Concierto para violín nº 4 en Re M, K. 218. W. A. Mozart
Fue compuesto en 1775 para la corte de Salzburgo. El primer movimiento comienza con la orquesta de una manera brillante, de la misma forma que después contesta el solista. Está lleno de pasajes técnicos y de agilidad lo que provoca un dinamismo rítmico, además está marcado por cambios de dinámica lo capta la atención del oyente.
Concierto para violín nº 2 op. 61 en si m. C. Saint- Saëns
Fue compuesto en 1880, siendo una destacada contribución para el repertorio violinístico del siglo XIX. La orquesta comienza con un trémolo dando misterio y es el violín el que entra directamente con la melodía en la cuarta cuerda, además intercala grandes pasajes técnicos con pasajes mucho más melódicos. Este concierto fue dedicado a Pablo Sarasate, quien lo interpretó por primera vez en octubre del mismo año de su composición.
Partita nº 3 en Mi M. J. S. Bach
Preludio y Louré
Fue compuesta alrededor de 1720. La partita empieza con el preludio, con carácter muy enérgico que se mueve en arpegios, escalas y figuras ornamentales.Se puede destacar los grandes pasajes técnicos con gran agilidad.
El segundo movimiento, la Loure, es una danza barroca de origen francés, que tiene una gran riqueza armónica y contrapuntística, creando un ambiente de calma. Todas las partituras de Bach están compuestas para violín solo.
Concierto para violín en mi menor. F. Mendelssohn, 1er Mov.
El "Concierto para violín en mi menor" de Felix Mendelssohn es una obra emblemática del repertorio violinístico del siglo XIX. Compuesta en 1844, esta obra muestra la maestría de Mendelssohn en la escritura para violín, así como su habilidad para combinar pasajes virtuosos con momentos de gran lirismo y expresividad. Mendelssohn logra crear una obra que
desafía al solista con pasajes técnicamente exigentes, mientras que al mismo tiempo ofrece al oyente una experiencia musical profundamente emocional y envolvente. El "Concierto para violín en mi menor" de Mendelssohn continúa siendo una de las obras más queridas y ejecutadas en el repertorio violinístico clásico.
Concierto para violín n.o 4 en re mayor. W. A. Mozart, 1er Mov.
El "Concierto para violín n.o 4 en re mayor, K. 218" de Wolfgang Amadeus Mozart es una obra encantadora que muestra la genialidad del compositor austriaco en la escritura para violín y orquesta. Compuesto en 1775, este concierto es uno de los cinco conciertos para violín que Mozart escribió durante su carrera, consigue combinar la elegancia y la sofisticación características de su estilo con pasajes virtuosos y expresivos para el violín solista. El "Concierto para violín n.o 4" de Mozart es una obra que sigue siendo apreciada por su belleza y gracia, y continúa siendo una pieza fundamental en el repertorio de conciertos para violín.
Capricho numero 9 en Mi mayor. N. Paganini
Este “Capricho numero 9 en Mi mayor” de Paganini, perteneciente a los 24 Caprichos para violín solo y también conocido como el capricho de la “caza”, es una de las joyas que nos dejó Paganini para el repertorio del violín y destaca por su virtuosismo, empleando diversos recursos técnicos únicos al violín.
Partita para violín solo No. II en Re m. J. S. Bach
Johann Sebastian Bach fue un organista y compositor alemán cuya obra se considera hoy una de las mejores de la música barroca en su apogeo. En vida fue más conocido como organista que como compositor, y su rico legado abarca obras sacras y profanas, sobre todo cantatas, piezas para órgano y conciertos que influyeron en muchos compositores posteriores.
Las Sonatas y partitas de Bach son escritura polifónica para un instrumento distinto al teclado. Tuvieron una importancia crucial en el desarrollo de la técnica violinística. Con su colosal alcance, sus enormes exigencias técnicas y su complejidad musical, y a pesar de su impresionante intensidad intelectual, estas creaciones superaron todo lo que las había
precedido.
La Partita para violín solo No. II en Re m fue compuesta en 1720. Se trata de una pieza de los primeros tiempos del maestro. La pieza consta de los siguientes movimientos: Allemande, Courante, Sarabande, Gigue y Chaconne, siguiendo el esquema de la suite barroca.
La Allemande seria y decidida, abre la pieza inesperadamente libre de la multiplicidad de acordes. Este movimiento, junto con la Giga, progresa en una única línea melódica continua, en la que la armonía proporcionada por la parada múltiple está casi totalmente ausente.
Caprice No. 2. P. Rode
Pierre Rode, fue un compositor y violinista francés. Era ya un violinista destacado a los 12 años. En 1787 se traslada a París donde fue alumno de Giovanni Viotti, el cual le hizo debutar en público.
A partir de 1790 viajó por Europa dando a conocer su arte y no regresó hasta a París hasta 1799, siendo nombrado solista de la Ópera y profesor del conservatorio recientemente creado. Fue violinista solista de la música del Primer Cónsul y se le dedicaron obras como la romanza para violín y orquesta de Beethoven.
En 1813, fija su residencia en Berlín, y allí publica sus 24 caprichos, estudios para violín. Sus Caprices, son considerados como ejercicios de aprendizaje. No obstante, su contribución al arte del violín romántico sigue siendo importante.
El Caprice No. 2 en La m abarca una variedad de componentes técnicos, como el bariolage y la precisión del contacto del arco con las cuerdas en la mano derecha o la exactitud y rapidez de los dedos de la mano izquierda, así como la coordinación entre ambas.
Concierto para violín No. 1 en Sol m. M. Bruch
1º mov. Preludio
Max Bruch, fue un compositor y director de orquesta alemán. Es célebre por su Concierto para violín n.o 1 y por su Fantasía escocesa. Fue director de orquestas prestigiosas como la Filarmónica de Liverpool, y recibió el título de profesor honoris causa de las universidades de Cambridge y de Berlín. En sus últimos años de vida Bruch se dedicó por completo a la composición.
El Concierto para violín No. 1 en Sol m es uno de los conciertos para violín más populares, y una de las obras más famosas del compositor. Se terminó de componer en 1864, se estrenó en 1866 y alcanzó el éxito en 1868, tras haber sido revisado por el violinista húngaro Joseph Joachim.
Tiene melodías preciosas, escritura orquestal exuberante y apasionada y pasajes virtuosos. Joseph Joachim describía al concierto "el más rico, el más seductor" de todos.
El 1er movimiento (Preludio) se abre de manera tenue, con el violín emergiendo de una introducción parecida a un lamento que luego conduce al tema principal, una melodía de verdadero poder emocional. Es un movimiento de carácter nostálgico combinado con pasajes enérgicos.