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PRINCIPALES DESAFÍOS EN LA PLANIFICACIÓN Y GESTIÓN DEL AGUA

Tomás A. Sancho Marco 

PRINCIPALES DESAFÍOS, HOY 

Atrás quedaron los días en el que el agua era considerada un recurso abundante e inagotable, como el aire, no afectado por la escasez, que escapaba al objeto de las teorías económicas sobre la oferta y la demanda. La preocupación era activar la acción pública para poder, mediante la construcción de obras hidráulicas, acceder a la disponibilidad real y efectiva del agua para su uso por el hombre y los seres vivos, y para satisfacer las demandas productivas.

El devenir de nuestra historia, a lo largo del siglo XX, puede resumirse (en lo que afecta al agua) en un decurso en el que la población se ha multiplicado por 4, y el consumo de agua por 24 ¡6 veces más que la relación directa!. Se han manifestado ya signos inequívocos de un cambio necesario en el enfoque para afrontar los nuevos retos que se plantean con respecto al agua, derivados del cambio global.

El nivel de exigencia sobre el agua sigue creciendo. Tenemos por delante unos retos muy importantes que afrontar en la planificación hidrológica  y la gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH):

Hay abundancia de agua en el mundo…, pero no como queremos, cuando queremos ni donde queremos. 

Es inexplicable que no estén cubiertas las necesidades humanas básicas de agua y saneamiento y que la carencia de algo tan vital acarree pobreza, daños para la salud e incluso un número apreciable de muertes. Alrededor de 800 millones de personas carecen de acceso a agua de abastecimiento segura; más de 2500 millones carecen de saneamiento básicos; casi 1000 millones de personas están mal alimentadas. Y la mayor parte del crecimiento poblacional que se espera en las próximas décadas (el 90 % de 3000 millones de personas más hasta 2050) se concentrará en los países en desarrollo, precisamente donde peor cubiertos se encuentran ya el abastecimiento y saneamiento de agua a la población.

¿Qué sucede?  ¿Es que no hay agua para todos? ¡Pues no! En la figura del ciclo hidráulico global, se recoge cuánta agua hay en las diversas partes del ciclo hidrológico. Aquí vemos que realmente en el mar hay 1400 millones de kilómetros cúbicos. Eso es tanto como decir que, para lo que estamos usando, el mar es inagotable. Lo que se está usando ahora es del orden -entre todos los usos- de 4200 kilómetros cúbicos al año, y estamos hablando de que hay en el mar 1.400 millones. Y lo que tenemos en los ríos son 42 000 km3 al año, como media. Es decir, que a día de hoy en la Tierra se está usando, más o menos,  el 10 %  del agua disponible que existe como media en los ríos. Pero ahora que la tecnología permite la desalación de agua marina para obtener agua potable, en cualquier caso, si hablamos de falta de agua, no será porque no haya recurso, sino porque será caro su obtención y transporte…

¿Por qué entonces hay carencias de agua? Pues porque aunque a nivel global medio las cifras encajan, hay muchas irregularidades a lo largo del espacio, y hay muchas irregularidades a lo largo del tiempo, y eso hace que, como el hombre elige dónde vivir -o nace donde nace-, su ubicación no coincide con los lugares con los que está el recurso. Hace falta actuar para poner el agua dónde y cuándo queremos y la necesitamos.

Si consideramos el agua distribuida por regiones en el mundo se ve que, por ejemplo, en Norteamérica, donde está el 5% de la población, tenemos el 19 % del recurso hídrico disponible a nivel global. En Latinoamérica está el 8 % de la población y el 40% del recurso hídrico. En África está casi el 15 % de la población y no llega al 12 % del agua. En Europa el 11% de la población y el 19% del recurso hídrico. En Asia está el 60 % de la población y el 34 % del agua. Y si se baja el foco y apuntamos a muchas regiones del mundo, el desequilibrio entre agua disponible y necesaria se agudiza en numerosas partes.

