Legènde. George Enescu
Compuesta en 1906, es una obra para trompeta y orquesta que realmente brilla por su evocador carácter y su conexión con la rica música folklórica rumana. A diferencia de muchas composiciones clásicas, esta pieza no se adhiere a las formas tradicionales, lo que la convierte en una joya única dentro del repertorio para trompeta. A lo largo de la obra, Enescu utiliza la trompeta como la
voz de una historia profundamente emocional, creando una atmósfera oscura y misteriosa.
La pieza se presenta en un solo movimiento, lo que permite una narración contínua, sin las divisiones típicas de un concierto. La armonización es mayormente modal, evocando las escalas que son características de la música popular rumana. Este enfoque da lugar a una sonoridad distintiva, alejada de las armonías tonales más comunes, lo que refuerza la atmósfera de la obra.
Concerto en Mib M para trompeta. Joseph Haydn
Se empezó a componer en 1796 y se estrenó en 1800. Es una obra fundamental en el repertorio para trompeta, pues es el primer concierto clásico para este instrumento (compuesto para la trompeta de llaves, un antecesor de la trompeta) y es una de 2 obras compuestas durante el Clasicismo para este instrumento.
Su estilo refleja la elegancia y simetría que caracterizan a este periodo. En esta pieza, Haydn logra un equilibrio perfecto entre el papel del solista y el acompañamiento orquestal, siguiendo las formas clásicas de la época. La obra se divide en tres movimientos: Allegro, Andante con moto y Allegro.
Concerto para trompeta. Alexander Arutunian
Compuesto en 1950, es una obra moderna que desafía tanto la técnica como la interpretación emocional del trompetista. Con influencias del nacionalismo ruso y un lenguaje armónico contemporáneo. Esta obra es conocida por su intensidad y complejidad técnica.
La pieza comprende varios cambios de tempo y carácter, que podrían entenderse como movimientos distintos, siendo el último de ellos una reexposición del primero.