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25 AÑOS RECUPERANDO LA TRASHUMANCIA EN ESPAÑA

Jesús GarzónAsociación Concejo de la Mesta 

La importancia ecológica de la trashumancia nunca ha sido valorada adecuadamente, a pesar de su extraordinaria trascendencia para conservar nuestros ecosistemas más valiosos y  garantizar una gestión sostenible a largo plazo en el conjunto del territorio peninsular. Aunque la trashumancia en España se ha venido estudiando tradicionalmente como una actividad económica de origen medieval, que solo se consolidó tras la reconquista cristiana del suroeste peninsular (Bishko, 1986), un estudio comparativo sobre la evolución del clima, la  vegetación, la fauna y las culturas hispánicas a lo largo del tiempo permite remontar los orígenes de la trashumancia actual hasta principios del Neolítico, hace más de 7000 años (Garzón, 1992; Rojo et al., 2014). Los beneficios del pastoreo para el terreno fueron resumidos admirablemente por Montserrat (1975): “El ganado explota rozando las hierbas, laborea por pisoteo, estercola preferentemente en sus querencias que podemos modificar”.

 La extraordinaria biodiversidad de los ecosistemas ibéricos ya indica una adaptación muy antigua de la fauna y la flora silvestre a las migraciones periódicas de las grandes manadas de herbívoros, que durante millones de años seleccionaron y dispersaron la vegetación hasta modelar unos paisajes que han perdurado hasta nuestros días, desde mucho antes de que el hombre comenzase a domesticar las primeras especies animales (Cabo, 1994). En nuestra península, el manejo de los ganados y su adaptación a las condiciones ambientales, ha generado  una extraordinaria diversidad genética, con más de 38 razas autóctonas de ovejas, 20 de cabras o 35 de vacas (Fernández, 2009). Muchas de ellas realizan desplazamientos estacionales muy distantes en ocasiones, para un óptimo aprovechamiento de los pastos y del agua, así como para evitar la acción de los parásitos, el frío, la sequía y los calores extremos. La mayor parte de los territorios utilizados por la ganadería extensiva se encuentran situados entre las isotermas de + 6º en el mes más frío y de + 17º durante el más cálido, disfrutando así de una prolongada primavera donde siempre crece la hierba, al margen de heladas y sequías. 

LA IRRUPCIÓN DEL TREN 

Durante la segunda mitad del siglo XIX se produjo un hecho trascendental que supuso un profundo cambio socioeconómico y que afectó también a la ganadería extensiva, tal como se había practicado hasta entonces desde tiempo inmemorial. Este gran cambio fue consecuencia inmediata de la construcción de la red de ferrocarriles, culminada en España en 1896 con la apertura de los últimos tramos de la línea  Mérida - Astorga, con ramales desde Malpartida de Plasencia  hacia Madrid y Aragón o  desde Salamanca hacia Soria. Quedaron comunicadas así las comarcas de invernada en Extremadura con las principales sierras  de veranada en Castilla y León, La Rioja o Cuenca. En muy pocas décadas, los trenes sustituyeron casi por completo al único medio de transporte terrestre que había existido hasta entonces: andando, en carretas de bueyes o mediante caballerías. Por primera vez en la historia de la Humanidad fue posible así el traslado rápido, cómodo y barato de viajeros y mercancías o, en el caso que nos ocupa, de ganados, lanas, piensos y forrajes.

Desde entonces, muchas ganaderías abandonaron progresivamente  la trashumancia, al poder importar fácilmente los alimentos necesarios para cebar a los animales en sus propias explotaciones durante todo el año. Los rebaños que continuaron trashumando lo hicieron en condiciones muy distintas a las tradicionales, pues los largos viajes de varias semanas por las cañadas fueron sustituidos por traslados en tren, de poco más de un día de duración (Fribourg, 1910). 

La Puerta de Alcalá aún mantiene los mojones de la Cañada Real que pasa por ella.   

Es justo resaltar en este sentido el encomiable  esfuerzo que técnicos y funcionarios desarrollaron en aquella época, deslindando y amojonando nuevas vías pecuarias para facilitar el acceso a las estaciones ferroviarias de embarque, adaptándolas con rampas para que las ovejas pudieran subir a los pisos superiores de los vagones y dotándolas con corrales anejos para el manejo del ganado. Estos trenes continuaron en servicio hasta finales de la década de 1990, pero desde el último tercio del Siglo XX se había generalizado ya progresivamente el transporte en grandes camiones. Con ello  dejaron de utilizarse incluso las vías pecuarias desde los pastizales hasta las estaciones de embarque, lo que redujo aún más el tiempo de los traslados y supuso el abandono casi total de las cañadas. La última gran trashumancia  fue realizada en 1950 por los rebaños del marqués de Perales, desde La Serena extremeña hasta los puertos leoneses de Lois,  guiados por mayorales y pastores del pueblo de Tejerina.

