La Pandemia por Covid-19, por sus dimensiones y sus consecuencias para la salud y el modo de vida de las personas, puede ser considerada como un evento potencialmente traumático tras el cual cabe esperar un aumento de la demanda de atención psicológica/psiquiátrica de la población. El papel de la Atención Primaria en la atención de los niños y adolescentes en situaciones de catástrofes y desastres ha sido reconocido y destacado desde hace muchos años tanto por expertos como por organismos internacionales. Se ha constatado que en estas situaciones las intervenciones en salud mental son más eficaces si se llevan a cabo en entornos no estigmatizantes y fácilmente accesibles al ciudadano. El pediatra o el MAP están en un lugar privilegiado por su accesibilidad, proximidad y conocimiento previo de la familia. Además, los estudios indican que las familias suelen recurrir a ellos en primer lugar para consultar sus reacciones frente a acontecimientos estresantes. Sin embargo, la mayoría de los pediatras y médicos de atención primaria refieren sentirse inseguros en la detección y el manejo de los problemas de salud mental de los niños y adolescentes. Esta presentación pretende profundizar en la importancia de la coordinación entre Salud Mental y Atención Primaria en esta crisis así como facilitar conceptos claves en la detección y tratamiento de los trastornos mentales de niños y adolescentes en el contexto de la Atención Primaria.

Mª Inmaculada Palanca Maresca

Los niños y adolescentes con autismo y/o discapacidad intelectual representan un colectivo altamente dependiente de los adultos de su entorno, de los recursos de salud mental, médicos, educacionales, laborales y sociales. Estos recursos son esenciales en la vida de ellos y de sus familias. El COVID-19 ha supuesto una ruptura inmediata y dramática en la rutina y realidad de estas familias. El COVID -19 ha planteado realidades impensables hasta ahora como la limitación de recursos para tratamientos y la elección de los colectivos a tratar, el riesgo de no recibir tratamientos adecuados. El aislamiento forzoso de las personas infectadas de COVID-19 y lo que esto supone para este colectivo. Perdidas de personas queridas. La disminución o incluso eliminación de los recursos de salud mental, recursos médicos para las frecuentes patologías asociadas, la brusca cesación de las escuelas de educación especial o programas integrados en escuelas ordinarias , recursos de respiro y apoyo social y el abandono que esta situación ha llevado a las familias con un hijo con autismo o/y discapacidad intelectual. Mejoras también han ocurrido en aquellos niños y adolescentes a los que se ha eliminado el stress escolar, han tenido mucho tiempo para sus cosas pero la felicidad actual será el stress futuro. La pandemia no ha terminado, no sabemos el tiempo que durara y es importante reflexionar sobre lo que los profesionales de la salud mental infantil y juvenil podemos hacer por estos colectivos altamente vulnerables y para planificar futuras situaciones similares a las que estamos viviendo.

Amaia Hervás Zúñíga