Comenzamos la unidad 2 del MOOC “Diseña el Plan Digital de tu Centro (5ª Edición)” en la que trabajaremos sobre los conceptos de liderazgo y gobernanza fundamentales para entender la relación entre tecnología y organización escolar. También veremos aspectos del desarrollo personal docente y de cómo mejorar el entorno organizativo de aprendizaje de la organización.
En esta quinta edición del MOOC, conoceremos cuatro áreas muy interesantes. Una de ellas, la de Colaboración y Redes, nos va a mostrar el camino para marcar un modelo estratégico de comunicación con la que poder incentivar y promover el intercambio de conocimientos a través de la asociación y la colaboración, además del conocimiento interno de la propia institución desde el debate y la propia comunicación.
El último apartado está dedicado a las infraestructuras educativas y cómo poder integrar la tecnología en las instituciones educativas de una forma operativa, fiable, segura y escalable, para que pueda contribuir a potenciar la enseñanza y el aprendizaje.
En este último punto, entra en juego la ética y su implementación, el desarrollo y la utilización de las infraestructuras en las instituciones educativas. Unas infraestructuras que no son neutras, por lo que no se puede considerar sólo desde una perspectiva tecnológica, sino también desde una perspectiva ética. Recomendable el enlace al vídeo de Jesús G. Barahona que habla sobre este tema.
Y aún con todo esto, debemos recordar que el Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes será el que busca la construcción de una política de uso aceptable y se postula como garante del uso ético y adecuado de la tecnología.
En esta unidad analizaremos la relación que puede existir entre las TIC y cuestiones como el liderazgo, la gobernanza o la organización escolar, de tal forma que seamos capaces de crear procesos de sinergia para fortalecer al centro educativo y su comunidad y provocar la mejora de los aprendizajes de todos los estudiantes.
En concreto, tras esta segunda unidad, esperamos que seas capaz de:
Valorar la importancia que el trabajo en red, la puesta en común de recursos y la colaboración tienen para las organizaciones escolares.
Elaborar una estrategia de comunicación para la escuela.
Conocer las diferentes opciones que la dirección de un centro tiene para promover el desarrollo profesional de su claustro.
Identificar las oportunidades de mejora de la infraestructura, tanto la digital como la física, de un centro.
ÁREAS: liderazgo, colaboración y redes, desarrollo profesional docente e infraestructuras.
Por último, os recordamos que el día 5 de octubre a las 17.00 (UTC+2) tendremos nuestro primer directo en el MOOC "¿Cuál es tu plan? Planes digitales diversos". Para ello contaremos con Cristina Courel Ibañez (CPEE Princesa Sofía. Madrid), Nuria Montero Lapuente (CEPA Buitrago de Lozoya, Madrid) y Virginia Manzanares Azofra (EOI El Fuero de Logroño)
Para estudiar la relación entre tecnología y organización escolar es necesario hacer referencia a dos conceptos previos y superiores: liderazgo y gobernanza. Obviamente, por un lado, un desarrollo sostenible de la competencia digital organizacional demanda un liderazgo distribuido (enlace en inglés) que apunte tanto a la gestión, como al aprendizaje; pero, por otro lado, también es necesario un modelo de gobernanza (enlace en inglés) que busque la mejor manera de hacer realidad la visión del centro (en términos de tecnología y en general) que tenga la comunidad educativa.
Por ello, en esta unidad se revisan los elementos del Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes que versan sobre las “prácticas de liderazgo y gobernanza”, así como los distintos descriptores que se pueden utilizar para analizar el nivel de implementación y desarrollo de estas prácticas.
Por sintetizar lo mucho que se ha escrito en relación con la necesidad de liderazgo y gobernanza en los centros educativos, podríamos plantearnos tres preguntas:
¿Para qué queremos liderazgo y gobernanza?
¿Quién tiene liderazgo y ejerce la gobernanza?
¿Cuándo aparece el liderazgo y es necesaria una buena gobernanza?
En relación con la primera pregunta, por un lado, necesitamos un liderazgo pedagógico que sitúe “como brújula de su acción la mejora de los aprendizajes de los alumnos” (Bolívar, 2015). Para ello, liderazgo y gobernanza han de estar centrados en dos cuestiones fundamentales: la creación de un entorno de aprendizaje estimulante y enriquecedor y la promoción del diálogo del claustro (y la comunidad educativa) sobre el aprendizaje (MacBeath, J., and Dempster, N., 2009).
