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La primera escena de nuestros 30 metros de igualdad está dedicado a parte de la historia más lejana de Salteras. En él aparece una representación de la lápida funeraria visigoda de Susana Fámula y una imagen de Ruy Díaz Melgarejo.

Susana Fámula es para muchos la primera persona saltereña de la que se tiene constancia, con nombre preciso. Según la leyenda, un día de 1612, un agricultor, vecino de Salteras, trabajaba en sus viñedos cuando descubrió una extraña piedra y, bajo ella, un esqueleto que, asustado, dejó allí.

Los curas de Salteras, enterados del suceso, y tras leer en la lápida la inscripción “famula Dei” (sierva de Dios), comunicaron el hallazgo al Arzobispado de Sevilla. Tras estudiar los hechos, la iglesia llegó a la conclusión de que Susanna Famula había muerto en el 571 de la era cristiana, durante el reinado visigodo de Leovigildo, tiempos en los que en Hispania imperaba el arrianismo.

Susana, mártir del cristianismo, tenía 41 años cuando murió y , considerando que su cuerpo llevaba más de mil años sepultado, sorprendía su escasa corrupción. Por orden del arzobispo, sus restos fueron enterrados en la iglesia Parroquial de Salteras y cubiertos con su vieja lápida.


Ruy Díaz Melgarejo nació en Salteras en 1519 era hidalgo y muy joven ingresó en el ejército de Carlos V, sirviendo por 6 años en la Armada Española junto al Duque de Borbón en Italia y Francia. Tenía 21 años de edad cuando, el 2 diciembre de 1540, zarpó desde Cádiz rumbo a América, en la expedición del adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca, junto con su hermano Francisco. Llegó primero a la isla de Santa Catalina para seguir a pié a la ciudad de Asunción. Como conquistador del Guairá, fundó la ciudad de Villa Rica del Espíritu Santo el 14 de mayo de 1570.