de otros desplazamientos mucho más antiguos.

LA SITUACIÓN GANADERA EN 1991-92 Y ALGUNOS CAMBIOS PARA DOS ZONAS TIPO 

Elegimos dos puertos que simbolizan en cierta medida la permanencia tardía de costumbres ya olvidadas en otros puertos y el cambio de unos usos comunales a otros ya completamente privados.

El Puerto de Góriz

Las ilustraciones de la Fig. 4 resumían las características generales que encontrábamos en aquellos años (Aldezábal et al, 1992). Así por ejemplo, además de los tratados entre el Valle de Broto y el francés de Barèges y los acordados entre los distintos pueblos del valle de Broto para organizarse los pastoreos de primavera y otoño en los pastos de tránsito (que así se llaman), resultó que también seguía vigente la Junta del Puerto de Góriz, de Fanlo. Era una Junta que entendía de los problemas del Puerto de Góriz, fijando las fechas de entrada y salida en el puerto (nombre aragonés para designar los pastos de verano) y controlando los animales que entraban y salían y los lugares asignados a cada rebaño.

Figura 5. Foto: Federico Fillat. 

El Puerto de Goriz, con unas 4 800 ha de pastos, es propiedad de la Mancomunidad de los Valles de Vió y Solana. Data del siglo XVII y nació de la Concordia firmada entre Torla, los pueblos del Valle de Vió, del Valle de La Solana y Jánovas, La Velilla y Lacort (Revilla 1987). En esos años de 1991-92, la despoblación forzosa del Valle de La Solana y de los pueblos de más al sur, y su anexión al municipio de Fiscal, había creado algunos conflictos.

La originalidad del aprovechamiento de sus pastos con respecto a otros puertos del Pirineo Central consistía en que se realizaba en forma de pequeñas partidas, con vigilancia familiar del rebaño dentro de una unidad que, sin embargo, era de aprovechamiento comunal. Cada partida consistia en una mallata o majada donde dormían el pastor y su rebaño. Tenía una cabaña de piedra, una cueva o abrigo natural más o menos modificado para el pastor y una zona alrededor para el ganado, disponían de una movida donde pastaba durante el día el rebaño y también repartían la sal en lugares determinados (saleras) teniendo cerca algún punto de agua. Para todo el puerto había 85 mallatas, distribuidas 45 en el Goriz Bajo, 24 en Goriz Medio y 16 en Goriz Alto. Los animales no podían entrar antes del 1 agosto pero, si el tiempo lo permitía y mediante pago, se podía acceder a los pastos desde el 25 de marzo al 6 de mayo, aunque esta posibilidad sólo afectaba a unos pocos ganados y tampoco todos los años (Revilla, 1985).

Resultaba chocante que antes del 1 de agosto el pastoreo de primavera se realizaba en rebaños colectivos agrupando a los animales de cada pueblo o de cada Quiñón (grupo de pueblos). Ya en el puerto y a partir de San Bartolomé (24 de agosto), se suprimían las restricciones que afectaban al área de pastoreo en cada mallata, de manera que el pastoreo pasaba a ser libre por todo el puerto, siguiendo no obstante, el cuidado individual de cada rebaño. Abandonaban el Puerto de Goriz el 10 de octubre, continuándose el pastoreo individual de otoño fuera del puerto para poder redilear (dormir el rebaño en cercados donde los animales estercolan durante la noche) los prados y campos de cada casa (Revilla, 1985).

Para el Puerto de Goriz se solian barajar las cifras históricas de 25 000 ovejas y 250 de vacas y yeguas (Revilla, 1985 y Daumas, 1976). Los recuerdos de Pelayo Noguero, ganadero de Fanlo y pastor en Góriz de toda la vida acabaron sumando 23 000 cabezas de ovino repartidas tal como: 12 000 para Góriz Bajo (partidas de Comas, Custodia y Barranco de la Pardina), 7000 en Góriz Medio y 4000 en Góriz Alto (Millaris) (Fig. 6). Las vacas se habían mantenido entre las 250-270 cabezas (Fig. 5).

