En el mundo de la educación sabemos que septiembre es igual a intensidad.
La llamada “vuelta al cole” se convierte siempre en “trending topic” en los medios de comunicación, pero este año se ha llevado la palma y ha sido trending topic en hogares, calles, negocios y hasta en bares y terrazas...
Este curso, la vuelta al cole ha sido más vuelta que nunca, tanto que nos ha dado literalmente la vuelta.
Después de casi seis meses sin alumnos, las aulas, patios, pasillos y escaleras se han vuelto a llenar de vida con niños y niñas, chicos y chicas, con mascarillas eso sí, felices de volver a un lugar en el que pasan muchas horas, en el que aprenden y, sobre todo, en el que disfrutan.
No está siendo fácil. La intensidad de un septiembre “normal” se ha multiplicado por 1000 en este septiembre de “nueva normalidad”. Procesos que no se hicieron en su momento y que ahora había que sacar- sí o sí -(matriculaciones, banco de libros…) se han solapado con los propios de este momento.
Planes, protocolos y decisiones de última hora tomadas por las autoridades han marcado el inicio de un curso muy particular en el que ha habido que acompasar el ritmo del colegio en todas sus secciones a una urgencia: hacer de nuestro cole un espacio lo más seguro posible frente al coronavirus.
Un desafío para toda la Comunidad Educativa, en el que cada uno tenemos que hacer muy bien nuestro papel para que el resultado sea el deseado. Y todo teniendo en cuenta que habrá muchas cosas que escapan a nuestro control…
Cientos de carteles, huellas y flechas para inundar el colegio de indicaciones. Litros y litros de gel hidroalcóholico y de desinfectante para cuidar todavía más la higiene y la limpieza. Multiplicación de accesos y metros de cintas de seguridad aquí y allá para recordar que lo que antes eran espacios abiertos y de libre paso hoy no lo son y hay que seguir unas pautas.
PAS, docentes y APA trabajando a una. Familias inquietas aportando su granito.
Con presión sí, pero con pasión.