Por otro lado, es absolutamente necesario un liderazgo de gestión que garantice el funcionamiento del centro poniendo su foco de atención en las funciones, tareas y comportamientos (Bush y Glover, 2014) propios de un centro educativo. Para ello es importante asumir una perspectiva constructiva y servicial que sea capaz de poner los recursos del centro al servicio del aprendizaje y del desarrollo personal y profesional de los miembros de la comunidad educativa.
En relación con la segunda pregunta, ¿quién tiene liderazgo y ejerce la gobernanza?, la respuesta convencional ha sido que el liderazgo y la gobernanza en los centros educativos recaen en los docentes, entendiendo por ello una asunción individual de ambos conceptos.
Sin embargo, desde planteamientos teóricos y prácticos se defiende como inviable el liderazgo docente individual: la complejidad de las situaciones y los problemas que abordar (laborales, técnicos, tecnológicos, etc.) requieren que el liderazgo esté distribuido, lo cual no implica tanto - como nos advierte Frost (2008) - “compartir la responsabilidad administrativa o asumir roles formales de liderazgo como (...) el derecho de los docentes a desarrollar su potencial humano” dentro de la institución educativa mediante “su desarrollo profesional, su propia construcción de conocimiento y su voz.”
Para ello será importante valorar dos ideas. Por un lado, promover la experticia (expertise) colaborativa (enlace en inglés) como propone Hattie (2015), es decir, la transferencia de conocimiento derivado de la experiencia entre los docentes de un mismo centro educativo para generar, así, la mejora continua de la organización. Por otro lado, Marchesi y Martín (2014: 138-139) llaman nuestra atención respecto a la micropolítica del cambio educativo en los centros, así como a la consideración de las emociones de los profesores ante el cambio, factores ambos que potencian o socavan la construcción de un liderazgo auténticamente distribuido.
Finalmente, en relación con la tercera pregunta, que nos hace pensar en la necesidad y la ocasión de un liderazgo efectivo y una buena gobernanza, podríamos señalar dos modelos operativos: por un lado, el modelo contingente de liderazgo que, según Bush y Glover (2014), “reconoce la naturaleza diversa de los contextos escolares, y las ventajas de adaptar los estilos de liderazgo a cada situación particular en lugar de adoptar una postura de café para todos”; por otro lado, el modelo situacional, que adapta su liderazgo a la madurez de los miembros del equipo según su deseo y habilidad para realizar una tarea, nos recuerda que los procesos de cambio han de estar ajustados al ritmo y el tiempo de cada institución.
En definitiva, liderazgo y gobernanza son dos factores clave para la transformación y, por supuesto, para la transformación digital, como se contempla de manera explícita y específica en el Marco Europeo para Oganizaciones Educativas Digitalmente Competentes, #DigCompOrg.
Definir cómo se integra la tecnología digital en un centro educativo para una mejor enseñanza y aprendizaje, así como para una gestión eficaz del centro, es una tarea compleja, aunque necesaria. Obviamente, el punto de partida es que la comunidad educativa comparta una misión y una visión a corto, medio y largo plazo, pero esto no es suficiente: se necesita también que el equipo directivo ejerza el liderazgo y la gobernanza, para que se puedan acometer todas las actuaciones que la comunidad educativa estime necesarias.
El Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes, #DigCompOrg, contempla, en este sentido, tres subelementos bajo el epígrafe “Prácticas de liderazgo y gobernanza”:
Se considera que la integración del “aprendizaje en la era digital” debe formar parte de la misión, la visión y las estrategias globales de la organización: en este sentido, la tecnología forma parte integral de la imagen que la organización tiene de sí misma en el presente y en el futuro, así como de los pasos que ha de dar para la mejora de los procesos de aprendizaje y enseñanza.
Para recorrer el camino trazado por la visión y el plan estratégico de la organización, se define con claridad un plan de implementación: éste ha de ser realista, debe incorporar prioridades claras y objetivos mensurables que permitan considerar si estos han sido conseguidos o no dentro del plan estratégico para la puesta en funcionamiento de las tecnologías digitales de aprendizaje.
Atendiendo al plan estratégico y al plan de implementación de las tecnologías digitales de aprendizaje, es necesario establecer un modelo de dirección y gobernanza que permita coordinar y supervisar todas las actuaciones que se deben desarrollar: entre estas actuaciones son especialmente relevantes aquellas que consideran la gestión de los recursos presupuestarios y la dotación de personal, dos elementos fundamentales para la puesta en funcionamiento y la sostenibilidad de la integración de las tecnologías digitales de aprendizaje.
