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HORTICULTURA PERIURBANA: ESTUDIOS ETNOBOTÁNICOS EN HUERTOS FAMILIARES Y COMERCIALES DE LA ARGENTINA

María Lelia PochettinoLaboratorio de Etnobotánica y Botánica Aplicada, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La PlataConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Argentina
Julio Alberto HurrellLaboratorio de Etnobotánica y Botánica Aplicada, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La PlataConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Argentina

ETNOBOTÁNICA Y PRÁCTICAS HORTÍCOLAS 

La Etnobotánica es el estudio científico de las relaciones entre los seres humanos y su entorno vegetal (Albuquerque y Hurrell, 2010; Hurrell y Albuquerque, 2012). Uno de sus capítulos se refiere al conocimiento botánico local, es decir, el conjunto de saberes y creencias sobre las plantas en un contexto cultural dado, que se corporiza en acciones diversas, como estrategias de producción y de consumo, modos de empleo y manejo de los recursos vegetales. En este marco, las prácticas hortícolas constituyen un ejemplo de la corporización del conocimiento botánico local en acciones cotidianas. Asimismo, como se evidencia en el desarrollo histórico de la horticultura, las prácticas cambian con el tiempo, es decir, evolucionan; por tanto, la corporización del conocimiento botánico local tiene valor adaptativo.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la horticultura es el cultivo (prácticas) en los huertos, así como el arte que lo enseña. 

 Fig. 1. A. La Argentina, y ubicación de la región del río de La Plata. B. La región rioplatense y localización del Área Metropolitana Buenos Aires-La Plata. C. Ubicación del cinturón hortícola platense.     

En Etnobotánica, el estudio de los huertos es un tema de interés creciente, dado que la actividad hortícola permite elucidar el conocimiento botánico que las orienta y, a la vez, contribuyen a preservar la diversidad agrobiológica y cultural local. En especial, se ha enfatizado el estudio de los llamados huertos familiares, terrenos por lo común de poca extensión ubicados en las proximidades de las viviendas, cuya producción se destina al autoconsumo y, en ocasiones, a la comercialización a pequeña escala a modo de suplemento para la economía doméstica (Pochettino et al., 2012). No obstante, son también de interés etnobotánico los huertos comerciales, de extensión más amplia, cuya producción ingresa al circuito comercial a mayor escala, y contribuye de igual modo a la conservación de la diversidad biocultural (Pochettino, 2010).

En los últimos años, los estudios etnobotánicos de los huertos han sido abordados por diversos autores, en distintas partes del mundo (Lamont et al., 1999; Gaytán et al., 2001; Vogl et al., 2002; Watson y Eyzaguirre, 2002; Blanckaert et al., 2004; Vogl-Lukasser y Vogl, 2004; Albuquerque et al., 2005; Das y Das, 2005; Huai y Hamilton, 2009; Vlkova et al., 2010; Calvet-Mir et al., 2011; Reyes-García et al., 2012; Pamungkas et al., 2013, Seta et al., 2013, entre otros), y también en la Argentina, donde el Laboratorio de Etnobotánica y Botánica Aplicada (LEBA), de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata, ha desarrollado una línea de investigación sobre el tema (Martínez et al., 2003; Lema, 2006; Pochettino et al., 2006; Turco et al., 2006; Del Río et al., 2007; Pochettino, 2010; Hurrell et al., 2011; Pochettino et al., 2012). Esta contribución presenta una aproximación etnobotánica al estudio de los huertos realizada en un sector productivo de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, que aporta una estrategia metodológica aplicable a huertos familiares y comerciales en otras zonas del país. Además, constituye un avance de una próxima contribución sobre la comparación de distintos tipos de huertos, en diversos contextos culturales y diferentes regiones de la Argentina. 

HUERTOS PERIURBANOS PLATENSES 

Fig. 2. Cultivo de Vitis labrusca L. en las costas del partido de Berisso. Se emplea el sistema de parral, adaptado a las condiciones locales, desde fines del siglo XIX.      

El Gran La Plata es una aglomeración urbana desarrollada en torno a la ciudad de La Plata, la capital de la Provincia de Buenos Aires, que comprende los partidos de La Plata, Ensenada y Berisso (Fig. 1). Junto a la aglomeración urbana contigua del Gran Buenos Aires, surgida en torno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la capital del país, conforman el área metropolitana de mayor extensión y población de la Argentina: según el censo nacional del año 2010, el Gran La Plata contaba con 800 000 habitantes en 1150 km2; el Gran Buenos Aires, 13 000 000 de habitantes en 3850 km2; en total, 13 800 000 de habitantes en 5000 km2 (Hurrell et al., 2013).

En las proximidades de la ciudad de La Plata se encuentra un área productiva de relevancia, llamada cinturón hortícola platense, ubicada en el sector periurbano del área metropolitana, zona transición entre los sectores netamente urbanos y rurales, con límites móviles según los ritmos de la urbanización (Barsky, 2010). 

