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BIOECONOMÍA: EL DISEÑO DE UN CAMBIO DE RUMBO

María Victoria MestreDoctora en EconomíaArea de Estudios y Análisis del Consejo Económico y Social 

Los retos que afronta actualmente el orden mundial, relacionados con el crecimiento demográfico, el agotamiento de los recursos naturales y el cambio climático, hacen necesarios, tanto la adopción de nuevas vías para garantizar un crecimiento sostenible, como el uso eficiente de los recursos naturales (DOCE 2017/C 306/07). Este es precisamente el objetivo de la denominada “bioeconomía”, entendida como el conjunto de actividades relacionadas con el desarrollo, producción y utilización de productos y procesos biológicos renovables y la conversión de estos recursos y flujos de residuos en otros de valor añadido, bioproductos y bioenergía. Los sectores e industrias implicados se caracterizan por un fuerte potencial innovador, el uso intensivo de nuevas tecnologías y el impulso de conocimiento tácito y local (COM(2012) 60 final). Este modelo representa una pieza clave en el ámbito de la economía circular, sostenible e hipocarbónica, cuyo objetivo es mantener el valor de los productos, materiales y recursos en el ciclo económico durante el mayor tiempo posible, y reducir al mínimo la generación de residuos. En este sentido, fomenta la utilización eficiente de los recursos biológicos a través de medidas orientadas a la utilización en cascada de la biomasa y el apoyo a la innovación (COM(2015) 614 final).  

Pese a su reciente aparición en los programas y políticas públicas internacionales, la bioeconomía no es un concepto nuevo. Georgescu-Roegen, considerado padre de la “economía ecológica” (o bioeconomía), desde la afirmación de que “la economía debe ser una rama de la biología interpretada de forma amplia”, y ante la previsión de que en un futuro el crecimiento económico no estará condicionado por la disponibilidad energética, dada la existencia de fuentes renovables, sino más bien por la escasez de materiales, dio pie en 1975 a la integración de los sistemas naturales en la actividad económica (Georgescu-Roegen, N. 1975). 

Foto: Álvaro López. 

Desde 2012 se han desarrollado en todo el mundo estrategias orientadas a la implantación de la bioeconomía. Y aunque en términos de gobernanza y desarrollo institucional no existe un modelo único, pueden identificarse como esenciales tanto las condiciones regionales (disponibilidad de recursos naturales, nivel de explotación económica, desarrollo de cadenas de valor, existencia de entorno innovador), como las decisiones estratégicas adoptadas por los agentes locales en los ámbitos ciencia y tecnología, producción primaria, infraestructuras industriales, demanda y sistemas de incentivos, hábitos de consumo y concienciación, cultura, política y legislación.

Para garantizar su éxito parece clave mejorar la coordinación de las distintas políticas y niveles de gobernanza, en particular respecto a las condiciones marco reglamentarias, dado que los Estados miembros europeos aplican actualmente diferentes normas para el uso de la biomasa como punto de partida de las cadenas de valor de la bioeconomía. Igualmente, muchos de los productos finales de la bioeconomía son tratados de manera diferente en los distintos Estados miembros. En este sentido, sería necesario armonizar y simplificar la legislación, con arreglo a los principios de subsidiariedad y proporcionalidad (DOCE 2017/C 306/07). Por tanto, para que se convierta en una fuerza conductora clave en el avance hacia una economía circular, es preciso adoptar un enfoque internacional e intersectorial sistémico, donde el diálogo facilite una comprensión integral y compartida del concepto, definiendo de forma holística los recursos biológicos y contemplando las características y ventajas de los mismos, como su potencial para la resiliencia, su renovabilidad, capacidad de reutilización, multifuncionalidad y neutralidad de carbono (Cumbre Mundial Bioeconomía 2015).