Las modificaciones del sistema tradicional explicado se produjeron a partir de finales de los 1970 por la desaparición de muchos de los pueblos de la Mancomunidad, los que constituían el Valle de La Solana y su posterior anexión al municipio de Fiscal. En 1984, según Revilla (1987), había 2 000 ovejas locales pastando todavía en rebaños familiares (aunque algunos ya se agrupaban y turnaban los propietarios en el cuidado del ganado en común), mientras había también 3800 forasteras de 30 ganaderos que formaban un solo rebaño. Las vacas pastaban sin vigilancia en los límites de Góriz Bajo. Por nuestra parte constatamos que esos problemas aún seguían, ya que en1990 se hizo una subasta excesivamente tardía, a mediados del mes de agosto, lo que impidió entrar en el puerto a algunos rebaños y marcharon directamente a la Tierra Baja (Ribera del Ebro). En esos años, las subastas del puerto las ganaba un ganadero de Zaragoza y los propios de Fanlo se quejaban de tener que pagar a un forastero por aprovechar los pastos de su pueblo.

En 1991 había desaparecido por completo el manejo de los pequeños rebaños. Tres rebaños de ovejas, guardadas por pastores fijos, se repartían el puerto coincidiendo aproximadamente con las tres zonas en que se ha dividido tradicionalmente el puerto (uno en el Góriz Bajo, otro en el Góriz Medio y otro entre Góriz Medio y Góriz Alto) (Fig. 6). El vacuno junto con algunas yeguas permanecieron todo el verano en Góriz Bajo y las controlaba periódicamente algún ganadero. Subieron al puerto un total de 7 000 cabezas y 232 vacas con sus respectivos terneros. Junto a las vacas había 2 ó 3 yeguas y, entre los rebaños de ovejas, unas 100-150 cabras. La pluviometría casi nula de los meses de julio y agosto obligó a transportar agua a los abrevaderos mediante camiones cisterna. La entrada en el puerto se hizo el 13 de julio y resultó curioso constatar que los tres grandes rebaños respetaron los límites iniciales de sus zonas de pastoreo hasta las proximidades de San Bartolome (24 de agosto) mientras que, a partir de esas fechas, ya recorrieron libremente todo el puerto como hacían antiguamente.

Montaña de Sesa y Puerto de Escuain

La Montaña de Sesa y el Puerto de Escuain constituyen, respectivamente, las zonas de pastos más importantes de la margen izquierda del Cañón de Añisclo y de la cabecera del Cañón de Escuain o del río Yaga. No tienen una Junta de Puerto como ocurría en Góriz y los acuerdos se tomaban por consenso entre los vecinos (Montaña de Sesa) o por decisión del propietario (Puerto de Escuain). Pertenecen ambos al municipio de Puértolas en el que estaban habitados los núcleos de Puértolas, Bestué y Escuain aunque finalmente las casas y propiedades de Escuain fueron compradas por un único propietario y era el que arrendaba los antiguos prados y pastos próximos al pueblo y también la zona de pastos perteneciente al antiguo pueblo. Aunque en su parte alta los dos puertos prácticamente formaban un continuo en 1991 porque no existía una valla que los separase, nos ceñiremos, sin embargo, a las características de La Montaña de Sesa porque en el Puerto de Escuain las vacas pastaban libremente desde las cotas bajas hasta la divisoria con la Montaña de Sesa.

Ambos puertos suman una superficie de unas 2 500 ha (MSA I+D S.L e IPE/CSIC, 2003) siendo de 1 373 ha las de la Montaña de Sesa (Fillat, 2003). Esta última se explotaba antiguamente según un sistema rotativo en el que intervenían los pueblos de Puértolas, Bestué y Escuain. Los habitantes de Puértolas podían subir cada año a una mitad de la Montaña de Sesa, mientras los de Bestué y Escuain se turnaban, año sí año no, para aprovechar el resto (Revilla, 1987). La subida se acordaba para los 8-10 de junio, la bajada para el Pilar (12 de octubre) y el vacuno no podía entrar hasta el 17 de julio (día de La sueltaza) y debía pastar siempre detrás del ovino.

