Jesús viene a iluminar nuestros corazones. También por eso estamos llamados a brillar, con una luz diferente, a ser luz también para los demás: un mar de fueguitos. Y más brillamos cuanto más reflejamos ese amor, como las estrellas reflejan la luz: "Sois la luz del mundo".
Como pequeños corazones que iluminan la noche, así nos sentimos queridos por Jesús, porque empezamos a intuir que Él es la Luz. Un amor que nos desborda, más allá de nuestros límites, que "se sale" más allá de
nosotros mismos y que tiene su reflejo en las obras que hacemos: en cómo nos portamos en casa, en ayudar a nuestro compañero, en tener paciencia con el de al lado...
Brillamos y ayudamos a que otros brillen también, compartiendo por ejemplo el corazón brillante, porque sabemos que nada tiene sentido si no es con los demás, con mi familia, con mis compañeros del colegio...
"¡Brilla!" quiere ser, entre otras cosas, para los jóvenes, una llamada a la autenticidad. Los rostros de jóvenes protagonizan un cartel lleno de sugerencias.
Porque estamos llamados a brillar pero, no solos sino en comunidad, junto con toda una generación -compañeros de clase- llamada a construir Reino, porque somos Uno en Él. Somos, siempre, en relación con los demás.
El camino de la Fe es, en este sentido, una senda vital que recorremos juntos, ayudados por la luz de Jesús. Una luz que no se esconde, sino que nos sirve de guía para caminar ("no se enciende un candil para taparlo").
VALORES
AMOR:
Amor por uno mismo, para buscar la luz que llevo dentro de mí y poder sacarla hacia afuera.
Amor hacia los demás, amor de verdad, que mirá más allá de las apariencias.
Amor a la naturaleza que nos rodea, porque ella nos facilita la vida y debemos cuidarla.
Amor a Dios, el Amor por excelencia ("no hay mayor amor que dar la vida por los amigos").
PACIENCIA:
Todo lo importante requiere paciencia. En mitad de la sociedad de la inmediatez, necesitamos paciencia.
Saber cultivar la paciencia nos ayudará en todos los aspectos de nuestra vida.
JUSTICIA:
Ayudados por la Luz de Jesús, debemos buscar la Justicia de Dios.
Jesús nos enseña que ser justos no es devolver mal por mal. La Justicia de Dios realmente humaniza.