La bioeconomía proporciona un marco conceptual para el desarrollo de políticas orientadas a afrontar los grandes retos sociales vinculados al desarrollo sostenible y contemplados desde esta perspectiva en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (2015). En primer lugar representa una alternativa real para la descarbonización de la economía, y puede desempeñar un papel fundamental en la acción climática, en línea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 13-Combatir el cambio climático, aunque su contribución en el ámbito de los ODS puede ir mucho más allá. Además, contribuye a la especialización inteligente de los territorios, al impulso de la innovación y el cambio estructural con un enfoque sostenible, potenciando políticas de desarrollo rural. Y puesto que se fundamenta en los recursos biológicos, aporta una perspectiva para la descarbonización de la economía basada en recursos fósiles. En el marco de la Agenda 2030, este enfoque favorece la producción sostenible de alimentos (ODS 2), la generación de energía sostenible (ODS 7), el impulso de nuevas formas de empleo digno (ODS 8), el de la industria y la innovación (ODS 9), nuevas formas de producción y consumo responsables (ODS 11), o el uso sostenible de la biodiversidad (ODS 14 y 15) (gráfico 1).

 Gráfico 1.-Bioeconomía y agenda de desarrollo 2030. Fuente: Naciones Unidas, Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), Bioeconomía para América Latina y El Caribe. Contexto global y regional y perspectivas (noviembre 2017). 

PANORAMA EUROPEO DE LA BIOECONOMÍA 

Tanto la contrastada infrautilización de las materias primas de origen biológico en el ciclo económico, como las diversas posibilidades de valorización económica de los residuos en materias primas reincorporables al ciclo productivo, justifican este nuevo planteamiento que persigue cerrar el esquema tradicional y contribuir a mejorar la eficiencia de sus cadenas de valor.

Las instituciones europeas han adoptado este nuevo enfoque a través de la Estrategia Europea de Bioeconomía (COM(2012) 60 final), cuyo objetivo es “la producción y comercialización de alimentos, productos forestales, bioproductos y bioenergía, obtenidos mediante transformaciones físicas, químicas, bioquímicas o biológicas de la materia orgánica no destinada al consumo humano o animal, que impliquen procesos respetuosos con el medio ambiente y el desarrollo de los entornos rurales” (Ministerio de Economía y Competitividad, marzo 2016). La EEB establece para ello mecanismos capaces de garantizar la seguridad alimentaria, gestionar de forma sostenible los recursos naturales, atenuar y mejorar la adaptación al cambio climático, manteniendo la competitividad.

Por otro lado, la bioeconomía representa uno de los ejes prioritarios sobre los que gira el Plan de Acción Europeo para una Economía Circular de 2015, al ofrecer alternativas sostenibles de producción y un elevado potencial innovador respecto a materiales, productos y procesos, capaz de establecer sinergias con la política climática y energética europea, promoviendo la utilización eficiente de los recursos biológicos a través de medidas orientadas a impulsar la producción de biomasa y el apoyo a la innovación (COM(2015) 614 final). Los miembros del Panel Europeo de Grupos de interés de la Bioeconomía (representantes de grandes y pequeñas empresas, organizaciones no gubernamentales, productores de biomasa, regiones y universidades de todos los Estados miembros), acordaron en 2017 los principios, acciones y recomendaciones para el desarrollo de la bioeconomía en Europa (European Bioeconomý Stakeholders, 2017). Su objetivo es desarrollar un sector competitivo de industrias de base biológica, apoyado en biorrefinerías avanzadas abastecidas a partir de biomasa sostenible, lo que aumentará la productividad y generará nuevas cadenas de suministro. En Europa la biomasa, representa cerca del 25% del consumo total de materiales, medido en toneladas per cápita 2017#(1).

La biomasa utilizada en la bioeconomía europea alcanza entre 1600 y 2200 millones de toneladas anuales, registrándose entre 450 y 680 millones de toneladas la biomasa sin utilizar. Este recurso tiene un origen diverso, siendo en todo caso mayoritario el obtenido a partir de cultivos de forraje, cereales y silvicultura, y su consumo se orienta en gran medida (61%) a la alimentación humana y animal, consumiendo otras aplicaciones como la bioenergía o la fabricación de biomateriales en torno al 18% respectivamente (gráfico 2).  

