Unos poemas de Constantino Kavafis

Konstandinos Kavafis (1863-1933) nació y murió en Alejandría. Fue el último, de nueve hijos, de una pareja de prósperos comerciantes fanariotas (Fanar, barrio griego) de Constantinopla. Su padre, Pedro Kavafis, se había casado a mediados de siglo con una muchacha de catorce años, Khariklia Potiadis, hija de un rico mercader en diamantes que decía descender de un obispo de Cesárea y de un príncipe de Samos.

Los siete años que Kavafis pasó en Inglaterra -entre los nueve y los dieciséis-, fueron definitivos para su formación. Aprendió inglés, conoció las costumbres victorianas, escribió sus primeros poemas y se familiarizó con los escritos de Shakespeare, Browning y Wilde, de quienes hay resonancias en sus versos.Kavafis tuvo pocos amigos en su juventud. Aparte de su prolongada amistad con Pericles Anastasiades, sólo cuando tuvo treinta y ocho años conoció, en un viaje a Atenas, a Gregory Xenopoulos, y no fue hasta los años de la primera guerra cuando entró en comercio con hombres de su altura, como Robin Furness, John Forsdyke o E.M. Forster, que trabajaba para la Cruz Roja y quien hizo conocer su obra en el mundo inglés.

Creó también una estética donde lo pobre, lo sucio, el desempleo y la miseria podían ser objeto de belleza. Indiferente, como debió ser en ideas políticas, su progresividad surge de los sujetos a quien se

dedicó a celebrar y que para los hombres y mujeres de su tiempo no merecían el canto.

La poesía de Kavafis gozó de escasa difusión en la Grecia de la Belle Epoque. Su prosaica frugalidad en el uso de adornos, su permanente evocación del ritmo hablado y el uso de coloquialismos; su abierto tratamiento de la homosexualidad, su retorno al epigrama, su esotérico sentido de la historia, su cinismo en

política, su creación de un mundo mítico le hicieron extraño a los sentidos de los poetas griegos de entreguerras pero garantizaron la permanencia de uno de los mejores testimonios del hombre y la mujer de

este siglo perverso que acaba de terminar.

Los poemas estan  sacados de diversas antologías, entre ellas las mas rigurosa, la que contiene las 154 poesías seleccionadas por él y aquellas otras sin clasificar por Kavafis.Me refiero a la traducida por Jose Maria Alvarez, publicada en Hiperion.

POEMAS DE KAVAFIS

ITACA

Cuando partas hacia Itaca

pide que tu camino sea largo

y rico en aventuras y conocimiento.

A Lestrigones, Cíclopes

y furioso Poseidón no temas,

en tu camino no los encontrarás

mientras en alto mantengas tu pensamiento,

mientras una extraña sensación

invada tu espíritu y tu cuerpo.

A Lestrigones, Cíclopes

y fiero Poseidón no encontrarás

si no los llevas en tu alma,

si no es tu alma que ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.

Que muchas mañanas de verano hayan en tu ruta

cuando con placer, con alegría

arribes a puertos nunca vistos.

Detente en los mercados fenicios

para comprar finos objetos:

madreperla y coral, ámbar y ébano,

sensuales perfumes, -tantos como puedas-

y visita numerosas ciudades egipcias

para aprender de sus sabios.

Lleva a Itaca siempre en tu pensamiento,

llegar a ella es tu destino.

No apresures el viaje,

mejor que dure muchos años

y viejo seas cuando a ella llegues,

rico con lo que has ganado en el camino

sin esperar que Itaca te recompense.

A Itaca debes el maravilloso viaje.

Sin ella no habrías emprendido el camino

y ahora nada tiene para ofrecerte.

Si pobre la encuentras, Itaca no te engañó.

Hoy que eres sabio, y en experiencias rico,

comprendes qué significan las Itacas.

ESPERÁNDO A LOS BÁRBAROS

-¿Qué esperamos congregados en el foro?