Ésta es, pues, la secuencia que permite afrontar el reto tecnológico con las mejores garantías de éxito, presente y futuro:
Integración de la tecnología en la misión, la visión y la estrategia de la organización.
Definición de un plan de implementación.
Establecimiento de un modelo de liderazgo y gobernanza.
La intención del elemento “Prácticas de liderazgo y gobernanza” y de la secuencia: "1) Integración de la tecnología en la misión, la visión y la estrategia de la organización", "2) Definición de un plan de implementación" y "3) Establecimiento de un modelo de liderazgo y gobernanza", es establecer unos pilares fuertes y seguros para el desarrollo de la tecnología digital de aprendizaje en una organización. En este sentido, los descriptores proporcionados por DigCompOrg nos permiten analizar la fortaleza y sostenibilidad de nuestro planteamiento.
Así, para el subelemento que considera la integración de la tecnología en la misión, visión y estrategia global de la organización se establecen los siguientes descriptores:
El potencial de las tecnologías de aprendizaje digital está claramente marcado.
Se comunican los beneficios de las tecnologías de aprendizaje digital.
El plan estratégico comprende el aprendizaje en la era digital.
La educación abierta es un aspecto de la implicación pública.
En relación con el plan de implementación de la estrategia para el aprendizaje en la era digital, se consideran los siguientes descriptores:
La planificación se basa en facilitadores, abordando al mismo tiempo las barreras.
Las partes interesadas internas tienen un cierto grado de autonomía.
Se identifican oportunidades, incentivos y recompensas para el personal.
El aprendizaje en la era digital está en línea con prioridades más amplias.
Hay objetivos dobles de modernización de la provisión educativa existente y de oferta de nuevas oportunidades.
Por último, en relación con el modelo de dirección y gobernanza, se indican los siguientes descriptores:
Hay un entendimiento compartido y un compromiso con el plan de implementación.
La responsabilidad de dirección está claramente asignada.
Existen recursos de acuerdo con presupuestos y personal.
Se revisan los resultados, la calidad y el impacto del plan de implementación.
Se evalúan iniciativas específicas o pilotos.
Se hace una comparativa del estado de implementación.
La supervisión de política y rumbo es evidente.
Este despliegue de descriptores plantea una imagen de organización que busca modernizar sus prácticas educativas, utilizando para ello el potencial de la tecnología (descriptor 1.1), que da a conocer interna y externamente el sentido y las ventajas de la tecnología para el aprendizaje (descriptor 1.2), que busca la confirmación empírica del impacto de la tecnología en el aprendizaje a través de procesos de investigación en la acción (descriptor 1.3) y que promueve la difusión libre del conocimiento a través de cursos, publicaciones y otros materiales digitales en abierto.
Asimismo, el plan de implementación definido en este elemento está relacionado con cuestiones como la valoración del contexto de implementación, el reconocimiento de la importancia de personas facilitadoras de la integración de la tecnología y de la existencia de posibles barreras, el respeto a la autonomía de los miembros de la comunidad educativa dentro del proceso de integración de la tecnología, la promoción de incentivos y recompensas en relación con el esfuerzo integrador, la vinculación con políticas de igualdad y lucha frente a las desventajas socio-económicas o de cualquier otro tipo y la apertura a nuevas formas de aprendizaje formal, no formal e informal.
Por último, el modelo de dirección y gobernanza para la integración de la tecnología nos habla de responsabilidad, pero a partir del entendimiento y el compromiso compartido, en línea con la idea de liderazgo distribuido ya descrita anteriormente. Asimismo, se considera un enfoque dinámico del proceso de integración de la tecnología, pues el modelo de dirección y gobernanza incluye los mecanismos de evaluación, medición del impacto, comparativa con organizaciones similares y valoración de la implementación en relación con los recursos presupuestarios y el personal disponibles.
En definitiva, la integración de la tecnología en una organización para promover el aprendizaje no es un proceso simple ni que pueda ser improvisado. La reflexión, la planificación y una dirección adecuadas son las garantías que permiten afrontar el reto con las mejores expectativas.
Esta área reaparece en la última versión revisada de SELFIE, tras su eliminación desde el Programa DigCompOrg, en el que constaba como "Comunicación y Networking".
La visión actual de esta área es semejante a su predecesora, ya que su objetivo en origen radicaba en la colaboración, compartición y el establecimiento de un modelo estratégico de comunicación con el que se incentivase y promoviera el intercambio de conocimientos a través de la asociación.