Digamos así que, aunque siempre se ha dicho que el hombre se pone donde hay agua, a día de hoy eso no es tan cierto; y en unos lugares hay más problemas para conseguir el agua que se necesita que en otros. Y en todos hay de sobra, si se hace el balance por continentes, por países …, salvo en los desiertos, hay agua suficiente para abastecer a la población. La actual y la prevista en el futuro. 

La proyección a 2030 de la brecha entre agua disponible y necesidades previstas muestra, sin lugar a dudas, que  no podemos dejarnos llevar más por la inercia. Se requiere actuar de manera decidida, y en la buena dirección, para que a nivel global no se produzcan una serie crisis por el agua. 

No se puede descansar en una evolución inercial de la situación: si no se actúa la brecha entre oferta y demanda será inasumible. 

No se puede descansar en una evolución inercial de la situación: si no se actúa la brecha entre oferta y demanda será inasumible. 

La disponibilidad de agua es imprescindible para la vida y para el desarrollo de la civilización. La competencia entre usos se da con nivel creciente, y la afección al medio ambiente también. El crecimiento demográfico y el cambio climático incrementan la presión sobre los recursos hídricos. El tradicional enfoque fragmentado no es viable por más tiempo, y se impone un cambio de paradigma: ahora resulta esencial un enfoque holístico de la gestión del agua. 

El necesario cambio de paradigma. 

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que deben adoptarse por la ONU este año, en 2015, originarán una ocasión única para que los países impulsen avanzar en una variedad de temas críticos para el desarrollo político, socioeconómico y ambiental. En particular, la propuesta actual de un Objetivo específico dedicado al agua (n ° 6) incluye la GRH-gestión de los recursos hídricos (metas 6.4 y 6.5):

6.4 Para 2030, aumentar substancialmente el uso eficiente del agua en todos los sectores y garantizar la sostenibilidad de las extracciones sostenibles y el suministro de agua dulce para hacer frente a la escasez de agua y reducir sustancialmente el número de personas que sufren escasez de agua.

6.5 En 2030 aplicar la gestión integrada de recursos hídricos en todos los niveles, incluso mediante la cooperación transfronteriza, según proceda.

Los gestores, tanto si están en el sector público como privado, tienen que afrontar difíciles decisiones en la asignación de los recursos hídricos, pues tienen que prorratear decrecientes aportaciones de agua entre demandas siempre crecientes.

El enfoque de la GIRH- Gestión Integrada de Recursos Hídricos está ya globalmente aceptado como el camino a seguir en adelante para alcanzar un desarrollo sostenible, eficiente y equitativo, así como para conseguir  la gestión de los limitados recursos mundiales de agua y resolver los conflictos entre demandas. Hoy día, sin embargo, por mor de la presión que ha introducido sobre el recurso el desarrollo humano, y a la vista de los problemas existentes, tanto en cantidad como en calidad, se considera que la seguridad hídrica es un factor fundamental a asegurar para mantener y mejorar la calidad de vida de la humanidad.  Así lo entendimos siete organizaciones globales que en la Declaración de Chengdu 2013 sobre Seguridad Global en el Agua, pusimos el acento sobre las exigencias que supone la escasez de agua, enfatizamos la atención que debe dedicarse a la seguridad hídrica y reclamamos para alcanzarla una acción conjunta en los campos de la política, de la educación, de la investigación y de la práctica.

Las sociedades humanas son a menudo responsables de la degradación de la calidad de los recursos hídricos. Por ejemplo, cada día se vierten más de 2 millones toneladas de aguas negras y residuales procedentes del uso industrial y agrícola en masas de agua del planeta. Debemos manejar la sustentabilidad del agua de modo que todo el mundo tenga suficiente agua para beber y para mantenerse limpio y sano; que  los productores de alimentos tengan agua suficiente para satisfacer las demandas de las poblaciones en crecimiento; que las industrias puedan tener agua suficiente para sus necesidades; y que los países  garanticen un suministro estable de energía. Y que todo ello se haga de manera que no se comprometa la calidad del recurso ni el servicio que al agua presta a  todos los ecosistemas a ella conectados, y de modo que el progreso se lleve a cabo de manera equilibrada, equitativa y solidaria.