Pero las consecuencias negativas de la desaparición de la trashumancia andando por las cañadas son ya muy evidentes. Desde hace casi 100 años apenas han crecido nuevos árboles en las dehesas del sur, por lo que los magníficos encinares que ahora admiramos, donde se ceban en otoño las piaras de cerdo ibérico, son  “bosques fósiles” que desaparecerán progresivamente durante las próximas décadas si no se restablece la trashumancia o costosas medidas alternativas. La excesiva carga ganadera para el terreno durante los abrasadores veranos  por el pisoteo y estercolado de los rebaños, que ahora permanecen todo el año en las dehesas, unida al de los rebaños trashumantes que debieron retrasar su salida 4 ó 5 semanas durante la época crítica de mayo y  junio, ha resultado catastrófica para los procesos de regeneración de la mayoría de los ecosistemas del suroeste español.

Este riesgo ya fue advertido hace más de 2 siglos por Jovellanos (1795): "es justo respetar la trashumación y cuidar de que no perezcan los restos de nuestra célebre cabaña trashumante… quedarían entonces malogrados los riquísimos pastos que en estaciones alternadas ofrecen la Extremadura y las sierras nevadas". La situación también ha sido denunciada más recientemente por Gómez Sal (1993):  "Tanto en algunas dehesas de Extremadura como en determinados puertos, se están manteniendo y apoyando por la política de subvenciones cargas ganaderas imposibles, que deterioran de forma acusada la calidad de los pastos y destruyen y erosionan el suelo. El alimentar en las dehesas durante todo el año una elevada carga de ovejas "suplementadas" con pienso es una práctica que puede destruir en un plazo breve los pastizales equilibrados y ricos en especies que acreditaban la fama de estos sistemas silvopastorales, y propiciar su degradación progresiva hacia herbazales nitrófilos de escaso interés". Durante los últimos años este problema se está agravando peligrosamente por la sustitución creciente de la ganadería de ovejas por la de vacas, con mucho mayor impacto negativo para los ecosistemas, tanto en las dehesas del como en las montañas. 

IMPORTANCIA ECOLOGICA DE LA TRASHUMANCIA EN PRIMAVERA 

Entre finales de abril y mediados de mayo suele iniciarse la sequía estival en el sur de España. Granan entonces las semillas del pastizal y se produce la resiembra de las plantas anuales, garantizando así su mantenimiento con una diversidad extraordinaria, de las más altas conocidas en el mundo, pues puede superar las 40 especies distintas por cada metro cuadrado de terreno  (Marañón, 1985). En esta época comienzan a crecer también, protegidos por el pasto, los renuevos de encinas y alcornoques de las bellotas que germinaron en noviembre y diciembre, pero cuya parte aérea no empieza a desarrollarse hasta mediada la primavera.

Los meses de mayo y de junio constituyen para la mayoría de las especies faunísticas,  una época crucial en sus procesos reproductivos, tanto para los invertebrados, arañas, hormigas, mariposas, escarabajos, saltamontes..., como para los pequeños y grandes vertebrados. Lagartijas, lagartos y culebras cazan entre la vegetación, progresivamente más seca, donde también buscan cobertura las crías de conejos y liebres. También se afanan por completar su metamorfosis  las larvas de sapos y ranas, tritones y salamandras, en una dramática carrera contra el tiempo para culminar su desarrollo antes de que el calor evapore o que el ganado se beba en pocos días el agua de charcas y arroyos. Hay que considerar que al secarse el pasto y aumentar el calor, cada 100 vacas ó 1000 ovejas necesitan beber diariamente unos 10 000 litros de agua. 

En estos meses de primavera la mayoría de las aves están en plena reproducción, con muchas especies anidando entre la hierba o en los barbechos, como totovías, cogujadas y calandrias, codornices y perdices, sisones, avutardas y aguiluchos cenizos. El cuadro 1 resume el calendario reproductivo de las especies  más sensibles, donde se aprecia que todas ellas pueden   eludir la presión del ganado si este es retirado de los pastos a principios de mayo, pero de lo contrario resultarán destruidos sus pollos o sus nidos, sin posibilidades ya de realizar puestas de sustitución. Curiosamente, la tradición señalaba finales de abril como la fecha de terminación de los arriendos de las dehesas.

Es fácil deducir la inmensa importancia que para la gran mayoría de estas especies hubo de representar la trashumancia. De 3 a 5 millones de cabezas de ganado desaparecían de las dehesas del sur desde mayo hasta noviembre, principalmente ovejas pero también cabras y vacas, yeguas, cerdos y  hasta pavos hacia las rastrojeras tras el descubrimiento de América. Los pastizales del sur quedaban prácticamente desiertos durante más de medio año, permitiendo a la fauna y flora silvestres reproducirse y prosperar sin la presión de ganados, perros y pastores, en una superficie más de 3 millones de hectáreas de Extremadura, Castilla - La Mancha y Andalucía.