Hasta 1959, tanto las vacas como las ovejas estaban constantemente vigiladas (Daumas, 1973) y existían en la Montaña de Sesa unas 15 mallatas; con la ayuda de los pastores de 1991 localizamos 13 de ellas. Dos las usaban los vaqueros que llevaban la vacada común de todos los ganaderos; una era la del Corral de las Vacas y la otra la de San Vicenda, subiendo primero a la del Corral de Las Vacas y después a San Vicenda. Históricamente, en el resto de las mallatas había rebaños de ovejas que podían llegar en algunos casos a las 2000 cabezas y, con esas infraestructuras, alcanzaron las 18 000 ovejas (Revilla, 19879) o unas 22 000 ovejas y 400 cabezas de ganado mayor según nos contaron en el puerto. En tiempos más recientes quedaron en la Montaña de Sesa tres grandes rebaños de ovejas: uno en la solana de las Tres Marías, por encima de Cuello Viceto, otro pastando desde Plana Canal a San Vicenda y el último en el Barranco de los Caballos; de esta última partida nos indicaron unos ganaderos de vacuno que, a pesar de su utilización histórica por las ovejas, en aquellos años con sólo dos rebaños, debían dejarlo para las vacas ya que esa unidad era más propicia para ellas.

En el verano de 1991 subieron a la Montaña de Sesa poco más de 290 vacas y 12 yeguas con dos caballos perteneciendo en conjunto a unos 10 ganaderos. Además, se formaron dos rebaños de ovejas, uno de Bestué (2000-2500) y otro con animales mayoritariamente de Catejón del Puente (2 800 cabezas en total); en 1992 el primer rebaño fue de 3300 cabezas y el segundo de 2500. También observamos un rebaño de cabras de 115 animales en las Sestrales y otro de sólo 15 en las proximidades del Castillo Mayor, ya fuera de los límites del parque.

En 1991 el pastoreo se inició el 29 de junio y salieron del puerto entre el 7 y el 8 de octubre aunque las yeguas apuraban la hierba aún después del Pilar. En cambio, el rebaño de Castejón del Puente se marchó el 23 de setiembre directamente a la Tierra Baja. Las vacas y yeguas pastaron libremente las cotas bajas del puerto y lo hacían en pequeños grupos por afinidades de propietarios o de vecindad de los pueblos. A final de temporada los grupos fueron más números y con menos efectivos, subiendo también a los collados de la divisoria entre Montaña de Sesa y Puerto de Escuaíin. Los dos rebaños de ovejas estuvieron siempre controlados por sus pastores y uno tenía su base en la mallata de Plana Canal y el otro en La Foratata, repartiéndose las zonas de pastoreo al sur y al norte de San Vicenda, respectivamente.

GENERALIZACIONES SOBRE CAMBIOS Y OPINIONES DE LOS GANADEROS 

Figura 7. Foto: Federico Fillat.  

La organización de los puertos y los tipos de ganado

Se había ido acumulando en el territorio del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido una larga historia de evolución natural de sus montes, de cambios en la vegetación y fauna y también de variadas formas de gestión humana en general y socioeconómica en particular, que finalmente se vieron reunidos hace ya cien años en una denominación concreta de Parque Nacional. Al analizar algunos aspectos de la gestión ganadera hemos comprobado que es muy antigua, prehistórica seguramente y, en todo caso, escrita de forma detallada por diversas organizaciones medievales. Siguiendo las explicaciones de dos casos concretos, el del Puerto de Góriz y el de la Montaña de Sesa-Puerto de Escuain podemos resumir algunos rasgos bastante aparentes.

Por un lado, los territorios difíciles y altos de esta parte del Pirineo se habían gestionado durante siglos de forma comunal y sólo recientemente se han vendido algunos y se organizan ahora privadamente. Probablemente las reuniones de ganaderos unas pocas veces al año para verificar si los acuerdos y las reglas funcionan, podríamos considerarlas como unas formas a la vez de autocontrol y de animación. Permiten seguramente repetir y afinar cada año los calendarios de trabajos en las propiedades privadas y los de control de los animales en pastoreo de una forma que así, colectivamente, resulta más llevadera, sobre todo, por tenerla que aplicar a superficies extensas y excesivas para propietarios individuales.

El pastoreo particular de pequeños rebaños ubicados en mallatas concretas, con su refugio para el pastor y zona de descanso nocturno para las ovejas, movida o zona de pastoreo diario en las proximidades de la cabaña, con lugares adecuados para el reparto semanal de sal (saleras) y zonas de abrevada próximas a las saleras, nos retrotrae a formas seguramente bastante primitivas. Se describieron divisiones territoriales parecidas en la Sierra de Urbasa, con varios rebaños de pueblos de los alrededores y algunos provenientes de zonas más alejadas, permaneciendo en el pasto todo el verano y alojándose los pastores en txabolas individuales (Moreno, 1995). También en dicha sierra navarra se describieron restos prehistóricos y podría ser que la forma más adecuada de gestionar pequeños rebaños, en ese caso, productores de leche y transformada después en queso, resultase muy eficaz para tener completamente controlado el crecimiento del pasto, de modo que lo pudiesen comer cada día verde y con el máximo de aportes energéticos y proteicos.