La introducción de Colaboración y Redes en el cuestionario responde a la necesidad de encajar una serie de preguntas que realiza la herramienta SELFIE y que, por su análisis cuantitativo y cualitativo, favorece una estructura propia, en la que presenta un mayor peso dentro de los resultados finales.
Así pues, esta área se puede considerar como aquella que apoya las medidas que integran en su plan digital la cultura de colaboración y comunicación para poder compartir experiencias y aprendizajes eficaces dentro y fuera de los límites de la organización.
En cuanto a las preguntas que plantea, cuestiona dudas sobre la revisión del progreso en los procesos de enseñanza aprendizaje, el debate sobre el uso de las tecnologías digitales, así como la utilización de las tecnologías para intercambiar conocimientos con otras escuelas, entidades, instituciones, empresas institucionales...
Las tecnologías, en concreto las tecnologías digitales, han supuesto grandes retos y posibilidades para el desarrollo profesional de las instituciones educativas. En lo que se refiere al desarrollo profesional de sus miembros, tendríamos que hablar de una doble vertiente de influencia por parte de la tecnología:
Por un lado, uno de los pilares básicos para conseguir que nuestra organización sea más competente digitalmente es que sus miembros sean más competentes digitalmente a todos los niveles, y para ello es fundamental su desarrollo profesional.
Pero además, la tecnología digital ha abierto enormes posibilidades al desarrollo profesional de los docentes y, cómo no, al desarrollo profesional de las instituciones, de las escuelas que aprenden a través del desarrollo de sus ecologías de aprendizaje, materializadas en sus Entornos Personales de Aprendizaje (PLE) y sus Entornos Organizativos de Aprendizaje (OLE).
PLE y OLE son una forma de entender cómo aprende nuestra organización y los miembros de ella con tecnología. Ahora bien, en la medida en que los OLE y los PLE de la organización estén mejor desarrollados y seamos más conscientes de cómo mejorarlos y enriquecerlos, las posibilidades de mejorar la competencia digital (y genérica) de nuestra institución será mayor.
Si atendemos a algunas de las definiciones más conocidas que se han propuesto en los últimos años, diríamos que los entornos personales de aprendizaje (que conocemos por sus siglas en inglés PLE, de Personal Learning Environment), son el entramado de herramientas, fuentes de información, conexiones, actividades, mecanismos cognitivos y estrategias meta-cognitivas que pone en marcha cada persona de forma asidua para aprender (Adell y Castañeda, 2010; Castañeda y Adell, 2013).
Eso significa que todas las personas tenemos uno, seamos profesorado, alumnado… todos los que estamos en proceso de aprender (que somos todos) tenemos un entorno personal de aprendizaje, lo sepamos o no. Y este incluye todos los procesos que ponemos en marcha para aprender, incluyendo todas las herramientas que usamos para ponerlos en marcha y para enriquecerlos, así como las conexiones y la forma en que sus acciones se organizan en nuestra ecología del aprendizaje. No en vano, algunos autores dicen que el entorno personal de aprendizaje es la materialización de la ecología de aprendizaje de las personas.
Es decir, siempre hemos tenido un PLE, pero, en estos tiempos donde la tecnología nos ofrece una enorme cantidad de información, conexiones y posibilidades de adquirir información y gestionar conocimiento, comprender cómo el entorno personal de aprendizaje funciona y cómo las estrategias metacognitivas se ponen en marcha para enriquecer ese PLE es más relevante que nunca. Además, algunas de esas mismas herramientas que nacieron en la Web 2.0 y han evolucionado hacia la Web 3.0 nos permiten gestionar esa ingente cantidad de recursos y conexiones, reconducirlos para formar parte de nuestro flujo de conocimiento y de aprendizaje de manera idónea en cada uno de nuestros casos y para cada una de nuestras necesidades.
Por su parte, el entorno organizativo de aprendizaje (al que conocemos por sus siglas en inglés OLE, de Organizational Learning Environment), pretende ser un concepto análogo al de PLE, pero al que se ha añadido toda la dimensión organizativa y contextual que implica la labor docente.
Es decir, diríamos que un OLE sería ese entramado sociomaterial que incluye fuentes de información, herramientas, actividades, mecanismos cognitivos y redes de personas que una organización usa de forma asidua para aprender (entendemos que las escuelas son organizaciones que aprenden). Y en el OLE de las escuelas entendemos que están, no sólo la suma de los PLE de sus miembros, sino que se incluyen las relaciones entre los elementos que permiten a la institución estar en permanente situación de aprendizaje, la organización de esos elementos, la forma en que los comunica, cómo encajan las tecnologías en esos procesos, las filosofías que subyacen, etc.
