¿Sabías que el cáncer de mama es la neoplasia más frecuente en la población mundial?
En esta cápsula hablamos un poco acerca de este tema.
En el siguiente video se detalla el aumento considerable de los residuos durante el Covid-19 relacionado a las consecuencias económicas, sociales y ambientales a lo largo de la pandemia.
La observación del curso de la epidemia por Covid-19 con sus múltiples variantes, muestra la necesidad de considerar a la enfermedad como un problema de salud que debe ser analizado desde una mirada multidimensional, puesto que en su origen como en su desarrollo se hacen evidentes diversos aspectos, tales como los ecológicos, los sociales, los clínicos, los económicos y los políticos. Ello hace preciso el uso de enfoques integradores que permitan tener sólidos estudios clínicos y epidemiológicos, y también propuestas en la planificación y toma de decisiones para enfrentar al COVID-19.
Utilizamos el término de sindemia con base en la propuesta de Merrill Singer antropólogo médico estadounidense en la década de 1990, quien más tarde (2017) publicó un artículo en la revista “The Lancet” argumentando que un enfoque sindémico revela interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, el tratamiento y las políticas públicas de salud. Como ya se mencionó, existen diferentes variables fuertemente influenciadas e interrelacionadas por un amplio conjunto de factores políticos, económicos y sociales, desde altas tasas de desempleo, pobreza, falta de vivienda y hacinamiento, nutrición deficiente, deterioro o inexistencia de servicios hospitalarios. También variables ambientales como las condiciones atmosféricas y climáticas; la calidad del aire, del agua y del suelo; la existencia de fauna que puede propagar enfermedades, entre otros.
En pocas palabras, las sindemias se caracterizan por interacciones biológicas, económicas, políticas y sociales que, al interaccionar aumentan la susceptibilidad de una persona a sufrir daños graves en la salud y empeorar aún más sus condiciones socio - económicas.
Una Sindemia no es simplemente una comorbilidad. Una comorbilidad se define como cualquier enfermedad, condición de salud, adicional que ha existido o puede ocurrir durante el curso clínico de un paciente con una enfermedad.
Por ello el COVID-19 vino a poner en evidencia que ya éramos una sociedad enferma y subrayo, disimulábamos algunos padecimientos derivados de nuestros estilos de vida, por ejemplo, el “Sedentarismo y malos hábitos alimenticios”. En consecuencia, dar la cara al COVID-19 significa afrontar que existen múltiples padecimientos como la hipertensión, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas y el cáncer.
Los virus se pueden encontrar en una gran variedad de animales —principalmente vertebrados— y por lo común permanecen en esa especie, por lo tanto, decimos que están confinados (Ebrahim, 2007). Sin embargo, para que uno de estos virus pueda saltar del reservorio animal para infectar a un humano, se requiere de un animal intermediario denominado como huésped u hospedero, que entra en contacto con el hombre, que típicamente es un animal mucho más cercano al hombre, por ejemplo, caballo, mosquito, cerdo, pollo, etcétera. A esto se le conoce como enfermedades zoonóticas.
Como hubo varios casos de COVID-19 relacionados con el mercado de Huanan en Wuhan China, no se descarta como hipótesis que haya habido una fuente animal presente en dicho lugar, sobre todo porque algunos estudios científicos (Andersen et al., 2020; Zhou et al., 2020), describen la alta similitud entre SARS-CoV y SARS-CoV-2 y en donde es probable que los murciélagos sean el huésped reservorio del antecesor de SARS-CoV-2.
Justamente un enfoque biológico social permite entender a las enfermedades zoonoticas bajo un contexto de deterioro ambiental, incluyendo los efectos del cambio climático, la destrucción progresiva de hábitats naturales y la invasión de estos por comunidades humanas. Estos elementos favorecen el “salto” de virus desde especies animales salvajes a poblaciones humanas.
Estos sucesos no son de ninguna manera nuevos, pues se conoce desde hace décadas los casos de la Hepatitis A, así como del VIH y del Ébola, asociados con una transmisión a través de primates hacia los humanos. Se tiene conocimiento de otros más recientes, como la epidemia por Gripe Aviar, el virus H1N1 o las enfermedades comunes transmitidas por medio de animales domésticos, como la rabia, o la leptospirosis en perros o gatos.
En el contexto actual, el riesgo del contagio zoonótico local y su impacto mundial se ha visto multiplicado por el transporte, las vías de comunicación y los cambios sociales de más movilidad, que harían que se expandiese por el resto del mundo. Aunado a esto, los ecosistemas se siguen deteriorando y sin duda alguna van a favorecer la expansión territorial de nuevas variantes de virus emergentes, cuya propagación es muy favorable por la invasión de la especie humana a estas zonas silvestres. Aunado a esto, la interconexión global de personas y mercancías, permitirá que cualquier variante del virus SARS-CoV-2 encontrará el medio propicio para una rápida propagación local y global.
En el contexto de abordar la enfermedad del COVID-19 bajo un enfoque sindémico, hay factores sociales y económicos de los cuales desconocemos los escenarios a mediano y largo plazo, por ejemplo el papel de los casos asintomáticos como fuentes de contagio, las variaciones de los virus que les permiten una rápida propagación, el grado en que ciertas sociedades desarrollan inmunidad, el comportamiento estacional de la enfermedad; y otros elementos culturales como la aceptación de la población a vivir en una “nueva normalidad” y que requiere el cumplimiento de medidas como es el aislamiento o distanciamiento social, el uso de cubrebocas en los espacios públicos; también, la escasa capacidad de prevención de los sectores más vulnerables de la población, la saturación de las capacidades hospitalarias y de los servicios de salud pública; la reducción, cierre o desaparición de empresas y empleos; la desigual distribución de la riqueza que pone “en jaque” a los grupos en situación de pobreza.
Bajo el argumento de que “las catástrofes han sido oportunidades”, recordamos por ejemplo que derivado del terremoto de 1985 que devastó la ciudad de México y que después del trance permitió definir normas de construcción de edificios, ahora, podemos recapacitar en que esta crisis tan dolorosa que estamos atravesando, puede invitarnos como sociedad a reconstruir a través de lo aprendido y ser autocríticos respecto a que si es viable seguir reproduciendo un sistema socioeconómico en extremo injusto y que nos está dejando al borde del colapso ambiental. Que no se nos olvide que el sistema económico y social ya estaba en crisis antes de la COVID-19 y la pandemia representa quizá una oportunidad de no retornar a la aparente normalidad pre-COVID.
La pregunta en el aire es ¿Lo lograremos?