Esta producción refleja las especificidades territoriales y económicas de los Estados miembros. En algunos, como Rumanía, Grecia, Polonia, Eslovenia, Irlanda, Portugal y Croacia, la agricultura es el sector que ofrece más empleo dentro de la bioeconomía (en torno al 60%); en Países Bajos, Bélgica, Francia, Dinamarca, Alemania, Italia, Reino Unido, España, Luxemburgo e Irlanda, la bioeconomía se basa en la industria agroalimentaria, y en la industria química de base biológica (sectores de química, farmacéutica y plásticos con base biológica). El sector forestal es el clave en el caso de Finlandia, Suecia, Letonia o Estonia, mientras en el resto de países la bioeconomía no puede considerarse especializada. 


Fuente: Comisión Europea, Joint Research Centre, La Bioeconomía de la UE en cifras (15.11.2015). 
Notas
 (1).-Se considera biomasa todo material orgánico cuyo origen sea forestal, agrícola (cultivos, subproductos o residuos), agro-industrial o residuos municipales susceptibles de producir energía (Comisión Europea (Facts and Figures) y Eurostat (Material flow accounts).

COYUNTURA Y OPORTUNIDADES DE LA BIOECONOMÍA EN ESPAÑA 

La Estrategia Española de Bioeconomía 2030 (EEB) se propone situarla como parte esencial de la actividad económica nacional, impulsando la innovación y fomentando la colaboración público-privada, así como la interacción entre los sistemas español e internacional de ciencia y tecnología. Se centra fundamentalmente en sectores productivos ligados al uso de recursos de base biológica (agroalimentario, silvicultura y forestal, biotecnológico, cultivo de algas y microorganismos, subproductos y residuos) de los que pueden obtenerse bioproductos sustitutivos de los derivados del petróleo (biolubricantes, bioplásticos, aditivos alimentarios, cosméticos, barnices, disolventes, etc), y bioenergía (biocarburantes avanzados, energía térmica o eléctrica, etc).

Objetivos estratégicos y operativos de la EEB

Para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de las cadenas de valor de los sectores mencionados, es clave impulsar la participación y colaboración entre industria y otros agentes de innovación -incluidas las plataformas tecnológicas-, así como la de los agentes sociales en los ámbitos público y privado, para que los sectores comprometidos alcancen sus objetivos estratégicos y operativos.

Entre ellos destacan la mejora de la competitividad e internacionalización de las empresas españolas que trabajan en el ámbito de los recursos biológicos, o la generación de nuevas actividades económicas mediante la generación de conocimiento y la adaptación a nuevos desarrollos científicos y tecnológicos que respondan a la demanda de los consumidores y sectores productivos (recuadro 1).

En el marco de la EEB, el Observatorio Español de Bioeconomía (2017) se encargará de acordar e impulsar la ejecución de los Planes de Acción, así como de evaluar anualmente su cumplimiento. Concretamente se orientará a identificar grupos promotores en los ámbitos autonómico y local; impulsar programas de difusión y debate; generar información; reforzar la cooperación e intercambio internacional de información y promover la formación académica en esta materia.


 Sectores implicados en la Bioeconomía

En España son diversos los sectores implicados en el marco de la Estrategia de la Bioeconomía (2015), cada uno con una función específica y un interés concreto que les hace fundamentales en el objetivo de optimizar el aprovechamiento de los recursos naturales:

• SECTOR AGROALIMENTARIO: es uno de los principales beneficiados en la Estrategia, tanto por su papel clave en la satisfacción de la demanda de alimentos seguros y de calidad, como por su potencial innovador, necesario para mejorar la eficiencia y reducir las mermas y desperdicio de los productos. España dispone de 17,2 millones de hectáreas (Mha) de tierras de cultivo, 10,3 Mha de pastos y 27,7 Mha de superficie forestal. El 79% de las tierras de cultivo es de secano, y algunas investigaciones defienden la viabilidad de dedicar el 50% de la superficie en barbecho (cerca de 2 Mha) a cultivos energéticos.