Las estructuras, acciones y pensamientos que hacen que una escuela aprenda como una organización, todo en uno, son esos entramados que ponen en conexión las sinergias de los PLE de los miembros de la organización, sus creencias sobre el trabajo que realizan, las necesidades de aprendizaje de la propia organización y las personas (y otras organizaciones) que se relacionan con esa organización y con su trabajo diario.
Como organización, hay tres aspectos clave en los que se podría incidir para promover el PLE de sus miembros:
Hacer conscientes a las personas de nuestra organización de la existencia de su PLE y de la importancia de conocerlo, enriquecerlo y sacar verdadero provecho de él.
Ofrecer oportunidades de aprendizaje que puedan ser incorporadas por los miembros de la organización en su PLE, es decir, que, además de que puedan estar certificadas y ser valoradas dentro y fuera de la institución, pasen a formar parte de su PLE y no sean solo experiencias aisladas.
Favorecer la autonomía y la posibilidad de sacar provecho de los recursos del centro para mantener y enriquecer el PLE de sus miembros, intentando que los recursos disponibles (biblioteca, red WiFi, almacenamiento en red, espacios digitales, etc.) y otros que puedan adquirirse o abrirse de forma centralizada por el centro (cuentas educativas en herramientas, suscripciones institucionales a espacios, etc.), se usen y se aprovechen.
Es imprescindible que se den algunos pasos básicos:
El primero no tiene que ver con la tecnología, sino con tratar de unificar la visión que tenemos todos los miembros de la organización sobre los asuntos básicos que la definen y determinan cómo quiere ser.
Una vez hecho eso, hay que fijar metas de aprendizaje para la organización a corto, medio y largo plazo (como, por ejemplo, conocer mejor los PLE de sus miembros) y, sobre esa base, hay que configurar el flujo de información, el de comunicación y la forma en que nos relacionamos con los mismos. Algunas posibilidades:
Hacer un inventario de fuentes de información relevante de dentro y de fuera de la institución que debamos leer todos.
Crear "comisiones" que nos ayuden a "curar" contenido relevante o a localizar "recursos o personas" que puedan ser de interés para la organización e incorporemos su trabajo a alguna forma de comunicación interna.
Recrear espacios para aprender en nuestras dinámicas escolares habituales: cafés o meriendas de trabajo, seminarios para compartir experiencias profesionales, talleres con expertos externos o programas de formación (como este curso) que puedan impactar en nuestra organización.
Actualmente puede parecer que se hace imposible llevar a cabo estos aprendizajes y espacios comunes en los que se puede compartir y comunicar las experiencias, pero es posible si tomamos como aliada a la tecnología creando aulas o claustros virtuales... e incluso podemos hacer reuniones programadas online con personas relevantes en temas que pueden interesar a nuestra organización y que, físicamente, hubieran sido inviables hace unos meses.
Hasta este momento, hemos hablado de diversos planos vinculados con la integración de la tecnología digital en una institución educativa: el plano competencial, el plano directivo, el plano colaborativo, etc.
Sin embargo, para que la tecnología pueda contribuir a potenciar la enseñanza y el aprendizaje, es necesario que la infraestructura digital esté operativa, sea fiable, segura y escalable a lo largo del proceso de desarrollo. Sin esto no será posible su integración y en su ausencia o sus limitaciones encontramos uno de los problemas más previsibles y, sin embargo, comunes en el proceso de integración.
En este bloque de Ideas Clave reflexionaremos, precisamente, acerca de cómo podemos, desde el Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes, reflexionar y prever nuestra infraestructura digital para que dé soporte a un uso profesional de la tecnología para el aprendizaje.
Cuando se vinculan tecnología y educación, es inevitable pensar en el futuro. Así, Tom Vander Ark señala en Teachthought (enlace en inglés) que “las escuelas de la siguiente generación se caracterizarán por un día de tres pantallas (para consumir, producir y compartir) con banda ancha en la escuela y en casa y una oferta de oportunidades de aprendizaje con recursos contrastados 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año”.
En esta visión, obviamente, tecnología y aprendizaje caminan de la mano; sin embargo, la velocidad de ambas áreas no es la misma. Innerarity (2011: 217-218) utiliza el término heterocronía para referirse a estas distintas velocidades y a las posibles líneas de quiebra que pueden surgir entre las distintas dinámicas de innovación.
