Quinta Salida Senderista del Año 2025
TRAVESIA DE ALADRÉN AL BARRANCO DE VALHONDO
Realizada el domingo 9 de Marzo - de 9 Km 135 m de Desnivel de Dificultad Moderada
Siete senderistas acudieron a las 7:00 a esta convocatoria. Salieron de la puerta de la Estación de autobuses en dos vehículos. en el conducido por Diego, Mª Luz, Bruno y Noemí; y en el de Fefi, Gloria y Pascal. Llegaron a Aladrén por la carretera de Cariñena y Paniza, a las 8:00; de modo que quince minutos después ya habían tomado el camino del Barranco de Valhondo, uno de los parajes más agrestes y angostos de la comarca. Se trata de un desfiladero lateral del río Huerva por donde vuelan los buitres leonados y saltan las cabras montesas.
El itinerario propuesto arrancaba en el centro urbano de Aladrén por el camino de San Clemente. A la derecha se abría un paisaje agrario con parcelas dispuestas en bancales y, a lo lejos, hacia la sierra se podían ver algunos carrascales de los montes del Cortado y de los Brazales. contrastan los viñedos degradados con los de nueva planta diseñados científicamente, en orientación, acondicionamiento de las cepas con sus dos brazos simétricos, y una alineación geométrica impecable. Se vadea el río Aladrén dos veces y se queda atrás la zona cultivada. Toca pechar con lo más rudo de un lecho de guijarros e irregulares calizas, de superficies alisadas por la acción de los elementos. Ha desaparecido el bosque de ribera original sustituido por algunos nogales y por el chopo, Populus nigra.
El sendero que cabalgaba por las márgenes desaparece a medida que se ingresa en los estrechos. En estos desfiladeros, a medida que se ahonda en el curso del barranco, se elevan los flancos y se hace más estrecho el paso. Proliferan los pozos donde rebosa el agua. serpentea el trazado. Hay que buscar de una forma u otra el modo de salvar los obstáculos naturales. Se atraviesan pasos bajo peñas que constituyen posaderos habituales de buitres leonados. El valle excavado por el agua se estrecha progresivamente y los muros que lo flanquean se pueden tocar con las dos manos. Las dificultades añadidas hacen de la roca laberínticas chimeneas que ascienden en retorcidos entrantes y salientes, sin apenas luz que pueda filtrarse desde las inaccesibles alturas del exterior.
Cerca ya del final, antes de la confluencia con el río Huerva, se ven los siete exploradores sumidos en apuros en tres tramos de grapas engastadas en las paredes rocosas, a dos niveles para sujeción de manos y pies, que han de salvar so pena de caer a las pozas de frías aguas. De facto, uno resbaló y dio con su cuerpo en el hondo, al que, in situ, se le cambió de atuendo por ropa seca. Unos bloques de grandes bloques arrastrados por la corriente enlazan con la crecida corriente fluvial. Siguen por la margen izquierda de ésta y entran por un sendero al monte cubierto de vegetación arbustiva. La acusada pendiente pronto les alza sobre una perspectiva que gana paulatinamente en horizontes cada vez más abiertos. Romero, enebro, carrascas y sabinas de escaso desarrollo en un entorno de intacto arraigo tapizan las laderas montaraces hasta alcanzar El Toscal, la atalaya orográfica desde la que se divisa el embalse de Las Torcas.
A partir de ahí, el descenso se prolonga hasta Aladrén enlazando con caminos que bajan entre la divisoria de los montes circundantes. Se vadea el arroyo y se llega terminado el circuito, al punto de partida en torno a las 12:30. Aligeran macutos y restauran energías perdidas en una solitaria plazuela en la base de la ermita, y emprenden su regreso a la ciudad a la que llegan pocos minutos después de las 14:00.