El grupo de expertos españoles que desarrolla su actividad en biorrefinerías (BIOPLAT y SusChem-España), recomienda que los cultivos específicos para biorrefinería que se desarrollen en España no sean alimentarios, ni invasores, y que sus necesidades hídricas sean limitadas. Así pues, el cultivo de nuevas especies debe en todo caso desarrollarse en terrenos de secano, no competir con cultivos alimentarios, y utilizar especies no invasivas, y bien adaptadas al terreno y la climatología.

El desperdicio de alimentos#(2)  alcanza los 173 kg/habitante anuales en el ámbito europeo, de los que entre un 30 y un 50% son alimentos sanos y comestibles (el 53% proceden de los hogares, en su mayoría evitables mediante cambios de hábitos de consumo, compra y gestión de alimentos; el 30% corresponde a las empresas de la producción y procesado, mayoritariamente pérdidas y desperdicios inevitables; el 12% corresponde a la restauración y el 5% a la distribución). Estos desperdicios, además, generan 170 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año. Aunque no se conoce con precisión la magnitud de las pérdidas y desperdicio alimentarios en España, según la Estrategia “Más alimento, menos desperdicio” (MAPAMA, 2013) estaría en torno a los 7,7 millones de toneladas anuales (lo que representa el 8,6% del desperdicio alimentario en Europa). El 68% de los productores manifiesta no tener que retirar ningún producto por imposibilidad de comercializarlo, calculándose que se retira casi un 4% de los productos en la industria y un 5% entre los mayoristas. La eliminación parece la opción más utilizada en el proceso de gestión del producto retirado, representando cerca de la mitad en todos los sectores (tabla 1).

Junto a lo anterior, la producción de biomasa de fuentes no convencionales, como cultivos de algas y microorganismos marinos, puede representar una fuente importante de compuestos y bioproductos (enzimas, polímeros, carbohidratos, fármacos, etc) y generar nuevas cadenas de valor. 


Notas
 (2).-Se define “desperdicio alimentario” como “el conjunto de productos alimenticios descartados de la cadena agroalimentaria por razones económicas o estéticas o por la proximidad de la fecha de caducidad, pero que siguen siendo perfectamente comestibles y adecuados para el consumo humano y que, a falta de posibles usos alternativos, terminan eliminados como residuos, generando externalidades negativas desde el punto de vista del medio ambiente, costes económicos y pérdida de beneficios para las empresas (Parlamento Europeo (2011/2175(INI)).

Tal como expone la propia Estrategia, buena parte de los nuevos productos que pueden obtenerse a partir de la materia orgánica son sustitutivos de los derivados del petróleo, como bioproductos (biolubricantes, bioplásticos, aditivos alimentarios cosméticos, barnices, disolventes, etc) y bioenergía (biocarburantes avanzados, energía térmica o eléctrica, etc).

Las empresas de los mencionados sectores económicos podrán participar en la creación de nuevas cadenas de valor en las que la producción y transformación de productos primarios conecta con la actividad industrial, aprovechando toda la biomasa que hasta ahora no era utilizada en su totalidad y, en ocasiones, tenía coste de gestión. Sin embargo la Estrategia va más allá, en paralelo con el propio concepto de bioeconomía en el que se integran otras áreas de actividad complementarias, dinámicas y sostenibles. Por ejemplo, en el ámbito del agua resulta fundamental una adecuada gestión y reutilización, que permita optimizar un uso eficiente y sostenible del recurso, tanto en el sector agroalimentario como en el resto de los implicados.

Potencial biomásico en España

La estimación de la biomasa total producida anualmente en España (incluyendo la derivada de cultivos agrícolas, actividad forestal, industria alimentaria o maderera, del papel y del textil, residuos animales y la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos), según datos del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y del INE, supera los 140 millones de toneladas anuales (tabla 2).


Es decir, aproximadamente el 37,6% procedería de residuos municipales depositados en vertedero, el 27,7% sería biomasa de cultivos, el 21,5% residuos agrícolas y el 13,2% aprovechamientos forestales.