l agua no puede ser un factor limitante del desarrollo económico-social de los territorios y, por otra parte, no se puede realizar un impacto ambiental grave en los ecosistemas hídricos. Además debe tenerse en cuenta la sostenibilidad, por la cual debemos entender su viabilidad de prolongarse en el tiempo, y en un contexto de solidaridad con las generaciones futuras, a las que no podemos dejar un escenario de inequidad social, ni de hipoteca económica desproporcionada, ni de agotamiento de recursos naturales vitales como el agua. La escasez de agua tiene dos vertientes: una primera, que es que por falta de infraestructuras, no se pone a disposición de los usuarios la que es técnica, económica y ambientalmente posible, y otra segunda, que es que aun teniendo disponible toda la que es posible técnica, económica y ambientalmente hablando, hay más usuarios expectantes o ya implantados que recurso para ser usado. 

Guías clave para avanzar en la dirección corerecta. 

Por tanto, la actuación pasa por impulsar todas aquellas actuaciones que permitan una mejor gestión de la oferta, en cualquiera de sus facetas (incremento de regulación de aguas superficiales, utilización de aguas subterráneas e incremento de uso conjunto con las superficiales, reutilización, desalación) de modo que cuando técnicamente y ambientalmente sea viable, no sea estrangulada la disponibilidad del agua de modo ilógico y siempre en perjuicio de los potenciales usuarios de menor capacidad económica, en primer lugar, y del medio ambiente asociado a los ecosistemas hídricos, por añadidura.

Tan importante o más es desarrollar una adecuada gestión de la demanda. Si no se procede así, y sea cual sea la gestión de la oferta, al final siempre falta agua, al menos en un país con las singularidades de España. Esta gestión de la demanda se consigue, en primer lugar, mediante medidas legales, seguidas de su efectiva aplicación práctica por parte de todos los actores, con papel protagonista para los usuarios. Así, debe intensificarse la gestión integrada de la oferta y la demanda, superando conceptos de visiones separadas de ambas cuestiones, y propiciando un uso del recurso económicamente eficiente, ambientalmente aceptable, y que satisfaga las demandas que propicien la actividad socioeconómica necesaria en los diversos espacios territoriales.  

LA NECESIDAD DE LA PLANIFICACIÓN HIDROLÓGICA 

 La DMA y su evolución inmediata: el blueprint.  

Hay consenso en torno a la necesidad y oportunidad de la planificación hidrológica. Aun desde una perspectiva liberal alejada de las tesis keynesianas, la realidad es que, en lo que al agua se refiere, hay tres hechos constatables que avalan la necesidad de proceder a una planificación del recurso:

1.- La gestación y ejecución de las actuaciones para poner el agua a disposición de los usuarios requiere un periodo de tiempo dilatado, largo. 2.- Es necesario involucrar a administraciones, usuarios y agentes sociales. 3.- No hay dinero para todo, y es necesario priorizar los objetivos.

Hemos destacado antes la importancia de desarrollar una adecuada gestión de la demanda. Si no se procede así, y sea cual sea la gestión de la oferta, al final siempre falta agua, al menos en un país con las singularidades de España. Esta gestión de la demanda se consigue, en primer lugar, mediante medidas legales, entre las que hay que hacer especial mención a varios hechos importantísimos que no siempre son valorados:

1º) El reconocimiento del agua y del dominio público hidráulico como res publica, de titularidad estatal, y la implantación de un régimen concesional para acceder al uso del bien de dominio público con fines privativos.

2º) El retirar del tráfico concesional la mal denominada en ocasiones demanda ambiental, es decir, el recurso hídrico que es necesario para el mantenimiento o regeneración de los ecosistemas hídricos. Esta es una de las principales aportaciones de la modificación legislativa española de finales de 1999.