Es a los bárbaros que hoy llegan.

-¿Por qué esta inacción en el Senado?

¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?

Porque hoy llegarán los bárbaros.

¿Qué leyes van a hacer los senadores?

Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

-¿Por qué nuestro emperador madrugó tanto

y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,

está sentado, solemne y ciñiendo su corona?

Porque hoy llegarán los bárbaros.

Y el emperador espera para dar

a su jefe la acogida. Incluso preparó,

para entregárselo, un pergamino. En él

muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron

hoy con rojas togas bordadas;

por qué llevan brazaletes con tantas amatistas

y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;

por qué empuñan hoy preciosos báculos

en plata y oro magníficamente cincelados?

Porque hoy llegarán los bárbaros;

y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no a acuden, como siempre, los ilustres oradores

a echar sus discursos y decir sus cosas?

Porque hoy llegarán los bárbaros y

les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto

y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)

¿Por qué calles y plazas aprisa se vacían

y todos vuelven a casa compungidos?

Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.

Algunos han venido de las fronteras

y contado que los bárbaros ya no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?

Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

SU COMIENZO

La consumación de su placer ilícito

tuvo lugar. Se levantaron del lecho,

y se visten rápidamente, sin hablar.

Salen separados, ocultamente de la casa; y mientras

caminan con cierta inquietud por la calle, parece

como si sospecharan que algo en ellos traiciona

a qué clase de lecho cayeron hace poco.

Cuánto ganó empero la vida del artista.

Mañana, pasado mañana, o después de años han de escribirse

los vigorosos versos cuyo comienzo aquí estuvo.

SÚPLICA

El mar a sus abismos llevose un marinero.-

Su madre, sin saberlo, va y enciende

un alto cirio delante de la Virgen,

para que vuelva pronto y el tiempo le sea benigno-

y de continuo tiende hacia el viento el oído.

Mas mientras ella implora y suplica,

la imagen escucha, grave y acongojada,

pues sabe que no ha de volver ya el hijo que ella espera.

FRENTE DE LA CASA

Ayer mientras paseaba por un barrio

apartado, pasé por frente de la casa

donde solía entrar cuando era joven.

Allí el Amor mi cuerpo había dominado

con su poder maravilloso.

Y ayer

cuando pasé por la vieja calle,

se embellecieron al punto por el encantamiento del amor

los negocios, las aceras, las piedras,

y murallas, y balcones, y ventanas:

nada feo quedó allí.

Y mientras estaba detenido, y contemplaba la puerta,

y permanecía detenido, y me tardaba allí delante de la casa,

de todo mi ser brotaba

la guardada emoción del placer.

GRISES

Mirando un ópalo casi gris

recordé unos hermosos ojos grises

que había visto hará unos veinte años...

Nos amamos un mes.

Marchó después a Esmirna, creo,

a trabajar allí y no nos vimos más.

Se habrán empañado -si vive- aquellos ojos;

ajado estará aquel rostro hermoso...

Guárdalos tú, memoria mía, como eran.

Y cuanto de mi amor puedas, memoria,

cuanto puedas, tráemelo de nuevo

esta noche.

DIOS ABANDONA A ANTONIO

A medianoche, cuando oigas de repente

una invisible procesión que pasa

acompañada de exquisitas músicas y voces

no lamentes -en vano- las suerte que pierdes:

tus trabajos perdidos, tus planes

que terminaron en deseos.

Como quien lo esperaba, con valor.

di adiós, a Alejandría, que se aleja.

No te engañes, no digas que es un sueño.

que tu oído se equivoca.

No te engañes en vanas esperanzas.

Como quien lo esperaba, con valor,

como corresponde a alguien que merecía

una ciudad como ésta,

con paso firme acércate a la ventana

y escucha, con profunda emoción,

sin lamentos, sin súplicas cobardes,

como un último placer, los sonidos.

los maravillosos instrumentos, de esta secreta procesión,

y di adiós a Alejandría que así pierdes.

