“Al niño le gusta la naturaleza y lo encerraron en el aula, le gusta comprobar que su quehacer tiene sentido y lo llevaron a realizar tareas sin sentido, le gusta moverse y le ataron a la inmovilidad; le gusta manejar objetos y lo pusieron en contacto con el mundo de las ideas; le gusta usar las manos y solo le dejan trabajar con su cerebro; le gusta hablar y le obligaron al silencio; quisiera razonar y le obligaron a memorizar; quisiera buscar la ciencia y se la dieron ya masticada; quisiera entusiasmarse e inventaron el castigo”
(Adolph Ferrier, impulsor de la Escuela Nueva)