3º) La determinación de la prelación de usos, de modo que se declara legalmente la existencia de unas prioridades de usos a la hora de otorgar concesiones de agua para derechos privativos para su utilización, algo ya instaurado en la tradición legal española y que resulta vital para introducir la capacidad de asignar en cada ámbito geográfico y natural el recurso disponible a quien es globalmente óptimo, y antes aún que ello, tener siempre agua disponible para las necesidades más básicas.

4º) La asignación y reservas de usos que se realizan mediante la planificación hidrológica en el seno de un proceso participativo mantenido en los Consejos de Agua de cada cuenca hidrográfica.

5º) El respeto de la unidad del ciclo hidrológico, y de la unidad de cuenca, como ámbito natural que trasciende las barreras políticas y asegura, mediante la creación de los organismos de cuenca, la adecuada planificación, administración, control, gestión y puesta a disposición de los recursos hídricos y del dominio público hidráulico.

6º) La participación de los usuarios (ya milenaria en nuestro país) en la gestión del agua.

7º) La flexibilización del régimen concesional, con tutela administrativa, respetando la prelación de usos y entre usuarios con derecho previo a la utilización del recurso, para garantizar una mayor eficiencia en la asignación y utilización de recursos, especialmente en situaciones extraordinarias como sequías.

Bien es cierto que, además, debe intensificarse la gestión integrada de la oferta y la demanda, superando conceptos de visiones separadas de ambas cuestiones, y propiciando un uso del recurso económicamente eficiente, ambientalmente aceptable, y que satisfaga las demandas que propicien la actividad socioeconómica necesaria en los diversos espacios territoriales.

Hay que poner el acento en que la búsqueda del equilibrio no puede hacerse sobre voluntarismos que supongan acuerdos para hoy y conflictos intensos para el mañana. Hay que tener cuidado con generar falsas expectativas y para ello resulta primordial que los planes hidrológicos, los acuerdos y normas en ellos contenidos, se apoyen en un trabajo técnico y científico de primer nivel que garantice la adecuación del plan a la realidad. Para ello:

a) Está ya aceptado que el ámbito básico de planificación (y gestión) ha de ser la cuenca hidrográfica natural. La Directiva Marco del Agua de la Unión Europea (DMA) del año 2000 así lo ha recogido, sancionando así la práctica en la que España ha sido pionera a nivel mundial.

b) Los planes de cuenca deben elaborarse y aprobarse secuencialmente, con los siguientes pasos o etapas:

c) Los planes de cuenca pueden presentar distinto alcance, debiendo adaptar su contenido a la realidad de cada cuenca hidrográfica. Son un traje a medida de la necesidad existente.

d) Los planes de cuenca han de ser coordinados en el caso de cuencas transfronterizas, como es el caso de las cuencas compartidas entre España y Portugal, o entre los diversos países atravesados por el Rhin.

e) Dentro de cada Estado, la planificación requerirá de un plan especial, que agregue los diversos Planes Hidrológicos de cuenca, que a una escala geográfica mayor y con rango normativo superior incorporen las medidas de coordinación necesarias. Así, en España, se recoge el Plan Hidrológico Nacional, con el siguiente contenido:

La excelencia técnica no garantiza, sin embargo, el éxito de la planificación hidrológica. Se requiere también que su gestación y aprobación incorpore la gobernanza adecuada. ¿A qué nos referimos? Pues, para explicarlo de manera sencilla, a que sea asumida, defendida y desarrollada por todos los actores básicos.  Para ello, debe producirse, mediante los adecuados instrumentos de participación, el conocimiento, debate y aceptación (en grado suficientemente razonable) de los objetivos y medidas contemplados en los planes.

En un informe del PROMMA (Parrado y Sancho, 2004) adoptamos como definición de gobernanza, aplicada al espacio geográfico de la cuenca, a “los procesos de adopción de decisiones que los diferentes actores de la cuenca, involucrados en los temas hídricos, han alcanzado de mutuo acuerdo para poder mejorar la calidad de vida de la cuenca y mejorar el bienestar de los actores que en ella participan". 