EXILIADOS

Los enemigos de Basil y los seguidores de Photio, patriarca de Constantinopla depuesto por el nuevo emperador, confían vencer al tirano, pero esa confianza en el destino es la ironía que hace memorable el poema:

Aún sigue siendo Alejandría. Caminas un poco

a lo largo de la calle que lleva al hipódromo

y puedes ver palacetes y monumentos que te asombran.

A pesar de las guerras, a pesar de lo pequeña que es ahora,

sigue siendo una ciudad maravillosa.

Con excursiones, libros y

estudios el tiempo va pasando.

Cuando cae la tarde, nos reunimos frente al mar,

nosotros cinco (todos, claro, con nombres falsos)

y algunos de los griegos

que aún quedan en la ciudad.

Algunas veces hablamos de asuntos religiosos

(la gente aquí parece inclinarse hacia Roma)

y otros, de literatura.

El otro día leimos unos versos de Nonnos:

¡cuánta imaginación, qué ritmo, qué armonía!

Entusiasmados, como admiramos al Panopolitano.

Así pasan los días y nuestra estadía

no es desagradable porque, naturalmente,

no va a ser para siempre.

Hemos tenido buenas noticias: si nada sucede,

de lo que está en marcha en Smirna,

entonces, en abril nuestros amigos irán a Epiros.

Así, de una forma u otra nuestros planes se realizarán,

y fácilmente derrocaremos a Basil.

Cuando lo hagamos, llegará al fin, nuestro turno.

TROYANOS

Son los esfuerzos nuestros, de los desventurados,

son los esfuerzos nuestros como los de los troyanos.

Algo conseguimos; nos reponemos

un poco; y empezamos

a tener coraje y buenas esperanzas.

Pero siempre algo surge y nos detiene.

Aquiles en el foso enfrente a nosotros

sale y con grandes voces nos espanta.-

Son los esfuerzos nuestros como los de los troyanos.

Creemos que con decisión y audacia

cambiaremos la animosidad de la suerte,

y nos quedamos afuera para combatir.

Mas cuando sobreviene la gran crisis,

nuestra audacia y decisión desaparecen;

se turba nuestra alma, paralízase;

y en torno de los muros corremos

buscando salvarnos con la fuga.

Empero nuestra caída es cierta. Arriba,

sobre las murallas, comenzó ya el lamento.

Lloran sentimientos y recuerdos de nuestros días.

Amargamente por nosotros Príamo y Hécuba lloran.

EL CORTEJO DE DIONISIO

Damon, el artista (otro más diestro

no hay en el Peloponeso), en mármol

de Paros está elaborando el cortejo

de Dionisio. El dios en gloria excelsa

adelante, con ímpetu en su paso.

Desenfreno detrás. Al lado de Desenfreno

la Embriaguez escancia a los Sátiros el vino

de una ánfora coronada de hiedras.

Cerca de ellos Vino Dulce el indolente,

los ojos semicerrados, dormilón.

Y más abajo vienen los cantadores

Melodía y Dulce Canto, y Festejo que nunca

deja apagarse la venerable antorcha

de la procesión que él sostiene; y la Ceremonia, muy digna.-

Esto está haciendo Damon. Y junto a ello

su pensamiento de cuando en cuando considera

la recompensa del rey de Siracusa,

tres talentos, mucha cantidad.

Con sus otros dineros y con éste

cuando ingresen, como persona acomodada ricamente va a vivir

y podrá entrar a la política -¡qué alegría!-,

también él en la asamblea, también él en el ágora.

VELAS

Los días del futuro están delante de nosotros

como una hilera de velas encendidas

-velas doradas, cálidas, y vivas.

Quedan atrás los días ya pasados,

una triste línea de veles apagadas;

las más cercanas aún despiden humo,

velas frías, derretidas, y dobladas.

No quiero verlas; sus formas me apenan,

y me apena recordar su luz primera.

Miro adelante mis velas encendidas.