Este cinturón hortícola abastece de hortalizas, verduras y frutas frescas a la población del área metropolitana, y también de otras provincias argentinas (Benencia, 1997; Feito, 2007). En virtud de la tradición local, se consideran aquí “prácticas hortícolas” tanto las dedicadas a la producción de hortalizas como a la de frutas, por esto, las actividades fruti-hortícolas, se designan en este texto como “hortícolas”.

La horticultura local se inició con la fundación de La Plata, a fines del siglo XIX, ligada al arribo de inmigrantes de diferentes países europeos que aportaron tanto sus conocimientos como sus prácticas tradicionales de origen (García, 2010; Hurrell et al., 2011). Buena parte de aquella horticultura incipiente se vinculó al cultivo de la “uva americana”, Vitis labrusca L., para la elaboración del denominado “vino de la costa” (por la proximidad de los huertos a la ribera del río de La Plata), un producto tradicional del área. Luego de un período de expansión inicial, el cultivo declinó hasta llegar al borde de la extinción; no obstante, presenta en la actualidad una interesante recuperación (Fig. 2), gracias el esfuerzo de los pobladores locales (Marasas y Velarde, 2000; Velarde et al., 2008). 

En la actualidad, la franja productiva platense presenta una elevada heterogeneidad, en cuanto al origen de los horticultores y los tipos de huertos (familiares, comerciales), a la organización social del trabajo, los estilos locales de producción, los niveles de incorporación tecnológica y la conservación del material reproductivo. Esta heterogeneidad se refleja asimismo en las prácticas hortícolas, que a menudo implican la conservación de algunas variedades hortícolas tradicionales de la zona, como ocurre en los huertos de Isla Santiago, Isla Paulino y Los Talas, ubicados en la ribera del río de la Plata. En esta contribución se aborda la comparación de los huertos familiares en esas localidades (Fig. 3) con los huertos comerciales del cinturón hortícola (Fig. 4), a partir de distintas características diferenciales: superficie, fisonomía (presencia de plantas herbáceas y leñosas), riqueza de taxones cultivados, origen del material genético, actores involucrados y destino de la producción (Tabla 1).  

Fig. 3. Huertos familiares en la Isla Paulino. Se cultivan distintas especies y variedades en una extensión reducida.       
Fig. 4. Huerto comercial del cinturón hortícola platense, con “repollo” (Brassica oleracea L. var. capitata L.) para cosechar.        

Los estudios desarrollados en el sector periurbano platense corresponden a métodos y técnicas etnobotánicas habituales, que incluyeron la observación de las prácticas hortícolas cotidianas, listados libres, entrevistas abiertas y semiestructuradas, referidas tanto a las plantas cultivadas como a su conservación, a 50 informantes de ambos sexos y diferentes edades. Se seleccionaron 15 huertos familiares y 19 huertos comerciales, en total, 34 huertos, en los que se realizaron colecciones de muestras y ejemplares de herbario de referencia de todos los taxones cultivados hallados. Estos incluyen cultivos pertenecientes a especies, subespecies o variedades cuyos nombres son reconocidos, o bien se encuentran afianzados por el uso local, por lo cual pueden considerarse etnovariedades. 

En el caso de los huertos comerciales, en particular, los productores locales aprecian la variabilidad y suelen denominar las discontinuidades observadas, hecho que evidencia su voluntad innovadora. Al reconocer como diferentes ciertas plantas o grupo de plantas, se segregan características que son objeto de selección cultural, y terminan por establecerse como cultivos propios del área (Del Río et al., 2007), lo que incrementa la agrobiodiversidad local. 

La Tabla 2 incluye los distintos taxones relevados en ambos tipos de huertos. En los huertos familiares se hallaron 80 cultivos correspondientes a 27 familias botánicas, destinados al consumo familiar y, en ocasiones, a su comercialización a escala restringida, por medio de ventas directas in situ. Entre los criterios de selección de las plantas cultivadas (orientados por el conocimiento botánico local), predominan los utilitarios y los basados en las tradiciones familiares (Hurrell et al., 2011; Pochettino et al., 2012). En los huertos comerciales, dedicados a las prácticas hortícolas como fuente básica de su economía, se registraron 87 cultivos correspondientes a 14 familias botánicas. Entre los criterios de selección se incluyen, además del económico, el uso culinario/medicinal, motivos afectivos, incluso, la actitud innovadora en relación a la selección de nuevos cultivos (Bonicatto et al., 2011). Las Figs. 5 y 6 muestran los criterios evaluados en los huertos comerciales.  

Fig. 5. Criterios en relación a la conservación de variedades intercambiadas, regaladas, heredadas.  
Fig. 6. Criterios en relación a la conservación de variedades de origen comercial. 

