ACADEMIA

Foro: La Orfandad secuela oculta derivada del fallecimiento por COVID-19

La Escuela Nacional de Trabajo Social realizó del 5 al 9 de septiembre el Foro: La orfandad secuela oculta derivada del fallecimiento por COVID-19, coordinado por el Dr. Pedro Daniel Martínez Sierra, profesor de carrera de la ENTS con el objetivo de analizar las problemáticas sociales derivadas de la pandemia como la orfandad en niñas, niños y adolescentes desde una mirada interdisciplinar.

El coloquio se llevó a cabo de manera presencial en el auditorio 8 de marzo de 1857, así como de manera virtual en transmisión por el canal de YouTube de la Escuela. En el acto inaugural la Mtra. Carmen Casas Ratia, directora de la ENTS, destacó la importancia y pertinencia del análisis de la temática, de un grupo de la población que ha sido invisibilizado, como uno de los efectos más devastadores que dejó la pandemia. “¿Qué pasa con las niñas, niños y adolescentes (NNA)? ¿Qué pasa con su situación familiar, educación, desarrollo, manutención, derechos? Esto es parte de los temas a analizar en este foro, a través de la participación de asociaciones, instituciones académicas y especialistas que abordan la temática desde diferentes ángulos para nutrir los contenidos desde la intervención de Trabajo Social” señaló.

La figura materna y paterna son pieza clave en el desarrollo físico y emocional de las niñas, niños y adolescentes, los impactos de la pérdida de éstos suelen ser más graves cuándo suceden a edad temprana, debido a la importancia que tienen en los procesos de socialización y establecimiento de vínculos de confianza, el sentido de autoestima y empatía. Estas ausencias los colocan en una situación de alto riesgo en la vulneración de derechos humanos sino cuentan con redes de apoyo sólidas, refirió el Dr. Pedro Daniel Martínez Sierra.

Durante la sesión inaugural se presentó el reportaje Orfandad por COVID-19 secuelas y rostros ocultos, elaborado por Eva Jerónimo y Mónica Morales ex alumnas de la Escuela, en el cual se destacó que, a nivel mundial desde el inicio de la pandemia hasta el 5 de mayo de 2022, casi 10.4 millones de niñas, niños y adolescentes han perdido a uno de sus padres a causa de la COVID-19 de acuerdo con las estimaciones del Imperial College London. De igual manera México ocupa el tercer lugar en alcanzar las tasas más altas de NNA que perdieron cuidadores primarios o secundarios, se calcula que en el país más de 141 mil 132 NNA han quedado en orfandad.

La orfandad de acuerdo con la UNICEF es la condición que adquiere un niño, niña o adolescente al fallecer uno o ambos padres o cuidadores, éstos últimos se refiere a la persona encargada de satisfacer las necesidades básicas de los NNA como bañarlos, vestirlos y darles de comer, así como fomentar el desarrollo social y educativo brindando de forma prioritaria el apoyo emocional.

La pérdida de cuidadores primarios y secundarios en NNA provoca efectos negativos en cuanto al estado financiero, cuidados, afecto, guía y atención vulnerando sus derechos humanos. El aumento de niñas, niños y adolescentes en condición de orfandad prolifera las peores formas de trabajo infantil relacionadas con la cadena de narcotráfico, el reclutamiento ilícito por parte de grupos armados, la trata de personas y otro tipo de explotaciones económicas. Así mismo el duelo que presentan sino reciben apoyo cambia la arquitectura de sus cerebros y los deja vulnerables, por lo que deben ser sujetos primordiales de atención.

En esta sesión de apertura participó la Mtra. Tania Ramírez Hernández Directora Ejecutiva de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) con la conferencia La sindemia por COVID y su impacto en los derechos de la niñez mexicana; y el Lic. Juan Martín Pérez García Coordinador del Proyecto Tejiendo Redes con la ponencia Discriminación institucional a la orfandad por COVID-19.

Condiciones y factores que se suman a la orfandad

De acuerdo con los balances de la REDIM 2021, la Mtra. Tania Ramírez Hernández, compartió un diagnóstico general sobre algunos aspectos que de manera paralela afectan a la vida de NNA, destacó que la niñez ya se invisibilizaba antes de la pandemia en la institucionalidad pública y en el presupuesto destinado a las instancias a proteger los derechos de la niñez como el SIPINNA.