No quiero volverme, para no verlas y temblar,

cuán rápido la línea oscura crece,

cuán rápido aumentan las velas apagadas.

Los epitafios a Ignacio, Lanis y Iasis cuentan cómo han padecido la influencia de la libre vida alejandrina. Ignacio muere Ignacio, pero había sido Kleón, famoso por sus bienes y belleza; Lanis no quiso prestar su cuerpo para la creación de un nuevo arquetipo, y Iasis fue consumido por las llamas de los vicios alejandrinos. Todos piden clemencia a quien lea las inscripciones de sus tumbas.

Aquel Lanis que amaste no está aquí, Marcos,

en esta tumba donde vienes a llorar y permaneces.

El Lanis que tú amaste está contigo

en tu casa, cuando te guardas a mirar el retrato

que aún guarda lo más valioso de él,

que guarda lo que más amaste.

¿Recuerdas, Marcos, cuando trajiste

al famoso pintor de Kyrynia, del palacio del procónsul?

Con cuánta astucia trató de persuadiros,

al ver a tu amigo,

que debía pintarlo como Jacinto

y así su retrato sería famoso.

Pero tu Lanis no quiso prestar su belleza;

con firmeza, se opuso al pintor

diciendo que no quería parecerse a

Jacinto, ni a ningún otro,

sólo a Lanis, hijo de Rametijos, un alejandrino.

CANDELABRO

Lo que podemos llamar estética kavafiana viene, sin duda, del uso de la lengua popular, en la que se puede menos pensar que cantar, pero con la cual Kavafis medita un destino o retrata un recuerdo, sin que la verdad de los hechos o los sentimientos determinen el efecto último del poema. El poder de sugestión importa más que la realidad. Esa es la razón para que muchos de sus poemas eróticos puedan ser calificados también de filosóficos; es el pensamiento, y no la carne misma, la que evoca la pasión que da una respuesta a una moral cazurra o farisea. Candelabro es un buen ejemplo de esa maestría. Sólo los versos finales remiten a los sentimientos; la visión de las llamas y su penetrante luz son metáforas de la pasión, y el pensamiento puede decir para quien no es este tipo de luz o ejercicio del placer:

En un cuarto -vacío, pequeño, cuatro paredes

cubiertas de tela verde-

un hermoso candelabro arde cálidamente;

y en su ardor, cada una de nuestras pasiones

arde también con violenta lascivia.

En el pequeño cuarto, donde brilla el

vívido fuego del candelabro,

la luz es única

No es para cuerpos tímidos

la voluptuosidad de estas llamas.

CANCION DE JONIA

Aun cuando rompimos sus estatuas

y les sacamos de sus templos

los dioses no han muerto.

Es a ti, tierra de Jonia, a quienes ellos aman,

es a ti, a quienes sus almas recuerdan.

Cuando llegan las mañanas de Agosto

un vigor emana de sus almas y se agita en tus aires

y a veces, un muchacho, de etérea juventud,

indefinible, como una sombra alada,

se aleja cruzando tus colinas.

EN LA CUBIERTA DEL BARCO

Se parece a él, por supuesto,

este pequeño retrato hecho a lápiz.

Fue hecho de prisa, en la cubierta del barco,

una tarde mágica,

con el mar de Jonia rodeándonos.

Se parece a él, aun cuando le recuerdo más bello.

Era de una sensibilidad casi enfermiza

y eso iluminaba más su rostro.

Y más hermoso me parece ahora

cuando le recuerdo hace ya tantos años.

Hace ya tantos años. Todo ha envejecido-

el retrato, el barco y aquella tarde.

EN LA PEQUEÑA CIUDAD TRISTE

En la pequeña ciudad sin alegría

trabaja como empleado en un gran almacén.

Es muy joven.

Espera que pasen dos o tres meses

y que la afluencia de clientes disminuya,

para volver a la metrópolis

y sumergirse en el movimiento, en las distracciones.