Cuando los rebaños de Góriz y Montaña de Sesa se fueron haciendo más numerosos y los propietarios iban disminuyendo, a la vez que la producción se especializó un tiempo en lana y finalmente en carne, cada pastor, sin tener que ordeñar, podía llevar rebaños más numerosos y los movía desde un menor número de cabañas.

El alejamiento de las influencias atlánticas y, como consecuencia, las menores producciones de los pastos del Pirineo aragonés respecto a los del País Vasco y Navarra forzaron seguramente el cambio de leche a carne. También las dificultades de crear una organización eficaz de pastores que hubiese podido progresar y adaptarse a las nuevas exigencias de llevar grandes rebaños de producción de carne, fueron muchas y no se creó nunca. Por otra parte, los rebaños trashumantes tenían que pastar en invierno en zonas que ya no eran sólo pastos de secano sino sobre todo nuevos regadíos, parcelados en pequeñas fincas y éstas fueron otras de las causas que favorecieron el incremento del bovino y que paulatinamente ha ido sustituyendo al ovino.

Al comparar la gestión de vacas y yeguas en los dos puertos que hemos explicado en detalle, siempre resumíamos que el control de los ganados mayores era más relajado y no necesitaba de la atención contínua que sí realizaba el pastor de ovejas.

Cambios en los censos

Para Góriz se dieron cifras históricas (posiblemente hacia los años 1930) de 23 000-25 000 ovejas que se habían reducido a 7000 en 1992 pero aún seguían siendo unas 7500 en 2003 (MSA I+D S.L e IPE/CSIC, 2003). Este verano de 2017 quedaban unas 3000. Los censos históricos de vacas fueron de unas 250-270 cabezas, de 232 en 1992, de 377 en 2003 (MSA I+D S.L e IPE/CSIC, 2003) y han sido unas 400 en 2017.

En la Montaña de Sesa, las cifras históricas del ovino habían alcanzado las 18 000-22 000 ovejas y eran de 5800 en 1992, cifra que se mantenía en 2003 (MSA I+D S.L e IPE/CSIC, 2003) pero que ha descendido a 1150 en 2017 (recopilación de J. Estradera, Tella). Las cifras históricas de vacas fueron de 400 cabezas, unas 290 en 1992 y 421 en 2003 (MSA I+D S.L e IPE/CSIC, 2003). Para 2017 han sido 450 (J. Estradera).

Podemos resumir que las cifras del ovino, en 1992 se habían quedado en torno al 30% de las históricas, tanto en Góriz como en Sesa y, en 2017, rondan sólo el 10%. Contrariamente, el bovino de Góriz ha sobrepasado el 140 % de las cifras históricas que tenía (270 cabezas), mientras en la Montaña de Sesa el ascenso ha sido sólo del 112 % ya que partía de unas cifras históricas muy altas (400 cabezas). Podríamos deducir que las condiciones de abrevada en la Montaña de Sesa han podido ser siempre menos exigentes que en el Puerto de Góriz ya que los censos de vacuno fueron históricamente importantes, mientras el Puerto de Góriz, había sido históricamente un puerto de ovino y que, de una forma un tanto acelerada está cambiando, sobre todo y casi exclusivamente en Góriz Bajo, a un pastoreo de bovino.

Opiniones de los ganaderos

En las encuestas realizadas a 49 ganaderos (el 72 % de los usuarios) de los cinco municipios, el 90% subían sus animales a los pastos del Parque (Aguirre et al., 2003). Varios mantenían rebaños mixtos aunque el bovino era el más frecuente (82 % de las explotaciones); un 39% poseían ovinos; un 47% caprino y sólo un 16% equino. Si bien el rebaño sólo de bovino era el más extendido (43%), la cabaña mixta casi alcanzaba la mitad de las explotaciones (49%). Con estos datos podemos pensar que la diversidad de ganados aún es importante pero también hemos comprobado que la disminución de las cabezas de ovino está dejando muchos puertos altos sin que se coman adecuadamente.