El consumo de materiales ha sufrido un fuerte retroceso en los últimos años en España, que en buena medida obedece a la caída de consumo de minerales no metálicos. Considerando la generación estimada de biomasa, esta representaría en torno al 35% respecto al consumo total de materiales para 2016, lo que refuerza la importancia de acelerar la puesta en marcha de las políticas y medidas hacia una bioeconomía.

BIORREFINERÍAS: PILARES DEL NUEVO PARADIGMA 

Consideradas por la Estrategia de Bioeconomía como aquellas plantas industriales en las que, mediante la aplicación de ciertas tecnologías, se valorizan diferentes fracciones de materias primas de base biológica (celulosa, hemicelulosa, lignina, proteínas, etc) para obtener uno o varios bioproductos, además de biocarburantes o energía, las biorrefinerías representan un planteamiento integrado para la obtención diversificada de productos a partir del aprovechamiento eficiente y rentable de la biomasa (Plan de Energías Renovables 2011-2020).

En este objetivo es clave el impulso de la innovación ligada a la producción y utilización de materia orgánica, que por un lado sirve de apoyo a los sectores agroindustriales y forestales tradicionales, y por otro facilita el desarrollo de nuevas actividades, especialmente cuando la biomasa utilizada es de procedencia local o regional. Así, sectores como el químico, papelero, energético, etc., tienen puntos de confluencia en sus actividades con los anteriores a través del desarrollo de las biorrefinerías, que potencien la salida al mercado de nuevos productos y el desarrollo de nuevos bioprocesos, promoviendo un desarrollo específico en los entornos rurales. La diversidad de los sectores implicados, la capacidad de aprovechamiento de productos residuales, o la de apoyarse en el desarrollo tecnológico han convertido este sector en paradigmático, capaz de impulsar la inversión en investigación e innovación, de instrumentarlizar la coordinación y compromiso político necesarios, de mejorar la competitividad y de optimizar los mercados asociados.

España ostenta una posición estratégica para este desarrollo, basada en la elevada disponibilidad de biomasa, en cantidad suficiente para ser aprovechada y valorizada en estas industrias, como ocurre con el potencial para la producción de cultivos específicos en terrenos actualmente destinados a barbecho o terrenos marginales cultivables. Por otra parte, España está en disposición de aprovechar determinadas ventajas competitivas vinculadas al desarrollo de la bioeconomía, debido al conocimiento multidisciplinar existente, la climatología, la existencia de un sector químico fuerte e innovador y un consolidado sector de la biomasa. Se trata de una oportunidad teniendo en cuenta su actual situación de dependencia energética exterior y como aliciente para ofrecer nuevas opciones al medio rural, amenazado por una creciente despoblación, siendo sin embargo el lugar en el que se encuentra mayoritariamente esta fuente de materia prima renovable con capacidad de sustituir combustibles fósiles y otros recursos no renovables (Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, septiembre 2017).

Estructura y funcionamiento

Los procesos primarios de una biorrefinería (gráfico 3) conllevan la separación de los componentes de la biomasa en productos intermedios (celulosa, almidón, azúcar, lignina, aceite vegetal, biogás, fracciones proteicas, proteínas individuales, metabolitos vegetales y microbianos), y normalmente incluyen operaciones de acondicionamiento y descomposición y pretratamiento de la biomasa.

Gráfico 3. Desarrollo de procesos en una biorrefinería. Fuente: Ministerio de Economía, Industria y Competitividad, Manual sobre las Biorrefinerías en España (2017). 

Mientras la separación de componentes se produce en la propia biorrefinería, los procesos de acondicionamiento y/o pretratamiento se pueden realizar fuera de la misma. Los productos intermedios originados durante los procesos primarios se conocen como plataformas de biorrefinería, y sirven como materia prima para los secundarios. Por su parte, los procesos secundarios son los distintos procesos de conversión y procesado adicionales que crean un gran número de productos a partir de los intermedios obtenidos.

Según el grupo de expertos sobre biorrefinerías de la Agencia Internacional de la Energía su clasificación se basa fundamentalmente en el grado de desarrollo tecnológico (convencionales o avanzadas), el tipo de biomasa utilizada (biorrefinerías de primera, segunda y tercera generación, o integradas), el proceso de conversión que prevalece (termoquímico, bioquímico, mecánico, químico) o la biomasa utilizada (material lignocelulósico, cereal, semillas oleaginosas, etc).