La gobernanza ha de conseguir la alineación de intereses y acciones, cada cual desde su esfera de competencias y capacidades. 

 Además se proponía en el mismo informe que la buena gobernanza es que  “todos los actores de la cuenca, involucrados en la gestión de los recursos hídricos, contribuyen en la determinación de los objetivos, negocian los principios de relación entre ellos, los implantan posteriormente y evalúan los impactos ocasionados así como las relaciones entre los actores, quedando al gobierno la capacidad de intervenir subsidiariamente cuando los demás actores no alcancen un acuerdo sobre los objetivos o sobre cómo conseguirlos”.

Independientemente de si una función la realiza la autoridad nacional/federal, o una autoridad local, se puede asignar un grado determinado de participación a los demás actores no gubernamentales. Para el grado de participación de la escala se entiende que existe un límite respecto a en qué aspectos se puede dar co-decisión o no. Los criterios siguientes establecen los límites sobre lo que no podría existir decisión conjunta entre la autoridad gubernamental y los actores no gubernamentales: Las decisiones que afectan a la integridad de las personas (por ejemplo, la seguridad de las presas, la gestión de las avenidas, la gestión de las inundaciones...) no pueden ser objeto de decisión conjunta. 

Los grados de participación varían según implicación de los actores y la materia a considerar. 

 Si en determinados procedimientos en los que se ha arbitrado un mecanismo de decisión conjunta se superan los plazos sin que los distintos actores se pongan de acuerdo o ejecuten lo acordado, la autoridad debería decidir y actuar sin someter esta actuación de nuevo a la consideración de los demás actores. Los procedimientos de autoridad, es decir, cuando se inspecciona la actividad de los usuarios y se sanciona en caso de cumplimiento, no pueden ser objeto de co-decisión. 

LA PLANIFICACIÓN HIDROLÓGICA Y LA GIRH 

Un tercer requisito es exigido: para el  éxito de la planificación hidrológica, es necesario  que ésta se complemente y se retroalimente con una adecuada gestión integrada del recurso hídrico (GIRH). Una GIRH sin planificación previa puede estar abocada al fracaso. Una planificación que luego no se lleva a la gestión se quedará en papel (mojado, pero inútil).

Así, debemos tener claro que planificación hidrológica y GIRH son las dos caras de una misma moneda, que se complementan y se necesitan la una a la otra. Y que los organismos adecuados donde se pueden conciliar los intereses de unos y otros, donde se puede desarrollar una gestión efectiva (tanto en situaciones ordinarias como en las extraordinarias, sequías e inundaciones) son los Organismos de cuenca, llamados a seguir siendo el pilar de cada sistema nacional de gestión del agua, que deben ser dotados de medios suficientes y de profesionales capacitados y competentes, guiados por una conducta transparente, justa y honesta.   

 En España estamos asistiendo a  la tentación de acudir a una politización territorializada del agua. El agua ya no sería de todos, sino del pueblo, de la montaña, o de la Comunidad Autónoma por donde discurren los ríos o donde están los acuíferos, que tiende a apropiarse del recurso y sentirse dueño de decidir su aplicación o uso en lo sucesivo. El agua pasa a ser, no instrumento de cohesión y solidaridad, sino elemento de autoafirmación y posesión. No hace falta traer a la memoria  recientes ejemplos que están en la mente de todos nosotros (y no solo referidos a trasvases). Tengamos en cuenta que si perdemos la unidad de gestión a nivel de cuenca hidrográfica y las divisiones políticas priman sobre la realidad geográfica y natural, perderemos capacidad de gestionar adecuadamente un recurso natural cual es el agua.

Baste un ejemplo: la gestión de avenidas (con tan buenos resultados en los años gracias a la implementación de los SAIH y de la gestión de los mismos por los Comités Permanentes de Avenidas de las Confederaciones Hidrográficas) sería imposible sin la gestión a nivel de cuenca, con organismos  de cuenca ad hoc y con escala suficiente (amplio ámbito territorial de actuación) para su real eficacia y eficiencia. 