No es casualidad que gran parte de estas áreas estén consideradas actualmente del máximo interés para la  conservación de la biodiversidad en Europa: las 8 provincias del suroeste (Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Ciudad Real, Toledo, Cáceres y Badajoz)  reúnen por ejemplo 2 300 000 ha. de parajes de la Red Natura 2000, que coinciden sensiblemente con las dehesas donde invernaban los rebaños trashumantes. En  las principales zonas de veranada, serranías de Cuenca y Teruel, Soria y Rioja,  Palencia, León y Zamora, Ávila y Segovia, los espacios incluidos en la Red Natura 2000 ascienden a más de 1 500 000 ha., por lo que nuestro territorio ganadero ligado a la trashumancia castellana, sin considerar la del antiguo reino de Aragón, supera el  8 % del territorio peninsular, incluyendo el conjunto de la red de vías pecuarias.

REPERCUSIONES DE LA DESAPARICIÓN DE LA TRASHUMANCIA 

Las consecuencias negativas de la permanencia de los rebaños, con sus perros y pastores, en los pastizales del sur durante la época crítica de finales de la primavera son principalmente las siguientes:

a.) Consumo excesivo de los pastizales, afectando a su regeneración y a la conservación del suelo, que, compactado, pierde capacidad para retener el agua y queda desprotegido frente al sol y al viento, a las tormentas del verano y a las lluvias del otoño, dificultando el desarrollo de la hierba antes de las heladas del invierno.  

b.) Destrucción de los renuevos del arbolado, principalmente de encinas y alcornoques, que habitualmente no son consumidos cuando la hierba está verde, pero que son devorados ávidamente por el ganado tras secarse el pasto al finalizar la primavera. La “seca” de las encinas se relaciona con los encharcamientos de otoño e invierno por falta de permeabilidad del suelo debido a su compactación por el ganado durante el verano.

c.) Contaminación y agotamiento del agua de las charcas donde abreva el ganado, afectando a la supervivencia de la fauna acuática y a los ecosistemas en general, al ser los anfibios controladores de plagas por su alimentación básicamente insectívora. 

d.) Falta de cobertura y de alimento para la fauna terrestre, desde invertebrados hasta grandes vertebrados, que desaparecen al quedar los pastizales esquilmados por el ganado.

e.) Molestias de ganados, perros y pastores a los procesos reproductores de las especies más sensibles, y destrucción por pisoteo de los huevos y polluelos de las aves que anidan en el suelo. Las poblaciones del sisón, especie emblemática que conserva en España su reducto más importante a nivel mundial, ha disminuido más del 50% durante la década 2005-2016 (SEO/BirdLife 2016).

 Cesáreo Rey cruzando la calzada de Béjar. (Salamanca) 

En los pastos de montaña es la ausencia de los rebaños trashumantes durante el verano la que tiene consecuencias negativas (Rodríguez  y Gómez, 1992), aunque esto pueda parecer contradictorio con lo expuesto anteriormente, pero las circunstancias son muy distintas:

1.) El ganado pasta por encima del límite natural del bosque, sin perjudicar por tanto al arbolado, y contribuye así a la conservación de los pastizales, controlando la proliferación de arbustos y matorrales, como brezos, tojos y piornos, lo que favorece la biodiversidad y evita la propagación de incendios forestales.

2.) La fauna terrestre ha culminado ya sus procesos reproductores cuando llegan los rebaños a finales de junio, por lo que las principales especies, como perdices pardillas, liebres de piornal, rebecos y corzos pueden eludir fácilmente las zonas aprovechadas por el ganado. En las montañas, el pastoreo diario comienza bien entrada la mañana para evitar el rocío, por lo que la fauna salvaje tiene tiempo suficiente para aprovechar los pastos sin la competencia del ganado, beneficiándose de la mejor calidad de las hierbas e incluso de la sal que colocan los pastores, y que los rebecos, cabras monteses, corzos y ciervos acuden a lamer al amanecer.

3.) Las especies salvajes más sensibles, como el oso, el urogallo, los buitres o las aves rapaces encuentran mayor abundancia de alimento por la proliferación de bayas, insectos, carroñas, reptiles y otras presas respectivamente. En el caso del urogallo, el pastoreo de verano y otoño en los límites del bosque garantiza en la siguiente primavera  una cobertura de pastizal corto y soleado durante mayo y junio, imprescindible para que  los polluelos encuentren durante su primera fase de desarrollo alimento suficiente de hormigas, saltamontes y otros invertebrados, así como para evitar la hipotermia que les provoca el rocío y el sombreado del herbazal y matorral más alto. Esto es una de las causas de la extinción de sus poblaciones endémicas cantábricas y pirenaicas, en el límite suroccidental de la distribución mundial de la especie.

