DE SAN JULIÁN DE BANZO AL SALTO DE ROLDÁN.
Cuarta Salida Senderista del Año 2025
DE SAN JULIÁN DE BANZO AL SALTO DE ROLDÁN
Realizada el domingo 23 de Febrero - 17 Km y 620 m de Desnivel de Dificultad Media
A las 7:00 salió el grupo de Zaragoza, - puerta calle de la Estación de Autobuses-, de siete personas en dos coches. En el de Diego, viajaban Mª Luz y Pilar R., y en el de Eduardo, Fefi, Francisco Javier y Pascal. Fefi había quedado con sus amigos Moncho e Inma de Huesca, con quienes nos encontraríamos al llegar a San Julián de Banzo a las 8:15. Desde esta pedanía de Loporzano en la Sierra de Guara se dirigieron los nueve al aparcamiento muy próximo al que se utilizó para realizar el año pasado para visitar la ermita de la Bal d'Onsera. El de hoy se adentra en la ruta que después se seguiría a pie hacia la Peña de Amán a 1:15 horas de distancia y Camino del PIcón, obviando en la bifurcación este segundo ítem, ausente del actual programa.
A las 9 y algún minuto el grupo empezó a caminar hacia el objetivo propuesto denominado "Salto de Roldán", dos peñas, la de Amán de 1.120 m de altitud, y la de San MIguel de 1.126 m. De este enclave geológico atrae su espectacular configuración y sus dos cimas con enormes paredones verticales separadas por un profundo barranco que las divide por cuyo lecho discurre el ahora caudaloso río Flumen. El nombre el viene de la leyenda que protagoniza el caballero Roldán, sobrino de Carlomagno, huyendo a Francia rodeado de sus perseguidores saltó a caballo desde una cima a la otra con 600 m. de separación.
Superado el collado de Sopilata en el seno de una sorprendente flora constituida por "chinebros"(enebros), sabinas, bojes y matorral, comienza la subida ahora más pronunciada. Dos barrancos secundarios fueron cruzados por el grupo sin problemas de agua ni de barro, uno de ellos torrente de grueso material de aluvión acordonado por la línea de arrastre y sedimentación. La senda y algunos hitos facilitan el paso entre los arbustos que se muestran más vigorosos allí donde las condiciones geoclimáticas de humedad y sombra los hace más vigorosos. El fondo sobre el que la comitiva se alza aloja una ininterrumpida alfombra de vegetación que llena el vacío hasta la misma base de los farallones cortados a pico.
Bajo el doble resalte de la cima, de vertiginosa caída a la izquierda y por ende, sin opción de acceso, la rodean por la derecha superando escarpados escalones por donde hay que trepar hasta el pie de las clavijas de inasumible anclaje que son obviadas por todos y cada uno de los senderistas. A cambios de los tres escasos metros cimeros el obsequio otorgado por la impactante perspectiva de la fronteriza Peña de San Miguel, compensa todo el derroche de esfuerzo invertido hasta el momento. Mientras los buitres planean en majestuosos e ingrávidos vuelos
Desaconsejada la opción del salto ecuestre, como modestas entidades humanas equipadas por nada más que dos piernas, optan los montaraces senderistas por agachar las orejas y volver por el sendero de ida, hasta el cruce con el ramal que viene de la Peña de San Miguel. Se acomete este nuevo tramo de impresionante de fuerte pendiente y no menor biomasa integrada por bosque de creciente densidad y de un abigarrado verdor a dos bandas, la que pende de la Peña mencionada y la que se descuelga de la recién destrepada. El mágico escenario hace enmudecer a los conjurados por llegar hasta la base misma del valle en lo más hondo del barranco por el que se abre paso el río Flumen, de rumoroso discurrir por insólitos parajes de salvaje naturaleza, se convierte en elocuente interlocutor de la comitiva.
Una barrera, no rocosa sino fluvial se interpone a los nómadas de horizontes sin fronteras. Solazados por la brisa y la luz cenital optan, renunciando al peligroso intento de cruzarlo, por sentarse a orillas de la corriente que surca impetuosa la brecha geológica y restaurar fuerzas. La peña de San Miguel, impertérrita en su altiva soledad compitiendo con las rapaces de altos vuelos, no se opondrá a que, en otra ocasión más propicia reciba la visita del grupo desde la vertiente opuesta. Hay que desandar en aras de la bizarra acometida toda la red de senderos que han entretejido para volver por una pendiente de gran desnivel acumulado. A las 14:30 alcanzan el aparcamiento para salir hacia Huesca con el castillo de Montearagón como telón de fondo y llegar a la ciudad del Ebro a las 17:00, cerrando así una memorable travesía por Sierra de Guara que perdurará gratamente en el imaginario de los participantes.