Respecto a las razas, la más frecuente era la Parda Alpina (87%), le seguía el Cruce (10%) y luego la Charolesa (2,6%) y las otras apenas tenían importancia. Casi un 44% de los sementales eran de la raza Parda Alpina, 27,3% representaban a cada una de las razas Charolés y Limousine y por último existía sólo un 1,5% de Pirenaica (MSA I+D S.L.-IPE(CSIC), 2003). A este respecto podríamos comprobar estos últimos años cómo se está dando un incremento importante de las Limousine, sobre todo en el Valle de Broto, próximo al parque.

Respecto al ovino, la raza predominante era la Rasa Aragonesa pero también existían animales de raza Churra Tensina y algunos cruces. El rebaño medio fue de 386 animales adultos y de 343 crías por año (MSA I+D S.L.-IPE (CSIC), 2003). Podemos añadir que el rebaño importante y fijo durante los últimos 50 años en Goriz Medio-Góriz Alto es precisamente de Churra Tensina. Sobre su origen, lo relacionaba Sanchez-Belda (Sánchez y Sánchez, 1986) con los Celtas y contaba que perdió después importancia frente al Merino quedando reducida la raza a zonas periféricas y cita particularmente el Pirineo como una de ellas (Valle de Tena). En cuanto al caprino, el tamaño medio de rebaño fue de 90 cabras entre machos, hembras adultas y crías. Cabe destacar que este dato medio tan alto estaba influido por grandes rebaños pertenecientes a los municipios de Fanlo y Puértolas (MSA I+D S.L.-IPE (CSIC), 2003). En general las mezclas de razas existentes en el pasado han ido convergiendo hacia la Pirenaica gracias a los esfuerzos de la Asociación de Criadores de Ganado Caprino de Raza Pirenaica (ACGCRP, 2017).

En Bielsa 7 ganaderos tenían una media de 1,43 equinos adultos, y en Puértolas sólo un ganadero tenía 91 equinos (MSA I+D S.L.-IPE (CSIC), 2003). Está claro que la opción de los equinos es importante y seguramente ayudarían en la función desbrozadora que demandan varios municipios para otras zonas más bajas, externas a los límites del parque.

Para el caso de Fanlo, unas preocupaciones importantes de los ganaderos eran las de falta de agua y la necesidad de nuevos abrevaderos así como la invasión de la chisembra (Festuca paniculata (L.) Schinz & Thell.) en gran parte de las laderas de suelo profundo de la margen izquierda del Barranco de la Pardina. Para el caso de Sesa (Puértolas) insistían mucho en el tema de las hozaduras de jabalí (MSA I+D S.L.-IPE (CSIC), 2003). Efectivamente, la Montaña de Sesa, contacta por el Oeste con el largo Cañón de Añisclo y esos límites facilitan la subida nocturna de manadas de jabalíes desde el bosque, hozan activamente las laderas de San Vicenda y regresan al amanecer a refugiarse de nuevo al cañón. El pastor de la Foratata, por encima de San Vicenda, nos explicó las importantes pérdidas que tenía de corderos recién nacidos comidos precisamente por los jabalíes.

LA CONSERVACIÓN DE ESPECIES Y LA EXPLOTACIÓN GANADERA 

Para el inicial Parque Nacional del Valle de Ordesa o del río Ara, la conservación del bucardo (Capra pirenaica pirenaica) había sido muy importante como también lo fue la belleza del propio Cañon de Ordesa. Actualmente la lista de plantas y animales interesantes a conservar (Fig. 7) es muy numerosa y también el número de cañones impresionantes creció tras la ampliación del Parque. Con la superposición de las calificaciones de Reserva de la Biosfera y la de Patrimonio Mundial de la Humanidad (Unesco) (Balcells y Castells, 1992), el primitivo parque adquiere ya un rango en el que las intervenciones humanas en el territorio merecen una atención especial. 

Hemos ido explicando el acervo cultural que suponen los restos prehistóricos del parque, la persistencia de unas formas de organización ganadera, heredadas en forma escrita desde los siglos medievales, la existencia aún de razas de ovino y caprino también con larga historia en los pastos altos y la clara regresión que están sufriendo. 

Figura 8. Foto: Federico Fillat.  

En temas que más directamente afectan al ganadero relatábamos los problemas de la abrevada en territorios calizos donde precisamente no abunda el agua y la necesidad de reactivar unas formas de gestión en las que tanto el ovino como el caprino sigan estando presentes. Tras un cierto repunte del equino, se pueden organizar planes concretos de actuación desbrozadora que convendría combinar con vacadas poco exigentes y que en lugar de producir directamente carne, realizasen el servicio de desbroce para los otros animales más productivos.