Con la entrada de la pandemia, informó que hubo una reducción presupuestal lo que pone en riesgo los derechos humanos y en situación de vulnerabilidad a los 38.3 millones de NNA. De esta manera se reflejó una disminución del 8.6% en salud, como la cobertura de vacunación en su esquema básico a la niñez y exclusión de vacunación contra COVID-19, desabasto de medicamentos para enfermedades graves como el cáncer, sumado a ello, una omisión de programas específicos enfocados en el desarrollo integral y el seguimiento a la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia, reducción del 8% al programa de expansión de la educación inicial, falta de acciones y programas capaces de sustituir el programa de estancias infantiles en apoyo a madres trabajadoras, reducción del 97% de recursos destinados a la investigación y persecución de delitos cometidos en materia de derechos humanos.

Añadió que, de acuerdo con estadísticas de defunciones del INEGI en 2020, 2 mil 77 NNA entre 0 y 7 años perdieron la vida como consecuencia de tumores, lo que se tradujo en 5.7 defunciones por día en el país. “La niñez no vive únicamente una pandemia, debido a las distintas condiciones en las que se encuentran enfrentan una sindemia que les genera mayores afectaciones” dijo.

México se ubica como el país con más NNA que enfrentaron la muerte de uno o ambos padres o cuidadores primarios. De acuerdo con el DIF hay aproximadamente 118 mil NNA en orfandad por COVID-19, sin embargo no son cifras oficiales, lo que muestra una falta de información desagregada que invisibiliza y coloca en situación de vulnerabilidad a la niñez ante la pobreza trabajo infantil, violencia sexual, embarazo temprano y abandono escolar, explicó la Mtra. Tania Ramírez Hernández.

Abundó que de acuerdo a una consulta realizada por la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, reveló que 7 de cada 10 NNA querían regresar a clases presenciales, sin embargo no fueron tomados en cuenta. Del mismo modo 1.5 millones de personas de 3 a 18 años en el país ya no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos asociados al COVID-19, 529 mil ya no se inscribieron por falta de dinero o recursos y 310 mil personas de entre 13 y 18 años no lo hicieron porque tenían que trabajar.

En México, la población entre 0 y 17 años en riesgo de reclutamiento o utilización por parte de grupos delictivos ascendía a 145 mil 250 NNA. En 2021, fueron reportados como desaparecidos 17 niñas, niños y adolescentes.

De enero a noviembre de 2021 se registraron 994 homicidios dolosos de personas entre 0 y 17 años (153 mujeres y 841 hombres) en el país, durante el mismo periodo se reportaron mil 246 homicidios culposos de la misma población a nivel nacional. Del 1 de enero al 5 de diciembre de 2021, 12 mil 918 NNA fueron atendidos en hospitales de México por violencia familiar, de éstos, el 88.3% eran niñas y mujeres adolescentes. Además 6 mil 814 NNA se atendieron por violencia sexual siendo el 92.8% niñas y mujeres adolescentes.

Entre 2018 y 2020 la pobreza en la población de 0 a 17 años aumentó 2.3 puntos porcentuales a nivel nacional, así como la pobreza extrema que incrementó 1.9 %. En México 3.26 millones de NNA estaban en situación de trabajo infantil en 2019, lo que representa el 11.5% de la población.

Agregó que la niñez migrante también se vio afectada, de enero a octubre de 2021, el gobierno mexicano realizó 48 mil 707 detenciones de migrantes de entre 0 y 17 años.

De esta manera, señaló que en materia de políticas públicas es necesario reorientar la atención y contención de la COVID-19; el enfoque sindémico basado en los derechos humanos y carácter global de la pandemia; fortalecer el Estado a través de la gobernabilidad democrática; colocar como prioridad el interés superior de la niñez; incrementar la inversión del gasto público; crear mecanismos institucionales de participación ciudadana desde la niñez iniciando en las escuelas; fortalecer el sistema de salud pública y la prevención comunitaria; así como reducir el impacto de la crisis alimentaria.

Por su parte el Lic. Juan Martín Pérez García señaló que, la orfandad rompe con los proyectos del futuro, el 30% de la población son NNA lo que refleja la importancia de poner en la agenda del Estado el interés superior de la niñez, sin embargo el hecho de discriminar a esta población los coloca en una lógica de desprotección y vulnera sus derechos, negando la equivalencia humana que tienen con otras personas.