Productos, plataformas tecnológicas e identificación de barreras

Los productos obtenidos en las biorrefinerías pueden incluirse en las siguientes categorías:

En función del producto obtenido y de los procesos de conversión utilizados, es preciso aplicar diversos sistemas de aprovechamiento, que a su vez configuran diferentes plataformas tecnológicas. El National Revewable Energy Laboratory (USA) ha definido seis plataformas tecnológicas esenciales para la obtención de bioproductos a partir de fuentes de biomasa (recuadro 2).

Del aprovechamiento de las distintas fuentes de biomasa y la aplicación de distintos procesos de transformación sostenible, han surgido iniciativas que adoptan el concepto de biorrefinería integrada, capaces de obtener una variada oferta de biocarburantes y otros productos de valor añadido, como es el caso del proyecto aprobado por el Gobierno de Navarra (Departamento de Innovación, Empresa y Empleo) con la creación de una Instalación Científica y Tecnológica Singular (ICTS), en Aoiz.

La complejidad de los sistemas bioenergéticos, en cuya cadena desde la obtención de recursos hasta los servicios energéticos participa un gran número de colaboradores y mercados, hace de la coordinación entre agentes de los sectores implicados (energético, agrario, industrial, económico e I+D), habitualmente poco relacionados entre sí, una de las principales barreras. Aunque pueden identificarse otras de diversa naturaleza, como las relacionadas con la disponibilidad del terreno, económicas, relativas a la capacidad institucional o al nivel de conocimiento.


 Ventajas asociadas a las Biorrefinerías

Tanto en Europa como en España se han establecido políticas orientadas a relocalizar la industria, potenciar la bioeconomía y fomentar la economía circular, lo que proporciona un entorno favorable para el desarrollo de las biorrefinerías. Además, las regiones españolas manifiestan un interés creciente en este desarrollo ante la necesidad de impulsar la valorización de las respectivas producciones de biomasa y de establecer bioindustrias en sus territorios. Las ventajas son de naturaleza socioeconómica y medioambiental (recuadro 3).

Junto a lo anterior es interesante considerar el establecimiento de sinergias entre mercados de elevado valor añadido, o la ventaja estratégica que supone la presencia de empresas españolas introducidas en el sector de las bioindustrias. Además, el papel de las Plataformas Tecnológicas como actores vertebradores de los sectores implicados proporciona un marco favorecedor de la interconexión intersectorial e interregional capaz de optimizar el resultado de estas nuevas plataformas productivas.

Producción científica y proyectos en marcha en el ámbito de la Bioeconomía española 

En términos de producción científica en bioeconomía, según la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECyT), España ocupó la novena posición del mundo en el periodo 2005-2014, clasificándose en el marco de la UE en tercer lugar, por detrás de Reino Unido y Alemania. La cuota anual española en la producción mundial en bioeconomía supuso el 4,3 por 100 en el período considerado, frente al 22,7% de USA o el 12,7% de China. El volumen de participación de la investigación española en bioeconomía se ha mantenido constante en el periodo en torno al 1% de la producción total, alcanzando el índice de actividad relativa (IAR) , pasando de un 51% sobre la actividad mundial en 2006 al 28% en 2014.

La Iniciativa Tecnológica Conjunta de Bioindustrias (JTI-BBI), partenariado público privado entre la Comisión Europea y el Consorcio de Bioindustrias (BIC) creado en 2014 para potenciar la Bioeconomía Europea, y enmarcada en el Reto Social 2 de Bioeconomía en H2020, persigue reducir la dependencia europea en combustibles fósiles y sus productos derivados, avanzando hacia una bioeconomía capaz de desarrollar nuevos productos y cadenas de valor de origen biológico, que permita paliar los efectos del cambio climático y transformar la economía europea en una economía más respetuosa con el medio ambiente. El eje de esta iniciativa es el desarrollo de nuevas biorrefinerías que permitan transformar, mediante un aprovechamiento en cascada, los recursos renovables naturales en productos, materiales y combustibles de base biológica.