4.) La fauna acuática resulta favorecida por las represas que hacen los pastores en los arroyos para que abreven sus ganados, y que evitan el estiaje durante los veranos secos. Pueden sobrevivir así numerosos invertebrados acuáticos, larvas de  anfibios e incluso mamíferos endémicos de tanto interés como el desmán ibérico.  En estas aguas frías y oligotróficas, los nutrientes que aporta el ganado en forma de polvo y deyecciones activan la riqueza biológica, al contrario de lo que ocurre en el sur, con aguas calientes y eutróficas, que originan incluso procesos tóxicos y anaerobios. Estos abrevaderos de las montañas son fundamentales también para la fauna terrestre, sobre todo para especies con limitada capacidad de desplazamiento, como por ejemplo las perdices pardillas seguidas de sus perdigones.

5.) En la alta montaña, la fertilización que aporta el ganado al suelo es de gran importancia, pues los procesos erosivos y de lavado de nutrientes por la nieve, la lluvia y el viento son muy intensos, y quedan compensados por los rebaños, que cada mañana ascienden pastando por las laderas para  sestear en las cumbres, abonando así el terreno en sentido contrario a la fuerza de gravedad.  La acumulación de estiércol en las majadas también es aprovechada frecuentemente por los vecinos de los pueblos próximos, que abonan con él sus huertos y praderas de siega, manteniendo así una agricultura orgánica con productos de alta calidad.

6.) Para los pueblos de montaña constituye la llegada de los rebaños trashumantes una fuente de ingresos muy destacada, tanto por el arriendo de los pastos y la contratación de personal local para atender el ganado, como por el nada despreciable gasto en tiendas y bares que generan los pastores durante toda su estancia.  La venta de corderos y cabritos, la compra de piensos, sal y otros productos ganaderos, el alquiler de viviendas para familiares, la contribución a fiestas locales y otros muchos aspectos contribuyen a reactivar sensiblemente la economía de estas comarcas, tan amenazadas por la despoblación, el envejecimiento y el abandono.  Esto también tiene repercusiones ecológicas favorables al mantener los ecosistemas tradicionales de estos valles, con arboles frutales, paredes de piedra, huertos, praderías y antiguos edificios donde se  refugian golondrinas, vencejos, lechuzas, cárabos, murciélagos y otras numerosas especies amenazadas.

7.) Los vecinos de los pueblos valoran también la presencia de los pastores por la protección indirecta que brindan los mastines a sus cercados y prados de siega, ahuyentando a los ciervos y jabalíes que de lo contrario llegan a imposibilitar los aprovechamientos. Estos ungulados son desplazados hacia los bosques, donde sus poblaciones pueden ser controladas más fácilmente por los lobos, disminuyendo así también la presión de estos sobre el ganado local. Los conocimientos ancestrales de los paisanos atribuyen también a los rebaños trashumantes un efecto positivo para evitar las plagas de ratones y topillos, alegando que al apurar el ganado la hierba de los pastizales durante el verano no disponen luego los roedores de alimento para sobrevivir bajo la  nieve durante el invierno.         

LAS VIAS PECUARIAS COMO CORREDORES NATURALES 

El abandono de la trashumancia andando por las cañadas supone también la desaparición progresiva de la red de vías pecuarias, un patrimonio público con más de 125 000 km de longitud y 420 000 ha de superficie, que de no ser utilizadas van siendo usurpadas por los propietarios colindantes, carreteras, edificios, urbanizaciones y vertederos, o son invadidas por el matorral y el arbolado haciéndolas intransitables para los ganados. Esto afecta también a muchas especies de la fauna y la flora silvestres, que precisan de las cañadas para sus desplazamientos entre los valles y las cumbres, o para sus migraciones entre el norte y el sur de la Península. 

Los rediles eléctricos favorecen la trashumancia. 

El traslado de semillas y fertilidad por el ganado ha sido estudiado por Manzano y Malo (2006),  demostrando que cada rebaño de 1000 ovejas o de 100 vacas trashumantes dispersa diariamente de 3 a 5 millones de semillas y unas 3 toneladas de abono, contribuyendo así a la supervivencia de muchas especies a lo largo de cientos de kilómetros de cañadas al permitir su adaptación altitudinal al cambio climático. Esto es una evidencia más de la gran importancia de las vías pecuarias como corredores naturales, que conectan entre sí la mayoría de los ecosistemas protegidos por la Red Natura 2000 entre el sur y el norte de España (Gómez Sal, 1993, Ruiz y Ruiz, 1986). Las cañadas constituyen también extraordinarias franjas de biodiversidad, pues muchas especies locales y migradoras encuentran aquí refugio y alimento. Al ser terrenos que nunca han sido labrados ni tratados con fertilizantes químicos ni pesticidas, han permitido sobrevivir a numerosas especies de plantas y animales, exterminadas  por la intensificación agraria en el resto del territorio. Los cultivos actuales suelen ser ya  verdaderos desiertos monoespecíficos, donde las cañadas constituyen los oasis de biodiversidad para multitud de especies, y que  permiten alimentarse a otras muchas de su entorno, que desaparecerían sin la existencia de las cañadas.