Espera, y esa noche, en la pequeña ciudad sin alegría,

está acostado en su lecho, presa del deseo.

Toda su juventud arde en pasión,

hermosa juventud llevada

por el bello arrebato de los sentidos.

En sueños, la voluptuosidad vino a él.

En sueños, cree poseer el cuerpo, la carne deseada.

REGRESA

Vuelve a menudo y tómame,

amada sensación, regresa y tómame.

Cuando la memoria del cuerpo despierta,

su viejo deseo vuelve a rodar en la sangre;

cuando los labios y la piel recuerdan

mis manos sienten como si tocaran de nuevo.

Vuelve a menudo y tómame, en la noche,

cuando mis labios y mi piel recuerdan...

TERMÓPILAS

Honor a aquellos que en sus vidas

se dieron por tarea el defender Termópilas.

Que del deber nunca se apartan;

justos y rectos en todas sus acciones,

pero también con piedad y clemencia;

generosos cuando son ricos, y cuando

son pobres, a su vez en lo pequeño generosos,

que ayudan igualmente en lo que pueden;

que siempre dicen la verdad,

aunque sin odio para los que mienten.

Y mayor honor les corresponde

cuando prevén (y muchos prevén)

que Efialtes ha de aparecer al fin,

y que finalmente los medos pasarán.

DESEOS

Como hermosos cuerpos que murieron jóvenes

y fueron sepultados, con lágrimas, en rico mausoleo,

coronados de rosas y con jazmines en los pies,

así son los deseos que pasaron sin realización;

sin que ninguno sobreviviera una noche

de sensual deleite o una mañana de plenilunio

Si de mi amor no puedo hablar

-hablar de tus cabellos, de tus labios, de tus ojos -,

sin embargo tu rostro que llevo dentro de mi alma,

el sonido de tu voz en mi cabeza,

los días de febrero en que desperté de mi sueño,

hechos uno con mis palabras, están y dan color

a cada tema que afronto o a cada idea que expreso.

EN LA ALDEA ABURRIDA

En la aldea aburrida donde trabaja

-empleado en una casa de comercio,

jovencísimo- y donde espera

que pasen aún dos o tres meses,

aún dos o tres meses para que disminuya el quehacer,

y así trasladarse a la ciudad y lanzarse

al movimiento y las diversiones de inmediato;

en la aburrida aldea donde espera -

cayó a la cama esta noche preso de pasión amorosa;

su juventud toda inflamada por el deseo carnal,

en hermosa tensión toda su hermosa juventud.

Y en medio de su sueno vino el placer: en medio

del sueño ve y posee la figura, el cuerpo que quería...

Era pobre y sórdida la alcoba,

escondida encima de la equívoca taberna.

Desde la ventana se veía el callejón

sucio y estrecho. De abajo

subían las voces de unos obreros

que jugando a las cartas mataban el tiempo.

Y allí, en una cama mísera y vulgar

poseí el cuerpo del amor, poseí los labios

sensuales e sonrosados por el vino -

sonrosados de tanto vino que incluso ahora,

cuando escribo, después de tantos años,

en mi casa solitaria, vuelvo a embriagarme.

VOCES

Voces ideales y amadas

de aquellos que murieron, o de aquellos que han

desaparecido para nosotros como los muertos.

A veces hablan en nuestros sueños;

a veces las escucha nuestro espíritu en el pensamiento.

Y con su rumor por un instante retornan

ecos de la primera poesía de la vida nuestra -

como una música, en la noche, lejana, que se apaga.

POR LAS TABERNAS

Por las tabernas y los burdeles

de Berito me revuelco. No quería quedarme

en Alejandría. Me abandonó Tamidis

y se fue con el hijo de Eparcos para tener

una villa en el Nilo, un palacio en la ciudad.

No podía quedarme en Alejandría yo.-

Por las cantinas y los burdeles

de Berito me revuelco. En disipación abyecta

paso vilmente la vida. Lo único que me salva

como belleza duradera, como aroma que sobre

mi cuerpo ha quedado, es que tuve por dos años

como mío a Tamidis, el joven más maravilloso,

como mío no por una casa o una villa en el Nilo.