El BIC menciona, en su Informe 2017, la presencia en la Unión Europea de diversas empresas cuya actividad tuvo un fuerte impacto ese año, al movilizar actores, recursos y tecnologías tanto en pymes como en grandes compañías, resultando en una inversión privada considerable a iniciativas europeas de bioeconomía. Las biorrefinerías registradas en Europa alcanzaban las 224 en 2017, especializadas en los ámbitos de biorresiduos, materiales lignocelulósicos, biodiesel obtenido a partir de aceites y grasas residuales, bioetanol obtenido a partir de azúcares, etc, siendo su presencia mayoritaria en Alemania (26%), Francia e Italia (14%). España, con 14 biorrefinerías registradas, representa el 6,2% sobre el total europeo, siendo su objetivo el desarrollo de instalaciones industriales que, a partir de materias primas sostenibles, generen múltiples productos incluyendo energía y productos químicos basados en biomasa (building blocks y sus plataformas químicas) (gráfico 4).


Gráfico 4. Biorrefinerías españolas en el marco europeo, 2017. (Número). Fuente: Bio based Industries Consortium, Biorefineries in Europe 2017.  

Más allá de las instalaciones en funcionamiento, existen múltiples iniciativas y proyectos de investigación relativos a la dinamización de esta actividad en todo el ámbito nacional. Iniciativas que precisan un apoyo institucional, al menos en sus inicios, que permita realizar inversiones tanto a nivel de proyecto como en la construcción de centros de investigación que alberguen plantas de producción versátiles e innovadoras. Algunas están cofinanciadas con fondos públicos (regionales, estatales y/o europeos) (recuadro 4). 

Una oportunidad para el entorno rural

Las actividades que conforman la bioeconomía se caracterizan por desarrollarse en ubicaciones próximas a los lugares donde se genera la materia orgánica, es decir, explotaciones agrícolas, ganaderas y forestales, empresas agroalimentarias, entornos costeros y centros de gestión de residuos. Tienen, por tanto, potencial para impulsar el medio rural así como la interacción entre áreas urbanas y rurales, a través de empresas proveedoras de nuevos servicios para las nuevas actividades en los ámbitos tanto de producción y comercialización como de garantía de sostenibilidad.

La bioeconomía es, de hecho, uno de los ámbitos contemplados por la Asociación Europea de la Innovación (EIP) de agricultura productiva y sostenible, en el objetivo de impulsar la innovación en el sector agrario para alcanzar una agricultura competitiva, eficiente y ambientalmente sostenible. A este propósito, el Programa Nacional de Desarrollo Rural ofrece dos herramientas (incluidas en la medida 16): la creación de grupos operativos supra-autonómicos y el impulso de proyectos innovadores no territorializables o de interés general desarrollados por los anteriores (MAPAMA, mayo 2016).

El Comité Europeo de las Regiones es favorable a que la Comisión, los Estados miembros y las regiones europeas adopten estrategias de comunicación para aumentar la concienciación sobre las posibilidades de la bioeconomía en las regiones, proponiendo que se utilice el término “biorregión” o “biomunicipio” para calificar las zonas rurales, ciudades y regiones que impulsan esta actividad. Y, dado que el desarrollo de la bioeconomía, especialmente en zonas rurales y forestales, ofrece una buena oportunidad de crecimiento y empleo, anima a establecer una estrecha colaboración entre las partes interesadas para conseguir su óptimo aprovechamiento. Además, propone un apoyo específico a las regiones que utilicen recursos locales para generar nuevas cadenas de valor a través de la financiación de centros regionales de investigación en todos los sectores implicados.

