ACADEMIA

Dimensiones sociales de la salud en el uso de las sustancias psicoactivas

 

El 6 de octubre se realizó de manera virtual a través del canal de YouTube de la Escuela, la sesión 9 del seminario: Uso de sustancias psicoactivas: una visión política, institucional y social, coordinado por el Centro de Investigación y Estudios en Discapacidad y Salud (CIEDyS) de la Escuela Nacional de Trabajo Social.

En esta mesa denominada "Dimensiones sociales de la salud en el uso de las sustancias psicoactivas" se contó con la participación de la Lic. Emma Guadalupe Rodríguez Romero de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

La ponente inició definiendo que las representaciones sociales constituyen sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa. Se constituyen, a su vez, como sistemas de códigos, lógicas clasificatorias, principios interpretativos y orientadores de las prácticas, que definen la llamada conciencia colectiva, la cual se rige con fuerza normativa en tanto instituye los límites y las posibilidades de la forma en que las mujeres y los hombres actúan en el mundo.

"Una representación social es la manera en que los sujetos sociales, aprehendemos de los acontecimientos de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno próximo o lejano. En pocas palabras el conocimiento espontáneo. Este conocimiento se constituye a partir de nuestras experiencias, pero también de las informaciones y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y la comunicación social. De esta manera el alcohol tiene una representación social diferente en la sociedad" comentó.

La estigmatización es un proceso social en el que se da una categorización, es un atributo por el cual un individuo es clasificado y etiquetado de manera negativa. Los medios de comunicación tienen una influencia importante en la percepción de las drogas por parte del público, apuntó.

Explicó que, cuando alguien en el seno familiar consume drogas o tiene una adicción, los familiares pueden experimentar ira, traición, culpa, miedo, aislamiento y pérdida de control. “Las familias sienten que, una vez que se ha establecido la etiqueta del estigma, es muy difícil eliminarla independientemente de su propio comportamiento o el de la persona consumidora. Pero ya sea que las familias se desentiendan del uso de drogas que hacen las personas consumidoras o hagan todo lo posible por apoyarlas, y sin importar si la persona usuaria se está recuperando o no, el estigma todavía es ineludible según sus percepciones” dijo.

Señaló que, en el impacto de esta representación en las personas usuarias de sustancias psicoactivas se encuentran: en primer lugar, las consecuencias sociales se centran en problemas familiares, exclusión social, desempleo, y desigualdad. Las consecuencias a nivel de salud son el empeoramiento de la condición, la negación a buscar ayuda y la baja adhesión al tratamiento. Las condiciones de salud comúnmente de las personas consumidoras se relacionan de forma estigmatizada con problemas de salud mental o enfermedades de transmisión sexual. Por último, las secuelas psicológicas son numerosas, entre ellas los sentimientos de culpabilidad, vergüenza, ansiedad, rabia, disminución de autoestima y autoeficacia.

Puntualizó algunos de los mitos sobre el uso de sustancias psicoactivas como:

Mito 1: Todas las personas que consumen drogas son "adictas": Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el 3% de la población mundial es usuaria habitual de drogas. De este universo, únicamente el 12% del total de personas que usan drogas ilícitas desarrollará dependencia o adicción. Según la Organización Mundial de la Salud, de los 320 millones de personas que usan drogas en el mundo, el 90% son usuarios no problemáticos.

Mito 2: Las personas que usan drogas alimentan la violencia en el país. Contrariamente a lo que se piensa, la violencia que vivimos en la actualidad no se relaciona directamente al consumo de drogas sino al carácter ilegal de su tráfico. En nombre del combate al crimen organizado, el Estado mexicano ha autorizado de facto el abuso de la fuerza contra la población civil. Las cifras nos obligan a preguntamos si el principal problema de salud vinculado con las drogas no está en la violencia que generan el mercado ilícito y su represión, antes que en el consumo.

Mito 3: Descriminalizar/legalizar/regular/ las drogas ilegales van a terminar con el tráfico y la violencia. Aún si se quitara el mercado completo de las drogas ilegales al crimen organizado, éste tendría medios para sobrevivir de otras actividades ilegales. La regulación de los mercados de drogas permitiría al Estado recuperar su capacidad rectora sobre sustancias que hoy permanecen bajo el control de narcotraficantes, y reorientar los recursos públicos al combate de delitos predatorios de alto impacto para la sociedad (secuestro, violación, extorsión, robo con violencia, trata).

Mito 4: La descriminalización de las drogas aumenta el consumo. Portugal fue el primer país europeo en descriminalizar el uso y posesión de todas las drogas ilícitas, en 2001. Contrario a Io que muchas personas afirman, después de la descriminalización, hubo una reducción en el consumo de cannabis, cocaína, heroína y LSD, entre los jóvenes de 15 a 19 años, y un pequeño aumento del consumo entre los de 20 a 24 años. En el contexto general, el uso de drogas en Portugal continúa muy abajo de la media Europea.

La descriminalización ha probado ser una herramienta eficiente para reducir importantes riesgos asociados al consumo de drogas como la marginalización del uso a lugares insalubres, el uso compartido de parafernalia (especialmente entre personas que se inyectan drogas), la transmisión de enfermedades virales como el VIH y la Hepatis B y C; la muerte por sobredosis.

Mito 5: La epidemia de las drogas es el mayor problema de salud pública. El azúcar es ocho veces más adictivo que la cocaína, y el 80%de los alimentos contienen azúcares añadidos, en forma de sacarosa, fructosa, glucosa, lactosa, dextrosa. Además, diversos estudios señalan que por primera vez en la historia la obesidad provocará más muertes que el hambre y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2030 Europa se encontrará inmersa en una crisis sanitaria y económica de grandes dimensiones a consecuencia del aumento de la obesidad y la diabetes.

Mito 6: La prohibición es la manera más efectiva de prevenir el uso de drogas. Las políticas prohibicionistas son caras y poco eficaces. Comúnmente se argumenta que la ilegalidad promueve la prevención primaria, reduciendo el uso. Según la ONU, el mercado de las drogas ilícitas se ubica entre 45 y 400 mil millones de dólares, representando alrededor del 16% del ingreso total del crimen organizado. Esa cifra ha aumentado en los últimos 10 años, demostrando que la prohibición ha sido todo menos efectiva en la reducción del mercado.

Mito 7: Las drogas legales, particularmente el tabaco y el alcohol son la puerta de entrada para el consumo de otras drogas ilícitas. Incluso cuando la investigación en materia de adicciones nos ha reiterado que una persona que consume alcohol o tabaco tiene más oportunidades de consumo para otras drogas, legales e ilegales, no existe evidencia suficiente para afirmar que la propensión a consumir esté definida únicamente por el consumo previo de drogas legales ni mucho menos que este tránsito es lineal e igual para todas las personas.

Para visualizar la sesión completa visita: 

https://youtu.be/MfanRO7i4IU