Si bien la cantidad de cultivos no es muy distinta en ambos tipos de huertos, en los huertos familiares se distribuyen en una mayor cantidad de familias botánicas; asimismo no se registran “innovaciones” respecto de las prácticas de selección cultural. Esta, en cambio, predomina en los huertos comerciales, donde hay mayor cantidad de cultivos (varios de ellos nuevos, locales) distribuidos en un número menor de familias botánicas.  

En los huertos comerciales se destaca esa innovación en relación a la selección cultural, que genera nuevos cultivos en un repertorio más limitado de familias, que corresponden a las de cultivos con mayor inserción en el contexto comercial: Alliaceae, Amaranthaceae, Apiaceae, Asteraceae, Brassicaceae, Cucurbitaceae, Leguminosae, Solanaceae (Fig. 7). 

Fig. 7. Cultivos comerciales en el cinturón hortícola. A. Beta vulgaris var. cicla, “acelga” (a la izquierda, ‘Acelga de penca blanca’; a la derecha, ‘Acelga de penca verde’, considerada una variedad típica de la zona. B. Vicia faba, “haba”. C. Brassica napus ‘Grilo’. D. Solanum lycopersicum ‘Tomate platense’, variedad típica de la zona y conservada por su excelente sabor, a pesar de su escasa demanda en el mercado, por su forma variable y su rápida maduración.     
Fig. 8. Cultivares ligados a tradiciones en huertos familiares. A. Secchium edule, “papa del aire”, se cultiva por tradición familiar; en uno huerto, al menos, por tres generaciones. B. Cucurbita maxima subsp. maxima ‘Zapallo hongo’, igual caso que el anterior. C. Artemisia absinthium, “ajenjo”, con uso medicinal. D. Capsicum baccatum var. pendulum ‘Campanita’, su cultivo también responde a tradiciones familiares locales, en algunos de los huertos relevados.    

En cambio, en los huertos familiares es más relevante el cultivo ligado a las tradiciones, que explican la presencia de taxones de familias no representadas en los huertos comerciales: Actinidiaceae, Anacardiaceae, Araliaceae, Ebenaceae, Juglandaceae, Lauraceae, Lythraceae, Moraceae, Musaceae, Oleaceae, Rosaceae, Rutaceae, Verbenaceae, Xanthorrhoeaceae, así como también, taxones de otras familias representadas en los huertos comerciales cuyo cultivo local responde a la tradiciones familiares: Artemisia absinthium, Cucurbita maxima subsp. maxima ‘Zapallo hongo’, Sechium edule, Lablab purpureus, Phaseolus lunatus, Capsicum baccatum var. pendulum ‘Campanita’, entre otros (Fig. 8).   

REFLEXIONES FINALES 

El valor de la horticultura familiar reside en la conservación de la biodiversidad hortícola y de las prácticas culturales, en su elevada productividad respecto de los agroecosistemas, y su efecto potenciador de distintas relaciones sociales, entre otros beneficios (Reyes-García et al., 2012). En el área estudiada, este valor también se aplica a los huertos comerciales, en los que además de la conservación de la biodiversidad hay innovación en las prácticas selectivas; también, en cuanto a las relaciones sociales, existen efectivas reuniones de intercambio de material genético con otras zonas productivas del país. Tanto para huertos familiares como comerciales, la horticultura constituye una instancia de diversificación biocultural. 

Las prácticas hortícolas (así como los conocimientos que las orientan) en el sector periurbano platense, si bien son el resultado de un tiempo relativamente corto de experiencia de los pobladores en su entorno local, pueden considerarse conocimientos y prácticas ligados a tradiciones, que han resultado en nuevos cultivos localmente establecidos, y en acciones sobre el entorno que reflejan la adaptación a las condiciones propias de los asentamientos: tanto ambientales, físicas y ecológicas, como culturales, por ejemplo, tradiciones familiares o de origen de ciertos segmentos de inmigrantes, preferencias personales (por ejemplo, las culinarias), incluso la respuesta propia a las demandas del mercado, a través de criterios de selección complejos, que trascienden los estrictamente económico/productivos. De este modo, el conocimiento botánico local orienta las prácticas hortícolas según diversos criterios de selección, y estas mismas prácticas (no solo las conservadoras de la biodiversidad, también las que la incrementan), ajustan el conocimiento que las originó a las nuevas circunstancias (en esto reside su valor adaptativo). Así, la recursividad entre conocimientos y prácticas hace posible la evolución del sistema hortícola local, en su compleja dimensión biocultural.

Agradecimientos

Deseamos expresar nuestro reconocimiento a las familias y productores del periurbano platense, por compartir con nosotros sus conocimientos y autorizar su difusión. Este trabajo se realizó con el apoyo financiero del CONICET y de la Universidad Nacional de La Plata. 

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