Trigueros, totovías, terreras, cogujadas, calandrias, codornices, perdices, sisones, avutardas, alcaravanes, alcaudones, chotacabras, cernícalos, aguiluchos, mochuelos, cigüeñas y otras muchas aves, que precisan una dieta carnívora permanente o durante la fase de crianza de sus pollos, acuden aquí para capturar saltamontes, escarabajos, mariposas, orugas, hormigas, arañas, caracolillos, anfibios y micromamíferos que abundan en las vías pecuarias, donde también son frecuentes lagartijas, lagartos y culebras. Las liebres y conejos encuentran, además de refugio y alimento, una cierta protección al ser las vías pecuarias zonas de seguridad, donde está prohibida la caza con armas de fuego.

Pero no solo el ganado traslada semillas y fertilidad por las cañadas. También contribuyen a ello muchos cientos de miles de aves migradoras, procedentes de áreas remotas pero que utilizan estos corredores naturales cada primavera y cada otoño para desplazarse y alimentarse entre el norte y el sur de la Península. Las cañadas cumplen en este sentido una doble función, pues facilitan la migración de los pequeños pájaros forestales, como reyezuelos, petirrojos, mosquiteros y currucas a través de páramos y cultivos cerealistas, brindándoles refugio y alimento en los matorrales y arbolillos. A  su vez,  permiten también el paso de aves de llanura como lavanderas, collalbas, alondras, avefrías, chorlitos y otros limícolas, o incluso grullas y avutardas a través de grandes extensiones cubiertas de arbolado o de matorral denso, ya que aquí pueden reposar y alimentarse en los pastizales, sobre todo en los descansaderos, donde se ensanchan las cañadas.


PROYECTO 2001: RECUPERANDO LA  TRASHUMANCIA 

El paso por el puente de Alcántara fue eñ inicio del Proyecto 2001. 

Una de las mayores dificultades  para conservar la trashumancia es convencer a nuestros políticos actuales de la importancia de mantener la ganadería extensiva en España, considerando las condiciones climáticas y sociales a las que deberá enfrentarse nuestro país durante las próximas décadas. Los pastores son personas con derechos consuetudinarios inalienables y depositarios de una cultura milenaria imprescindible para garantizar una gestión sostenible del territorio a largo plazo. Pero para mantener su libertad de movimientos con el ganado, sea a corta,  media o larga distancia, precisan de una red de vías pecuarias en buen estado, que ellos mismos han creado a lo largo de los siglos con sus desplazamientos tradicionales. Paradójicamente, entre los especialistas e investigadores también ha existido una especie de resignación generalizada ante el abandono que sufren las cañadas, aspirando a mantener solo  itinerarios  de poca anchura como recorridos didácticos, culturales o recreativos.  

Alegaban la imposibilidad de transitar y a larga distancia con grandes rebaños debido a la destrucción irreversible de muchos tramos de cañadas, de sus abrevaderos y descansaderos, así como la falta de pastores por estar ya retirados los viejos trashumantes y no existir interés entre los jóvenes para  practicar un oficio tan  duro y tan mal considerado socialmente.

Aun reconociendo la certeza de estos argumentos, no se podía permanecer impasible ante la agonía de esta cultura milenaria de tanta importancia ecológica, cultural y social, y que tan profundamente ha impregnado la historia de España, desde sus orígenes más remotos hasta nuestros días. La aprobación por las Naciones Unidas en junio de 1992 del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que establece en su Art.8.j. el compromiso de los Estados signatarios de preservar y fomentar las prácticas tradicionales que contribuyan a conservar los ecosistemas, impulsó que aquel mismo verano de 1992 fundásemos una asociación sin ánimo de lucro para fomentar la conservación de las vías pecuarias mediante la recuperación de la trashumancia tradicional. La denominamos Concejo de la Mesta, como homenaje al antiguo gremio medieval fundado en 1273 por Alfonso X el Sabio para proteger a los pastores.