MUY RARAMENTE

Es un anciano. Agotado y giboso,

estragado por los años, y por intemperancias,

con paso lento atraviesa la calleja.

Y sin embargo cuando entra a su casa para ocultar

su ruina y su vejez, considera

la parte que él aún posee en la juventud.

Adolescentes ahora los versos suyos recitan.

Por los vivaces ojos de éstos pasan las visiones suyas.

Sus espíritus sanos, voluptuosos,

sus cuerpos armoniosos, firmes,

se conmueven con su propia expresión de la Belleza.

LAS ALMAS DE LOS VIEJOS

En sus viejos cuerpos acabados

viven las almas de los ancianos.

Cuán tristes son las pobres

y qué hastiadas de la vida miserable que arrastran.

Cómo tiemblan de perderla y cuánto la aman

las desamparadas y contradictorias

almas, que viven -comicotrágicas-

bajo la vieja piel gastada.

LA CIUDAD

Dices «Iré a otra tierra, hacia otro mar

y una ciudad mejor con certeza hallaré.

Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,

y muere mi corazón

lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.

Donde vuelvo mis ojos sólo veo

las oscuras ruinas de mi vida

y los muchos años que aquí pasé o destruí».

No hallarás otra tierra ni otra mar.

La ciudad irá en ti siempre. Volverás

a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;

en la misma casa encanecerás.

Pues la ciudad siempre es la misma. Otra no busques

-no hay-,

ni caminos ni barco para ti.

La vida que aquí perdiste

la has destruido en toda la tierra.

EPITAFIO

junio 1893

Oh extranjero, contemplame. Yo, hijo de Samos, junto al

ganges reposo.

Sobre esta tierra tres veces bárbara, viví

con dolor, con tristeza y lamentaciones.

Esta tumba junto al río

guarda muchas penas. Un insaciable

deseo de riquezas me empujó al maldito comercio.

La tempestad me arrastro hasta las costas de la India

y vendido fui como esclavo. Me consumí

hasta la vejez, trabajé mientras tuve alientos

-sin escuchar nunca una voz en griego, tan lejos

de las costas de Samos. Ahora ya no sufro

y desciendo al Hades con resignacion.

Allí estare con mis compatriotas al fin.

Allí al fin podre conversar en griego.

CONFORTACION

junio de 1903

Quien confortar su espíritu desee

debe abandonar toda sumisión.

Observará algunas leyes

pero violara la mayoría,

no obedeciéndolas, como

tampoco la por todos aceptada falsa rectitud.

Aprenderá de los placeres.

No temerá la destrucción,

pues la mitad de la heredad ha de ser demolida.

Solo así crecerá virtuosamente en la sabiduría.

RAMOS

1897

Absenta, datura, acónito,

eléboro y abeto de Canada

-todas las amarguras y venenos-

dan sus hojas y sus horribles flores

para hacer con ellas grandes ramos

que adornarán el brillante altar

-ah espléndido altar de malaquita-

de la terrible y adorable Pasión.

ODA Y ELEGÍA DE LAS CALLES

Los pasos del primer viandante,

el vivaz caminar del primer vendedor,

la apertura de la primera ventana

o de la primera puerta – es la oda

que las calles escriben en la mañana.

Las huellas del último caminante,

el paso del ultimo vendedor,

el cierre de las puertas y ventanas

-es la voz de la elegía

que las calles escriben en el anochecer.

DICIEMBRE DE 1903

Si de mi amor no puedo hablar

-hablar de tus cabellos, de tus labios, de tus ojos-,

sin embargo tu rostro que llevo dentro de mi alma,

el sonido de tu voz en mi cabeza,

los días de septiembre en que desperté de mi sueño,

hechos uno con mis palabras, estan y dan color

a cada tema que afronto o a cada idea que expreso.