Añadió que en la observación general número 19 del Comité de Derechos de las y los niños de Naciones Unidas se establece que, en las crisis los derechos de la niñez tiene que ser protegidos y el presupuesto no se puede recortar si eso representa una regresión a sus derechos.

Opinó que la fragilidad institucional del Estado provoca que no haya ninguna acción para atender a la orfandad. “Trabajo Social tiene una tarea central de identificación de la problemática y de la construcción de posibles respuestas institucionales” dijo.

Finalmente definió 3 grandes desafíos: 1) Fortalecer al Estado, para la garantía de derechos; 2) Promover una ciudadanía digital con una participación activa intergeneracional, clave para el cambio social y 3) Gasto público participativo que se ejerza con corresponsabilidad.

La infancia y la orfandad en prisión reconstruyendo el tejido social en contexto COVID-19

Como parte de las mesas también se contó con la presencia de la Lic. Saskia Niño De Rivera, Directora General del Reinserta A.C y la Dra. Gabriela Ruíz Serrano, profesora de Carrera de la ENTS.

La Lic. Saskia Niño De Rivera señaló que alrededor del 65% de la población penitenciaria tiene hijos menores de edad que dependen de ellos, 70 % de las mujeres y 60 % de hombres, es decir 6 de cada 10 personas privadas de la libertad tienen hijos, población que también ha sido invisibilizada, niñas y niños que requieren de apoyo y acompañamiento.

Los centros penitenciarios no cuentan con condiciones aptas para que niñas y niños menores de 3 años vivan con sus madres, por lo que son separados vulnerando tanto el derecho de las mujeres como el de las y los niños.

Señaló que, entre las problemáticas que enfrentan las mujeres privadas de su libertad están: la carencia de espacios exclusivos para mujeres, inadecuada separación entre hombres y mujeres en los centros de inserción mixtos; deficientes servicios de salud; falta de acceso de una alimentación adecuada para ellas y sus hijos; falta de espacios para la educación inicial; insuficiencia de personal médico y personal de custodia; falta de actividades laborales y capacitación; falta de prevención y atención en incidentes violentos respecto a la vinculación con su familia.

Con relación a los hombres privados de libertad, no se cuenta con cifras exactas sobre cuántos de ellos tienen hijas e hijos menores de edad en México, lo que refleja la falta de información y datos. En la legislación mexicana no se establecen artículos específicos que reconozcan sus derechos y atiendan sus necesidades particulares.

Las niñas y niños que viven en prisión con sus madres experimentan estrés, desorden de atención emocional, cognitivo y de comportamiento. De ahí la importancia del diseño de programas y protocolos con el propósito de atenuar las afectaciones en su desarrollo y promover un plan de vida positivo, refirió.

Acompañamiento social a niñas y niños receptores de violencia

El Trabajo Social y la atención a niñas y niños en riesgo ha sido un campo disciplinar de tradición histórica señaló la Dra. Gabriela Ruíz Serrano y expuso una propuesta de investigación titulada Del dispositivo de la intervención al proceso de acompañamiento social, con un enfoque ruptura que emana de un proceso investigativo, que requiere de una perspectiva interseccional, de género y derechos, así como enfoques teóricos que permitan comprender de qué manera se afecta la vida de las niñas y niños en escenarios hostiles. “La intervención debe ser entendida como un entramado complejo” expresó.

“La intervención profesional de las trabajadoras y trabajadores sociales dedicados a la atención de la niñez receptora de maltrato, sin cuidados parentales y en condición de institucionalización se encuentran constreñida por la intersección de 3 elementos: subjetivación-episteme-institución, que al interaccionar se instalan como el dispositivo que determina la intervención social, desafiando la idea de que el Trabajo Social, en el campo operativo, obedece únicamente a procedimientos, conocimientos científicos disciplinares y metodologías sobre la base de la objetividad profesional” mencionó.

Explicó que la propuesta de enfoque ruptura para la transformación de trayectorias de la niñez receptora de maltrato implica el reconocimiento de un encuentro horizontal en donde convergen las voces del profesional que acompaña, el sujeto que se hace acompañar, en el reconocimiento de sus saberes e identidades y cuyo punto de intersección desencadena la posibilidad de transformación y reconstrucción del tejido familiar y socio-comunitario.