Varios años después, se presentaron en España, en el VII Encuentro Internacional de Educación, las conclusiones de los estudios realizados en las que los expertos concluían cómo salvar las escuelas y construir la educación del futuro desde siete ideas.
En este sentido, una visión simplificadora podría hacer pensar que, puesto que el avance tecnológico es más rápido, la tecnología debería ser el ámbito que marcara el paso, pero no es así. En educación, la tecnología está al servicio de la pedagogía: como afirma la OCDE (2015) (enlace en inglés), “La tecnología puede amplificar una gran enseñanza, pero una gran tecnología no puede reemplazar una pobre enseñanza".
Así pues, la infraestructura tecnológica ha de ser definida de manera coherente con el marco pedagógico y el proyecto educativo del centro. Solo esta subordinación de la tecnología a la pedagogía garantiza una integración sostenible que promueva el aprendizaje.
Puedes obtener más información sobre la actualidad de los estudios realizados por la OCDE (2021), como por ejemplo en el siguiente: Lectores del s.XXI. Desarrollar habilidades de alfabetización en un mundo digital.
Jaron Rowan afirma en su libro Cultura libre de Estado: “Las infraestructuras ordenan y reproducen clases sociales". Es decir, las infraestructuras no son neutrales y, por tanto, su implementación, desarrollo y utilización (especialmente en instituciones educativas) debe ser considerado no solo desde una perspectiva tecnológica, sino desde una perspectiva ética. En este sentido, Jesús G Barahona habla de cómo la tecnología no es neutra y cómo nos puede llegar a influir en nuestra vida y cómo se puede extrapolar este aspecto a la educación.
En este sentido, construir juntos una política de uso aceptable, como propone el Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes, es una garantía mínima de que la institución promueve un uso ético y adecuado de la tecnología. Esto implica desde una inversión justa basada en el conocimiento hasta la lucha contra la desigualdad y a favor de la inclusión digital (enlace en inglés), promoviendo que se pongan en funcionamiento las actuaciones necesarias para atender a las necesidades específicas de todos los estudiantes y manteniendo siempre un alto nivel de preocupación por la privacidad, la confidencialidad y el uso seguro de las tecnologías.
En relación con la infraestructura tecnológica, es absolutamente necesario que la organización educativa sea capaz de alinear su misión y su visión con un plan estratégico y de implementación específicos. Para ello, es importante que este plan sea tan consistente como flexible porque, como afirma Antonio Rodríguez de las Heras (2015), “el futuro menos probable es aquel en que nada cambia".
Por esta razón, el Marco Europeo para Organizaciones Educativas Digitalmente Competentes, #DigCompOrg, incluye dos subelementos relacionados con la infraestructura:
Se diseñan espacios de aprendizaje físicos y virtuales para el aprendizaje en la era digital.
Se planifica y gestiona la infraestructura digital.
El primero de ellos se desarrolla en dos descriptores:
Los espacios de aprendizaje físicos optimizan las posibilidades del aprendizaje en la era digital.
Se optimizan los espacios de aprendizaje virtual.
El segundo, a su vez, se concreta en los siguientes descriptores:
Se tiene establecida una Política de Uso Aceptable.
Los conocimientos expertos pedagógicos y técnicos dirigen las inversiones en tecnologías digitales.
Hay una gama de tecnologías de aprendizaje digital que dan soporte al aprendizaje en todo momento y lugar.
Se apoyan los modelos Bring Your Own Device (BYOD, Traiga Su Propio Dispositivo).
Se abordan los riesgos relacionados con la desigualdad y la inclusión digital.
El apoyo técnico y de usuario es evidente.
Las tecnologías de asistencia atienden necesidades especiales.
Hay medidas bien establecidas para proteger la privacidad, la confidencialidad y la seguridad.
Hay evidencia de una planificación de adquisiciones eficaz.
Hay establecido un plan operativo para la red principal y los servicios básicos de las TIC.
Con estos subelementos y descriptores se proporciona una imagen de institución educativa que tiene el control de su propia infraestructura y es, por tanto, capaz de ajustarla al modelo de enseñanza y aprendizaje. Además, se dibuja una institución preocupada por el desarrollo integral de todos los miembros de la comunidad educativa y por que estos puedan desarrollar su tarea con todas las garantías posibles de confidencialidad y seguridad. En definitiva, la tecnología no es una simple expansión de la institución educativa: la tecnología es la propia institución.