Para valorar las dificultades y la viabilidad de recuperar la trashumancia, iniciamos en 1993 una experiencia piloto que denominamos Proyecto 2001, manifestando así  nuestra voluntad de mantener la trashumancia viva por las cañadas al menos hasta el próximo milenio, de forma sostenible tanto económica como socialmente. Aunque los rebaños tradicionales eran de un millar de ovejas a cargo de 5 pastores, la rentabilidad  crítica de los  rebaños actuales es de 500 a 600 ovejas por pastor. Para transitar por las cañadas siguen siendo necesarios 5 pastores, uno delantero dirigiendo el rebaño, dos a los lados para evitar daños en cultivos colindantes, uno a la zaga con las caballerías y otro de apoyo para instalar las redes y el campamento, preparar la comida y realizar la compra diaria. Por tanto, la  cabaña óptima para una trashumancia moderna sería de 2500 a 3000 ovejas, el doble o el triple que los rebaños tradicionales. Esto reafirmaba también la necesidad de mantener las vías pecuarias con toda su anchura legal: 75 m. las cañadas, 37,5 m. los cordeles y 20 m. las veredas, con al menos 3 abrevaderos y descansaderos por cada jornada de 20 Km.

La salida del primer rebaño trashumante del Proyecto 2001 levantó gran expectación en círculos ganaderos y en los medios de comunicación, que se concentraron aquel 27 de junio de 1993 para asistir al cruce del río Tajo por el monumental puente romano de Alcántara (Cáceres), rumbo a las montañas de Porto de  Sanabria. Imprescindible para ello fue la colaboración entusiasta del ganadero D. Cesáreo Rey, que aportó su experiencia personal de antiguo trashumante y un rebaño selecto de 2600 ovejas de pura raza merina. La iniciativa fue financiada por el primer proyecto LIFE-93 NAT/E/11500 de la Comisión Europea y por el Fondo Patrimonio Natural Europeo, para recuperar la red de vías pecuarias como Corredores Ecológicos para la Protección de las Especies Amenazadas. Los resultados de aquella primera experiencia trashumante, en la que recorrimos 1000 Km durante 2 meses por las cañadas Burgalesa y de la Plata,  fueron muy satisfactorios con protagonismo constante del rebaño y sus pastores en los medios de comunicación, especialmente en T.V.E.

Pudimos demostrar así en la práctica que las vías pecuarias, ciertamente muy abandonadas,  podían transitarse con más o menos facilidad. Las  autoridades locales colaboraron en todo momento, tanto las municipales para facilitar el paso por  pueblos y ciudades, como la Guardia Civil en los cruces de carreteras. Los pastores fueron  consolidando  un magnífico equipo de jóvenes entusiastas y enamorados de su oficio, y tampoco hubo problemas destacables con los agricultores y ganaderos del recorrido. Lo más gratificante de todo el viaje fue comprobar el enorme interés de los vecinos  y  la gran memoria colectiva popular sobre la cultura pastoril, que permitía recordar hasta los más mínimos detalles de las cañadas  y del paso de los ganados, tras medio siglo de abandono. El regreso del rebaño a sus pastos de invierno en Valverde de Mérida (Badajoz), fue festejado por todo el pueblo, con asistencia del Presidente de la Asamblea de Extremadura y del Director General de ICONA,  que se comprometió públicamente a tramitar, en el plazo más breve posible, una nueva Ley de Vías Pecuarias en apoyo a la trashumancia.

En mayo de 1994 salimos de nuevo con Cesáreo y su rebaño desde Valverde de Mérida para recorrer la Leonesa Occidental y la Leonesa Oriental hasta los puertos de Luriana y El Mostajal de Portilla de la Reina, en el límite de León con Cantabria. Descubrimos así el pueblo de Prioro, que junto con Tejerina  y Remolina son verdaderos tesoros de la cultura trashumante, pues de aquí procedían buena parte de los pastores, rabadanes  y  mayorales que conducían las antiguas cabañas hasta  Extremadura y La Mancha. En Prioro decidimos aquel otoño regresar a Extremadura pasando por Madrid, pues en aquellos días estaba debatiéndose en Las Cortes el proyecto de la nueva Ley de Vías Pecuarias, cumpliendo el compromiso contraído el año anterior por el director general de ICONA, D. Humberto da Cruz. El paso del rebaño por la capital fue  seguido por decenas de miles de personas entusiasmadas, pues no en vano Madrid y sus alrededores reúnen una importante  población de origen rural, que disfrutaron de su día grande acompañando al ganado y a los pastores por  la Calle Mayor, Sol, Cibeles y la Puerta de Alcalá, donde aún se conservan los mojones que delimitan la vía pecuaria. La Ley 3/95, fue finalmente promulgada el 23 de marzo, y para celebrarlo uno de nuestros rebaños pasa desde entonces cada otoño por el centro de Madrid, en una de las fiestas más populares de la capital.