Suscribió que el acompañamiento social tiene 3 elementos: el sujeto situado, es decir las personas y sus contextos, la interseccionalidad de los enfoques epistémicos y la deconstrucción sobre la base profesional. “Para efectos de niñas y niños que viven en espacios de cuidado alternativo habrá que trabajar en 2 vías, el fortalecimiento del tejido social y la reconfiguración de realidades” finalizó.

La adopción una medida de protección a la niñez

En las mesas de reflexión también participaron el Mtro. Miguel Ángel Espinosa Palacios, Presidente del Colegio Nacional de Trabajadores Sociales (CONATS) y la Lic. Rosalinda Morales Pérez, Coordinadora del Área de Restitución del Derecho a la Vida Familiar de la IAP “Fundación Quinta Carmelita”.

Quienes señalaron que la adopción es el medio por el cual niñas, niños y adolescentes, que por diversas causas han terminado el vínculo con su familia biológica, tienen la oportunidad de integrarse a un ambiente armónico, protegidos por el cariño de una familia que propicie su desarrollo integral y, estabilidad material y emocional, que los dote de una infancia feliz y los prepare para la vida adulta.

La intervención de Trabajo Social en estos procesos se realiza a través del informe social, compuesto de distintas variables e indicadores, que determinarán el contexto social del individuo o de la familia que pretende adoptar y resulta fundamental para concretar la adopción, además representa un área de oportunidad profesional, refirió el Mtro. Miguel Ángel Espinosa Palacios.

Enfatizó que el profesional de Trabajo Social puede intervenir directamente en los procesos de adopción, promover y difundir la cultura de la adopción, asesorar a las personas que pretenden adoptar a un NNA, así como promover e intervenir la homogenización de la ley de adopción federal.

La Lic. Rosalinda Morales Pérez, señaló que de acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos en 2021, el impacto de la emergencia sanitaria se vio reflejado en la omisión y cierre de las instituciones. Por otra parte algunas dinámicas familiares se tornaron complejas y violentas.

“Cuándo las niñas y niños son retirados de sus entornos por violencia el gobierno debe darles medidas de protección y cuidados alternativos, sin embargo no hay información certera de cuántos NNA necesitan este tipo de protección” comentó.

Mencionó que algunas medidas de protección de niñas, niños y adolescentes que se quedan privados de cuidados parentales son: acogimiento por parte de familiares; acogimiento de un hogar sustituto autorizado o residencial, como los albergues; y cómo última instancia el acogimiento por familia ajena, que es la adopción.

Agregó que las casas de atención como “Fundación Quinta Carmelita” buscan restituir los derechos de los NNA, así mismo destacó que en los procesos adoptivos Trabajo Social y Psicología Social tienen un papel fundamental al elaborar los informes correspondientes, ya que se realiza una evaluación escrupulosa.

“Durante la pandemia la virtualidad nos permitió observar directamente el entorno familiar, a través de las visitas domiciliarias virtuales se pudo mirar el desenvolvimiento y relaciones familiares, este elemento representó una ventaja” indicó. Subrayó que, para los procesos de adopción es importante tomar en cuenta todas las circunstancias por lo que se requiere de un informe multidisciplinario.

Duelo y pérdidas experiencia adversa en la niñez

Durante la pandemia, la niñez y adolescencia atravesó diversos procesos de duelo, que a su vez les dejó mayor resiliencia, aprendizaje del autocuidado, autoconocimiento, formación de redes de apoyo, incorporación de pérdidas a su historia de vida, adquirieron nuevas habilidades, además comprendieron el valor del tiempo, los espacios y las personas, indicó la Mtra. Blanca Paulina Cárdenas Carrera, profesora de asignatura de la ENTS.

Señaló que, el duelo tiene reacciones psicológicas, sociales y físicas ante una pérdida significativa, además integra pensamientos, sentimientos, comportamientos y acciones. Es un proceso de adaptación que incluye diferentes etapas como: la negación; la ira; dolor-desesperanza-depresión; aceptación-adaptación y recuperación.

El tema de la muerte y el sufrimiento se pueden enfocar desde 2 vertientes, ambas complementarias: 1) Pedagogía del duelo, que busca dar herramientas para minimizar el efecto de desconcierto que provoca la pérdida y el sufrimiento; y 2) Pedagogía de la muerte, que facilita la conciencia de la muerte como una presencia que llena la vida de sentido y de valor. Propone hacer evidente que la muerte no sólo existe cuándo perdemos a alguien. Esta vertiente exige la coherencia de hablar de la muerte cuando se habla de la vida.