En todo caso, y pese a que su mayor potencial reside en promover la sostenibilidad ambiental al incidir de forma positiva en la independencia de los combustibles fósiles y en la lucha contra el cambio climático (por su contribución en el avance hacia un balance neutral de CO2), se reconoce la existencia de riesgos asociados a la utilización de la biomasa, debido, por ejemplo, a la competencia por el uso de recursos naturales, o la reducción de la biodiversidad por aplicación de biotecnología (p.e. utilización de organismos genéticamente modificados), motivo por el cual las materias primas deberán obtenerse y utilizarse de forma sostenible, moderada y diversificada, de conformidad con el uso en cascada de la biomasa, desde el estricto respeto al principio de precaución (DOCE 15.09.2017).

En España, iniciativas como REINWASTE (Remanufacture the food supply chain by testing Innovative solutions for zero inorganic waste), liderada por la Consejería Andaluza de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural y enmarcada en la segunda convocatoria del Programa de Cooperación MED 2014-2020, favorecerán la adopción de conceptos innovadores más ecológicos en la agricultura y la industria. Este proyecto apuesta por la reducción de los desechos en origen, a través de la prevención y una mayor valorización de los materiales inorgánicos procedentes del sector agroalimentario (como plásticos o embalajes de alimentos y comida preparada), favoreciendo la adopción de conceptos innovadores más ecológicos por parte de la agricultura y la industria.

El panorama de la bioeconomía en España es prometedor. Los proyectos puestos en marcha son una apuesta a futuro que ponen de manifiesto la capacidad investigadora e innovadora del sector en España, y costituyen una herramienta óptima para identificar aquellas áreas que mejor garanticen la recuperación de la inversión. Por otra parte, el elevado potencial de generación de materia prima hace de esta nueva perspectiva una oportunidad real para optimizar el aprovechamiento de algunos materiales hasta ahora desestimados por el ciclo económico, y como eje clave de la economía circular.

BIBLIOGRAFÍA 

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Comité Europeo de las Regiones.  Dictámen sobre La dimensión local y regional de la bioeconomía y papel de las regiones y ciudades (Diario Oficial de la Unión Europea –DOCE- 2017/C 306/07).

Comisión Europea. Comunicación al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones, La innovación al servicio del crecimiento sostenible: una Bioeconomía para Europa (COM(2012) 60 final)

Comisión Europea. Comunicación al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones, Cerrar el círculo: un Plan de Acción de la UE para la economía circular (COM(2015) 614 final)

Comisión Europea.  European Bioeconomy Skateholders, Manifesto (noviembre 2017)

Cumbre Mundial de Bioeconomía.  Comunicado La bioeconomía al servicio del Desarrollo Sostenible (Berlín. 26 de noviembre de 2015)

Georgescu-Roegen, N. (1975), Energy and Economic Myths (Southern Economic Journal, Vol. 41, nº3, pp. 347-381, en Carpintero, O., Nicholas Georgescu-Roegen: de heterodoxo a disidente (Revista de Economía Crítica nº23, primer semestre 2017)

Instituto Nacional de Estadística. Estadísticas sobre el Uso de Biotecnología, 2016 (INE, 22 de diciembre de 2017)

Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Estrategia Más alimento, menos desperdicio. Programa para la reducción de las pérdidas y el desperdicio alimentario y la valorización de los alimentos desechados (MAPAMA, 2013).

Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, DG Desarrollo Rural y Política Forestal.  La Asociación Europea de Innovación para productividad y sostenibilidad agrícola (AEI-agri) en el Programa Nacional de Desarrollo Rural 2014-2020 (MAPAMA, mayo 2016).

Ministerio de Economía y Competitividad, Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación.  Estrategia española de Bioeconomía Horizonte 2030 (marzo, 2016)

Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.  Manual sobre las Biorrefinerías en España (Plataforma Tecnológica Española de la Biomasa (BioPlat) y Sustainable Quemistry (ES) (septiembre 2017).

Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.  Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, La producción científica española en el ámbito de la bioeconomía, 2005-2014 (FECyT, 2017)

Parlamento Europeo, Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural.  Informe del 30 de noviembre de 2011 sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos: Estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE (2011/2175(INI)).

Sociedad Española de Ciencias Forestales.  La situación de los bosques y el sector forestal en España. Informe 2013 (ISFE, 2013).