Pero el futuro  de la trashumancia en España depende mucho de que las Administraciones sean capaces de cumplir su obligación, deslindando las cañadas con su anchura tradicional, restaurándolas y recuperándolas  donde sea preciso, señalizándolas para que los pastores no se pierdan por los caminos y causen involuntariamente daños  en terrenos ajenos, creando abrevaderos limpios y en buen estado cada 5 a 6 Km. para que el ganado pueda beber al menos un par de veces al día, y construyendo pasos a distinto nivel en  carreteras y vías férreas para que crucen sin peligro los ganados y la fauna silvestre. Son también muy convenientes los muladares en algunos parajes estratégicos para que los buitres eliminen posibles carroñas así como  refugios para que los ganaderos puedan pasar la noche a cubierto durante sus viajes por las cañadas.

Complementariamente, debe fomentarse cuanto antes la formación de jóvenes pastores y pastoras, con una  titulación adecuada que garantice y reconozca los conocimientos imprescindibles para ejercer este oficio de tanta responsabilidad. Los beneficios sociales, culturales y ambientales de la trashumancia también deben ser valorados adecuadamente, compensando a los ganaderos por su contribución imprescindible a la conservación de un patrimonio público tan importante como la red nacional de vías pecuarias, el 1% del territorio nacional, alejados durante meses de su domicilio habitual, incrementándose los riesgos de todo tipo que asumen durante los viajes, renunciando a las 2 parideras más rentables del año (en agosto y Navidades), y por las repercusiones económicas y sociales tan positivas que generan a lo largo de los caminos y en los lugares de destino, con gran cantidad de empleos inducidos. La reciente declaración de la trashumancia como patrimonio cultural inmaterial por el Consejo de Ministros (B.O.E. nº 86 de 11.04.2017), y el Decreto de la Junta de Extremadura subvencionando la trashumancia andando por las cañadas (D.O.E. nº 67 de 02.04.2017) son aportaciones muy positivos en este sentido. El Cuadro 2 resume las trashumancias que hemos apoyado durante este cuarto de siglo.

SOBRE EL USO MULTIPLE DE LAS CAÑADAS 

En los últimos años, los usos recreativos de las cañadas, como senderismo, cicloturismo o excursiones a caballo han tenido un auge extraordinario y pueden constituir, en un futuro inmediato, un recurso socioeconómico de gran importancia para las poblaciones y establecimientos situados en el entorno de las vías pecuarias. La afluencia masiva a otros itinerarios análogos, como el Camino de Santiago, sirve de referencia sobre las posibilidades recreativas, culturales y turísticas que tienen las cañadas para vertebrar el desarrollo  de muchas comarcas, ahora deprimidas y abocadas al abandono. De hecho, los primeros caminos a Santiago fueron mozárabes, es decir, de los cristianos españoles que vivían en tierra de moros y que desde las capitales del sur, como Sevilla, Córdoba y Toledo peregrinaban hasta la tumba del Apóstol.  

Puerto de Saliencia (Asturias), verano de 1999. 

Utilizaban para ello las cañadas, y Sorianas, y fue la fama internacional de estas peregrinaciones, divulgada también por los cronistas árabes, la que atrajo años después a los europeos del norte y por el más conocido Camino Francés.

La Ley de Vías Pecuarias establece en su Artículo 1.3 que estas podrán ser destinadas a usos compatibles y complementarios, dando prioridad al tránsito ganadero y otros usos rurales, inspirándose en el desarrollo sostenible y el respeto al medio ambiente, al paisaje y al patrimonio natural y cultural. En su Artículo 17.1 considera usos complementarios de las vías pecuarias el paseo, la práctica del senderismo, la cabalgada y otras formas de desplazamiento deportivo sobre vehículos no motorizados, siempre que respeten la prioridad del tránsito ganadero. Estas actividades consideradas compatibles o complementarias generan sin embargo evidentes problemas para la ganadería y para los demás usuarios de las vías pecuarias que no se deben ignorar. El ganado avanza por la cañada paciendo tranquilamente, tendido y ocupando toda su anchura. El tránsito de personas andando, corriendo, paseando perros, o con niños que juegan al balón, causa  continuas molestias  a los pastores y al ganado, dificultando su manejo si no se tiene suficiente cuidado.

Hay que advertir sin embargo los problemas que entrañaría una gestión equivocada de las vías pecuarias en este sentido. Los  rebaños transitan por las cañadas muy pocos días al año, y existe por tanto el riesgo de que los usos complementarios pueden prevalecer sobre los prioritarios, llegando a dificultarlos sensiblemente, como ya está ocurriendo con la  plantación de arbolitos, creación de áreas recreativas con bancos, mesas y columpios, o asfaltado de grandes tramos para carriles bici. Las cañadas son ante todo pastizales, y precisan por tanto del pastoreo regular para su mantenimiento, pues el ganado siega las hierbas con sus dientes, abona el suelo con su estiércol e incorpora las semillas y la materia orgánica al terreno con sus pezuñas. Los excursionistas deben transitar por veredas laterales sin interferir con el pastoreo, que es imprescindible fomentar para asegurar tanto la conservación de las cañadas como la conectividad entre los principales ecosistemas ibéricos.