Los organismos de cuenca son el pilar de un sistema adecuado de gestión del agua. El ejemplo de España y su SEGA (sistema español de gestión del agua) es muy clarificador al respecto. 

No debe asistirse inane al espectáculo de “guerra del agua” suscitada por determinadas autonomías, que ha pasado ya a la redacción de los Estatutos de Autonomía. El agua es un factor clave de ordenación territorial, de solidaridad y de cohesión nacional, y debe evitarse a toda costa esta escalada de despropósitos. La planificación y la gestión deben ser por cuencas hidrográficas, con la participación ya prevista de todos los actores interesados, y la integración de intereses (y superación de conflictos) que tal participación ha de suponer. Pero el Estado ha de reservarse la capacidad de actuación que le permita asegurar no solo la integración efectiva de intereses sino la real protección del interés general, evitando la antes referida “tragedia de los comunes”, la competencia desleal y la protección del medio ambiente.

La clave no es aplicar una co-gestión: es necesario que las Comunidades Autónomas comprendan que necesitan una instancia de concertación superior, a la que cedan y apliquen sus competencias. Y que el Gobierno central comprenda que los organismos de cuenca no son unos órganos descentralizados de la Administración General del Estado, sino auténticos organismos con entidad propia que requieren su decidida  tutela y apoyo, y en el que los usuarios y los restantes niveles de gobierno tienen mucho que decir y aportar.

Volviendo a la escala global, en el mundo se observa que una cosa es predicar y otra dar trigo, La aceptación del concepto de GIRH es unánime, pero su aplicación efectiva real dista mucho de ser satisfactoria. Hay que resaltar los esfuerzos continuados dedicados por las instituciones internacionales, y particularmente OCDE y UN-Water, para avanzar en un cuerpo teórico y de aplicabilidad práctica sobre la GIRH, A este respecto, citar brevemente las dimensiones consideradas en los informes sobre la situación en Europa y en América Latina desarrollados por la OCDE, que han identificado y valorado las brechas existentes en diversos campos  (administrativo, de información, de políticas, de capacidades, de financiación, de objetivos y de rendición de cuentas) apuntando a la necesidad de reconsiderar la gobernabilidad y de  impulsar políticas públicas para instrumentar la GIRH. 

REFERENCIA AL SEGA (SISTEMA ESPAÑOL DE GESTIÓN DEL AGUA) 

Para la aplicabilidad práctica de la GIRH, en el cuadro siguiente se recopila el análisis efectuado sobre el SEGA-Sistema Español de Gestión del Agua. No procede compendiar aquí toda la vasta experiencia y matices del sistema español, pero se recomienda vivamente su estudio, por cuanto se trata de un caso de éxito que, aunque como es lógico presente necesidades de cambios y mejoras, ilustra lo que se ha expuesto en este artículo.

Para mayor información, recomiendo vivamente la lectura de la reciente publicación recientemente elaborada por el MAGRAMA- Dirección General del Agua, con la colaboración de Tecniberia, CEDEX y destacados profesionales,  denominada “Sistema Español de Gestión del Agua” (http://www.magrama.gob.es/es/agua/temas/sistema-espaniol-gestion-agua/default.aspx), que contiene tanto aspectos de gobernanza, como un compendio de  tecnologías, así como  Fichas de los servicios relacionados con el agua en España:

1. Planificación hidrológica 2 Gestión sostenible 3 Eficacia en el servicio 4 Seguridad para los ciudadanos 5 Investigación, desarrollo e innovación (I+D+i)

Este conjunto tiene como objetivo hacer reconocible la gestión del agua en España, a efectos de facilitar la internacionalización del sector, es decir, para difundir el reconocimiento de la Marca Agua España. De hecho, nuestro sector viene aplicando de manera intensamente sus conocimientos y saber hacer en planificación hidrológica en diversos países, como actualmente (al menos) es el caso de Perú, Ecuador y El Salvador.

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