Las infraestructuras de cabañas cumplen el doble cometido de recordarnos el pasado de cómo habían evolucionado desde las posiblemente primitivas cuevas de los cantiles a las construcciones al exterior, pero también habrá que diseñarlas para cubrir las exigencias de los nuevos pastores/as que acabarán revitalizando estas montañas. La transmisión de los saberes acumulados por los pastores tanto en días de sol abrasador como en los de vientos cegadores o de nevadas repentinas, es un poso de sabiduría práctica que no podemos permitirnos el perderlo para siempre.

Seguramente una aplicación concreta para la celebración de este maravilloso Centenario podría tener el colofón positivo de ser capaces entre todos de revitalizar el magnífico rebaño de Churra Tensina que aún pastó el verano pasado en Góriz y que, en cierta medida, resume las esencias de cuanto he pretendido explicar (Fig. 8).

BIBLIOGRAFÍA  

Aguirre, J., A. Fillat y F. Fillat (2003). La Participación Social en proyectos de ordenación: el caso del pastoreo en un Espacio Natural Protegido. Actas de la XLIII Reunión Científica de la SEEP, Granada (España).

Aldezábal, A., J. Bas, F. Fillat, R. García-Gonzalez, I. Garin, D. Gómez y J. L. Sanz (1992). Utilización ganadera de los pastos supraforestales en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, Instituto Pirenaico de Ecología. Convenio C.S.I.C. - I.C.O.N.A.: 145.

Balcells, E. y J. Castells (1992). Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, ICONA. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Catalán, J. et al. (2016). Interacción entre clima y ocupación humana en la configuración del paisaje vegetal del Parque Nacional de Aigües Tortes i Estany de Sant Maurici a lo largo de los últimos 15 000 años. En (Ed.) E. Gassiot. Arqueología del pastoralismo en el Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Montañas humanizadas: 71-92. Red de Parques Nacionales, Madrid.

Daumas, M. (1976). La vie rurale dans le haut Aragon Oriental. Madrid, Institutos de Estudios Ocenses.

Fillat, A. (2003).Plan Ganadero para el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Proyecto Fin de Carrera de Ingeniero Técnico Agricola 60 pp, Anexos y Planos. Escuela Politécnica Superior de Huesca

Fillat, F. (2008). Situación, distribución e importancia de los ecosistemas pastorales en los biomas terrestres. En (Eds.) F. Fillat, R. García-González, D. Gómez, R. Reiné. Pastos del Pirineo: 17-24. CSIC-Diputación de Huesca. Madrid. 

Le Couédic M., Calastrenc C., Rendu Ch., (2016). A la recherche de la chronologie. En (Ed.) Ch. Rendu, C. Calastrenc, M. Le Couédic, A. Berdoy. Estives d’Ossau. 7000 ans de pastoralisme dans les Pyrénnées : 85-114. Parc National des Pyrénées, Université ToulouseJean Jaurès, Le Pas d’oiseau.Toulouse.

Moreno, M.J. (1995). Estudio de la ganadería de los Montes de Urbasa, Limitaciones de Las Amescoas, Andía y Santiago de Lóquiz: 118 pp, Anexos y Planos. Trabajo Fin de Carrera de Ingenieros Técnicos Agrícolas. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos. Pamplona.

MSA I+D S.L. e IPE-CSIC (2003). Plan de Ordenación Pastoral. Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. 82 pp + cartografía y anexos.

Revilla, R. (1987). Las zonas de montaña y su entorno económico. Análisis estructural y bases técnicas para la planificación de la ganadería en los Altos Valles del Sobrarbe. Departamento de Agricultura y Economía Agraria. Zaragoza, Facultad de Veterinaria. Universidad de Zaragoza.

Sánchez Belda, A. y Sánchez Tujillano, M.C. (1986). Las Razas ovinas españolas. Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, Madrid.

Páginas web

-Red Parques Nacionales, 2017: (http://www.mapama.gob.es/es/redparquesnacionales/nuestrosparques/ordesa/fichatecnica/ default.aspx).

-Asociación de Criadores de Cabra de Raza Pirenaica, 2017: http://www.mapama.gob.es/es/ganaderia/temas/zootecnia/razasganaderas/razas/catalogo/peligro-extincion/caprino/pirenaica/