Séptima Salida Senderista y IV Cultural del Año 2025
CIRCULAR DE ALBARRACIN AL BARRANCO DEL CABRERIZO
Realizada el domingo, 6 de Abril - 14'5 Km y 428 m de Desnivel de Escasa Dificultad
Tres inquietos senderistas, nada más que tres, acudieron a la llamada itinerante que iba a llevarles a las lejanas tierras autonómicas de Albarracín. Salieron a las 7:00. según estaba previsto, de la puerta de la Estación de Autobuses, en el coche de Luis Ángel, Fefi y Pascal. Lo hicieron por carretera y por el puerto de Paniza, siguieron hacia Cariñena y ya en la provincia de Teruel por Gea y Albarracín, propiamente dicho, a donde llegaron a las 9:15.
Estacionados en la rotonda del camping, empezaron a andar a las 9:45, por el tramo inicial de la carretera de Bezas que parte de la ermita de Santa Bárbara. Se trata de una ruta muy especial ya que el recorrido se efectúa por el Paisaje Protegido de los Singulares Pinares de Rodeno y sus espectaculares formaciones rocosas, su colorido y vistosidad. El objetivo era llegar al paraje del Navazo donde se encuentra una concentración de abrigos con pinturas rupestres única.
Pronto el camino se transforma en sendero que discurre por un desaguadero convertido en humedal flanqueado por choperas y junqueras alimentados por el líquido elemento. Un desfiladero majestuoso llama la atención de los viandantes todavía asombrados por los bloques de piedra caliza que se cuartea por la acción erosiva y disolvente del agua. Apenas entra la luz del sol cuyos rayos, en las horas tempranas del día, pasan oblicuos sobre las redondeadas formas que coronan los amurallados contrafuertes pétreos.
El trío de caminantes explora cada rincón con ilusión y entusiasmo, movidos por la novedad del descubrimiento de una naturaleza muy peculiar: se suceden manantiales y fuentes como la de la Cruz y la del Cabrerizo que constituye también un abrigo a base de grabados, y un mirador con barandas y tortuosos pasos, superados los cuales, el Barranco del Cabrerizo va quedando atrás.
Este enclave conduce a una ladera poblada de pinar atravesada por la GR que lleva al Área Recreativa del Navazo, un popular y frecuentado espacio donde confluyen caminos y carretera. De allí parten no pocos bien diseñados y cuidados senderos, flanqueados por cipreses y setos hacia otros abrigos rupestres como el de la Cocinilla del Obispo, el del Arquero y el de la Arrastradera provista de un arco que repta por el suelo rastreando la caza.
Regresan al paseo para salir más adelante al sendero que corre junto al vallado para acercarse al asentamiento del realista Medio Caballo, al del Ciervo y al de las Figuras Diversas. Un desvío conduce al panorámico Mirador de las Peñas Rojas con vistas a vastos horizontes, a la orografía circundante, y a los cortados de areniscas rojas y conglomerados. Volviendo al GR 10 un poste indica el lugar donde visitar el "Abrigo de los Cazadores del Navazo", y más adelante el de "Los Toros del Prado del Navazo". El sendero les lleva bajo las rocas una cerrada de ganado, y junto a éste al abrigo del Tío Campano.
El itinerario se ha agotado en lo que toca al contenido prehistórico datado entre el 7.000 y el 4.500 a C. con grabados y pinturas planas de color blanco y cobrizo integrados en la línea de Escuela Levantina, mientras la ruta vira a la izquierda para regresar en circuito cerrado a Albarracín por camino descendente y suelo rocoso superando el bosque de rodeno que deja desnudo a tierras pobres, áridas; los campos abandonados, como los muros de piedra que los sujetan, nos hablan de un pasado de dura supervivencia en lucha contra una naturaleza hostil e irredenta, parca en frutos y productos del campo, cuyas exiguas cosechas debieron obtenerse a base de rogativas y sudores.
Cuatro horas y media han exigido a este reducido equipo de marchadores la realización del trayecto previsto. Se adivina en ellos la honda satisfacción de una misión cumplida con tesón que ha obviado el esfuerzo y ciertas dosis de zozobra. Ahora se recompensan con una visita a los rincones más bellos de la villa bajoaragonesa, cuajada de historía, sabor popular en su rúas e indescriptibles vistas al Guadalaviar que suena en armonía con el escenario solemne que lo encumbra. Su corriente abraza amorosa la cintura de la villa que suspira en loores a un pasado de gloria y arte, cuyas mieles han sabido saborear sus tres visitantes.