Destacó que Trabajo Social es una de las disciplinas sociales con mayores retos y desafíos tanto a nivel formativo como profesional, ya que durante la pandemia en el trabajo con la niñez y adolescencia se recurrió a la creatividad, para reforzar la escucha activa.

Por su parte, el psicólogo Fernando José Nieto Reynaldos de Cultura en Resiliencia A.C. agregó que de acuerdo con la UNICEF, 3 de cada 4 niñas y niños sintió la necesidad de pedir ayuda en relación al bienestar físico y mental durante los periodos de confinamiento en 2020, sin embargo 2 de cada 5 no pidieron ayuda ni si quiera a papá o mamá.

“Según la OMS la pandemia que vendría después del COVID-19 sería la pandemia de salud mental, por las experiencias o eventos traumáticos que vivieron. El cien por ciento de NNA vieron cambios en sus formas de socialización y expresión” mencionó.

Apuntó que las formas de afrontamiento de niñas y niños están mediadas por las redes de apoyo primarias, familia o cuidadores primarios; así como las secundarias, es decir las instituciones donde van ingresando de manera paulatina como escuelas, clubes recreativos, centros de integración u otras instituciones. Los NNA necesitan que sus redes de apoyo sean más conscientes, consistentes, coherentes, contenedoras y cuidadoras de su desarrollo integral.

“En la medida en que podamos ver de manera clara y específica que los NNA no sólo perdieron un papá o mamá sino que pasaron por experiencias adversas, y se identifiquen las pérdidas, así como formas de traumas que han experimentado, se podrá brindar un mejor acompañamiento que satisfaga sus derechos y necesidades” expresó.

Fallecimientos múltiples y simultáneos

Durante el cierre del Foro La orfandad secuela oculta derivada del fallecimiento por COVID-19, la Dra. Kenya Andrea Sánchez Zepeda, profesora de carrera de la ENTS, abordó los fallecimientos múltiples y simultáneos, un fenómeno muy común durante la pandemia y poco abordado.

Definió que se denomina así cuando de 2 a 7 personas que integran un núcleo familiar, principalmente en cohabitación, fallecen en un periodo de tiempo corto que puede oscilar de 2 semanas a 3 meses.

Puntualizó que, las familias en las que ocurrió este fenómeno generalmente vivían en hacinamiento y zonas de alta marginalidad, donde el comercio informal no se detuvo durante el confinamiento. Al respecto destacó la importancia de estudiar las desigualdades múltiples de la familia, ya que se van sumando violaciones estructurales a los derechos humanos, en una acumulación de hechos que precarizan aún más.

Señaló que, algunos impactos situacionales de los fallecimientos múltiples y simultáneos fueron la pérdida de figuras parentales y proveedoras de recursos materiales o de cuidados, que derivó en procesos de reestructuración en arreglos familiares, provisión, distribución de labores domésticas o tareas de cuidado; asumir responsabilidades que no estaban en la mira frente al proyecto de vida en pareja, de familia y de manera personal; de afrontar lo inesperado; para estas familias los procesos tanatológicos están fuera del alcance, no hay una asequibilidad de servicios de salud mental.

Informó que el 28 por ciento de las familias en la Ciudad de México, debido a un episodio de fallecimiento tuvieron que reconfigurar su organización sobre: 1) cuidados, al presentarse una crisis de atención, ya que una persona que requería cuidados se convirtió en cuidadora; 2) provisión, al existir desempleo y abusos en derechos laborales; 3) la convivencia familiar se vio forzada por la falta o ausencia de redes de apoyo.

Finalmente destacó que, “se requiere de una política de atención con perspectiva de cuidados, de provisión de servicios en salud, trabajo y educación, políticas de redistribución económica y culturales donde se aborde la división sexual de trabajo y de descanso de los cuidados; políticas de seguridad y protección social, laboral y hasta fiscal” expresó.

Como parte de las reflexiones finales el Dr. Pedro Daniel Martínez Sierra señaló que se debe considerar a la orfandad por COVID-19 como un nuevo tipo de orfandad.

Afirmó que se requiere presupuesto para el desarrollo de diagnósticos más precisos, es decir, un registro nacional de niñas, niños y adolescentes que se encuentran en esta situación de vulnerabilidad de sus derechos humanos, para generar políticas públicas eficaces para la atención a esta problemática que todavía no se dimensiona a su totalidad, ya que los impactos aún no están siendo visibilizados.