 Incluso actitudes bienintencionadas,  como dar de comer o acariciar a los perros, sobre todo si son cachorros, hacen que estos se retrasen y lleguen a  perderse, o sean atropellados  al atravesar solos las carreteras. El ganado puede representar también un cierto peligro para los usuarios. Hay que recordar las desventuras de Don  Quijote, al que le pasan por encima manadas de toros y piaras de puercos o  al que  apedrean los pastores, por no saber comportarse en las cañadas.  No  debe extrañar por ejemplo que los mastines, poco acostumbrados a tolerar la presencia de desconocidos en las proximidades del rebaño, se arranquen súbitamente ladrando a los ciclistas, a caballistas o a gente que pasea  con otros perros, provocando sustos y disgustos. Los problemas pueden ser aún mayores si en lugar de pacíficos rebaños de ovejas o cabras con algunos mastines, lo que se les viene encima a los confiados paseantes y deportistas, o a familias completas con sombrilla, abuela, mesitas  y  sillas, es una manada de  vacas bravas, que pueden originar situaciones de verdadero peligro para personas asustadizas o desprevenidas. Es imprescindible garantizar por ello un  nivel mínimo de conocimientos y de formación para los usuarios de las cañadas, tanto para que respeten las indicaciones de los pastores y vaqueros y  la prioridad de los ganados, como para que sepan reaccionar correctamente ante situaciones que impliquen un cierto  riesgo,  sea este real o imaginario.       

ALTERNATIVAS DE FUTURO 

Recepción a los rebaños en Prioro.  

Nuestras propuestas para mejorar de forma inmediata la situación actual, garantizando la práctica de la trashumancia para una gestión sostenible y a largo plazo (Horizonte 2050) de la mayor parte nuestro territorio peninsular, manteniendo los servicios ecosistémicos fundamentales, implican la necesidad de reconocer la importancia del pastoreo extensivo con pequeños rumiantes para cumplir los siguientes objetivos: 

1- Generar empleos de calidad para pastores jóvenes y cualificados en el medio rural.

2- Detener la preocupante regresión actual de ovejas y cabras en extensivo.  

3- Evitar la dependencia de piensos compuestos, agua, energía e infraestructuras.

4- Fomentar el pastoreo con ovejas y cabras para evitar los incendios forestales y los procesos erosivos,  fomentando la adaptación de los principales ecosistemas al cambio climático de la biodiversidad, conservando las vías pecuarias así como las zonas verdes urbanas y periurbanas, de forma económicamente sostenible a largo plazo.

5- Crear para ello microempresas con jóvenes emprendedores, que colaborando con los ganaderos trashumantes o con otras explotaciones de ganaderos tutores durante el tiempo necesario, puedan responsabilizarse de la gestión de rebaños de 500-600 ovejas o de 100-150 cabras, con el apoyo institucional que sea imprescindible.

6- Agrupar localmente a 3 ó 4 de estos ganaderos para generar rebaños de 2000 a 2500 ovejas o de 500 a 600 cabras, para trashumar por las vías pecuarias favoreciendo su conservación y restauración, evitando el sobrepastoreo de primavera en las dehesas del sur y el abandono de los pastos y de los pueblos en las montañas del norte y garantizando así a estos jóvenes el disfrute de tiempo libre y de vacaciones al trabajar en cuadrilla con los restantes compañeros trashumantes.

7- El objetivo final sería recuperar en el menor plazo posible el óptimo histórico de unos 3 millones de ovejas y cabras trashumantes, garantizando el relevo generacional mediante la incorporación de unos 5000 jóvenes al medio rural, que generarían también miles de puestos de trabajo indirectos relacionados con la comercialización de los productos ganaderos, el turismo de la naturaleza, la hostelería, los servicios ambientales, etc.

8- Determinar las inversiones necesarias para ello y las modificaciones legales que eviten los actuales problemas de incorporación de jóvenes ganaderos a esta actividad.

9- Coordinar con los diferentes Ministerios (sobre todo Agricultura, Educación, Trabajo, Fomento, Interior y Turismo), las actuaciones imprescindibles para la eficacia de estos objetivos.

10- Establecer urgentemente un Registro Nacional de Ganaderos Trashumantes que facilite al Estado Central el apoyo a estos objetivos mediante la financiación europea, dado que afectaría a todo el territorio nacional y sería un proyecto estratégico para el Siglo XXI.

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